Descifrando universos: Ever Fonseca


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¿Cuál es la naturaleza de las cosas que el hombre antes aceptaba y ahora las transforma?

Mariano Rodríguez

 

El arte se asocia, entre otras cosas, a un conjunto de creencias y valores que describen la manera de enfocar o concebir el mundo. Concepciones que esperan alcanzar, a través del lenguaje artístico, un estrecho complemento e interacción con el espectador, el cual siente que se le habla directamente y disfruta la ilusión de contemplar la obra.

Arte que se torna persuasivo en tanto instaura un coloquio que persigue determinado fin, en el que se pone en marcha un proceso comunicativo decisivo para el éxito de un propósito. Quizás su única excepción en cuanto a alcanzar un objetivo a priori, esté en el intercambio cotidiano y espontáneo, lo que no está exento de la dinámica de convertirse en diálogo intencional. Posee un atributo especial de autenticidad porque transmite opinión, o información de quien conoce, está más cerca de un proceso o es protagonista de un hecho; aunque hay que tener en cuenta que este hecho puede ser manipulado.

Arte que matiza ideas, por lo que no guarda para sí la seriedad de un propósito, el afán de un trabajo cuidadoso, la pluralidad de la hechura en pos de condicionar caracteres específicos. En este sentido bifurcaciones y búsquedas requieren hacedores de ideas, para hallar una línea por donde transitar determinada obra. Hacer que se establece en ocasiones, en formas sobre la base del roce social, a lo largo del cual, el espectador asimila las normas estéticas confeccionadas por el artista, pero también tiene la posibilidad de comparar de acuerdo a sus criterios, sensaciones y vivencias.

Por esos pasajes y evoluciones transita la obra de Ever Fonseca, tendiendo un puente o gusto estético, junto a una atención orientada a la observación y contemplación del mundo. De ahí que obtengan valor subjetivo las imágenes que prestan un matiz emocional a su percepción sensorial. Bajo los efectos de esas emociones, tiene lugar una realidad que reestructura. La emotividad se convierte en clave de la construcción o asimilación de experiencias, por lo que su actitud estética hacia determinado escenario se apoya en conceptos, valores e ideas. Y en la medida en que domina esas riquezas acumuladas en forma de sentimientos, desarrolla una capacidad para la práctica activa, incluso el placer estético.

Este multipremiado artista, pintor, dibujante, grabador, escultor y ceramista cubano, se nutre de la relación que establece con la naturaleza, de sus recuerdos de infancia, del amor por el campo cubano y de los mitos que le fueron legados. Sus obras muestran una pintura enteramente figurativa, llena de símbolos que emergen de un discurso emocional surrealista y en el cual disímiles elementos iconográficos se entremezclan para aflorar un mundo nuevo, que exige de nosotros una lectura crítica y reflexiva. Sobre él, Adelaida de Juan dijo:Ever ha creado un mundo extraño, pero los elementos que emplea están siempre al alcance de la mano, solo que ha hecho que pensemos en el más primigenio significado”.

Cada obra encierra una nueva historia dentro de su universo fabuloso, creado poco a poco, y que tiene como base la sensibilidad y el contacto directo con la tierra que lo vio nacer. En principio sus trazos revelaban la esencia de la pintura naif como parte de su formación autodidacta, pero que le permitió llegar a la academia. Luego estas imágenes solemnes fueron complejizándose, incluyendo la gama de colores utilizados, azul, ocre o blanco.

Su quehacer emana de una gran fuerza que le llega por la creación en sí misma, a lo que se le suman símbolos y formas en un retozo de reflexiones, síntesis de una obra poética y de preocupaciones existenciales, para llegar a una meditación filosófica. Lo que interesa, lo que exalta es el ambiente, el medio en que se mueven sus personajes, que en ocasiones se tornan transparentes para inundar la tierra y el mar. Ever nos atrapa con representaciones pictóricas sensuales, ingenuas y dramáticas, que muestran al hombre en franca contradicción consigo mismo y con su medio.

Fundador de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de La Habana (ENA), de la cual resultó primer expediente. Profesor de diferentes especialidades de las artes durante más de veinte años. Reconocido, además, como el primer pintor cubano de la década del 60 del siglo pasado invitado a realizar una exposición personal en el Museo Nacional de Bellas Artes (1971), aunque para esa época sus obras ya formaban parte de la colección permanente de dicho museo.

Sobre él se ha dicho:                                     

Es admirable el largo y sostenido aliento de su pintura, su caudalosa imaginación y el espacioso ámbito en que discurre esa apasionada meditación sobre el hombre y sus conflictos cruciales que son en definitiva, la motivación de su obra. Se expresa plásticamente con extraordinaria riqueza formal que adquiere una dimensión otra. Asume una personalidad poderosa, pero de una plasticidad que le permite registrar las más sutiles y opuestas reacciones anímicas. De ahí su cosmogonía plástica, la exaltación hímnica del amor y la épica del acontecer revolucionario.

Ever recrea en un infinito propio, el ámbito asombroso de los hombres, con una mirada fresca que denota el gran fabulario que ha instaurado. Lunas y soles interactúan con animales del mundo marino, transmutándose de un lugar a otro cual si fuera su medio natural, en un son de vida y muerte. Diferentes personajes articulan su obras, estrellas celestes y marinas, mujeres, peces y el jigüe a quien define como rostro de la noche, representante de todos los misterios ancestrales de la naturaleza y que metafóricamente denota la estabilidad universal. Todos con una mirada en busca de sus raíces, en mezcla de realidades y fantasías, de especies de estos y de otros tiempos, en un ir y venir por la historia, para así contemplar y completar el ciclo.

Su obra refleja un mar lleno de féminas como fuente de vida, de peces que devoran a otros, de erizos desafiantes. Habla de un mar que para nada se muestra pasivo, sino que pone total énfasis en las turbulencias, y en el proceso de selección natural al que todas las especies estamos expuestos. Artista  que va en busca de las profundidades, de delatar lo que le resulta interesante, dejando ver un imaginario no como ruptura con la realidad, sino con la intención de engrandecer y de dar valor a la convivencia en la Tierra.

Los temas que Ever plasma en sus pinturas no son novedosos, pero la manera en que los aborda, sin duda alguna lo son. Temáticas que se han venido sucediendo a través de épocas, estilos y generaciones, sin embargo, son los escogidos para representar el vehículo visible que comunica su concepción del mundo y dar respuesta a problemáticas diversas como revelación de una maduración, de un diálogo abierto y enriquecedor.

Temas que enuncian una deuda esencialmente terrenal, no se trata de simples exigencias o ensoñaciones sino de sensaciones, de imágenes e ideas que le seducen, en tanto el placer sobre las formas lo dominan y disfruta a plenitud la posibilidad de crear. Estamos en presencia de obras sorprendente. Resultado de una meditación profunda y de un ingenio sumamente aprovechado. Representaciones que están sujetas a introspecciones y que permiten aflorar lo mejor de su hacer.

Su imaginería revela un quehacer coherente y fidedigno. Su estilo ha permanecido estable, por ser el producto de muchos años de elaboración y de compromiso con su arte. El cambio es interno, y estas variaciones son precisamente, transformaciones armoniosas de un equilibrio imperecedero. Por ese camino, su arte adquiere un carácter expresivo. Trasgrede su realidad y la penetra profundamente, para hacerla resurgir trasfigurada.


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