Descubrir a Margaret Atwood


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Margaret Atwood.Autor: Juventud Rebelde

Entre los grandes acontecimientos de esta 26ta. Feria Internacional del Libro se debe registrar en un lugar especial la visita, aunque breve, de la canadiense Margaret Eleanor Atwood. Considerada actualmente como una de las autoras literarias más descollantes de su país y del mundo, Atwood, que ha vivido con orgullo más de siete décadas y media, dijo en La Habana que sigue escribiendo con el mismo brío que a sus 16 años, cuando comenzó a hacerlo.

Sin embargo, su pasión por los libros es desde mucho antes: cuando de niña se refugió en la lectura para evadir la soledad que le provocaba habitar una cabaña en medio de los inmensos bosques al norte de la ciudad de Ottawa, en donde permaneció durante su infancia a causa del trabajo de su padre: un zoólogo, quien la acercó a los secretos y maravillas de la naturaleza —ello explica que aún hoy sea una jurada ambientalista decidida a preservar las riquezas de la Madre Tierra.

Y miren lo que es la vida: fue justo la naturaleza lo que en un principio la puso en contacto con Cuba, según confesó a JR. Ocurrió en 1983 cuando, junto a su esposo Graeme Gibson, visitó la Isla para observar especies de aves que solo se podían apreciar aquí.

De esa manera comenzó una relación de más de 30 años con nuestro país, que le ha permitido intercambiar de cerca con los escritores y los numerosos lectores cubanos, a quienes sinceramente admira al ver cómo no los abandona el amor por la literatura.

Para recompensar esa fidelidad es que regresó en tiempos de la 26ta. Feria, con un valioso regalo: tres importantes títulos que ven la luz con el apoyo de editoriales cubanas; volúmenes que nos servirán para acercarnos a las letras de Canadá, país invitado de honor en este evento, y a su vasta y rica cultura.

Los libros que nos ha dejado Atwood son: El quetzal resplandeciente y otros relatos y Desde el invierno, 23 cuentos canadienses recopilados por ella y su esposo, destacado novelista que también nos ha dejado su Movimiento perpetuo. Margaret igual nos entregó una Antología poética (Colección Sur Editores), con el supervalor adicional de haber sido traducida por los premios nacionales de Literatura, Nancy Morejón y Pablo Armando Fernández.

Es la Antología poética una selección de versos que nos conducirán hacia las fibras más íntimas y de resonancias universales de esta gran intelectual, quien con un lenguaje sencillo, que no por ello simple, nos conquista con una poesía que enamora.

Así, por ejemplo, cualquier lector podrá confesar que comenzó a conocer mejor a la autora, desde sus esencias, mientras se encontraba en el cuarto del sanatorio donde agonizaba su padre, donde renovaba las flores viejas por otras frescas, a pesar del dolor de saber que él no las vería nunca más. Su padre querido que se mecía bajo las sábanas blancas de la cama como entre las olas del océano, navegando en un barco con rumbo hacia ninguna parte, pero lejos.

Sin embargo en algún lugar, al final de ese túnel/ de dolor y olvidando que está atrapado/ es el mismo padre que conocí/ el que transportaba la canoa verde/ a cuestas, arrastrando la amarra/ yo con las cañas de pescar, resbalando/ sobre las rocas mojadas mientras mataba moscas/ Esa fue la última vez que fuimos allí.

También habrá una última vez para esto:/ traer flores cortadas a este cuarto blanco./ Tarde o temprano yo también/ tendré que renunciar a todo,/ hasta la tristeza que acompaña a estas flores,/ hasta la ira, / hasta el recuerdo de cómo las traje / desde el jardín que para entonces no tendré,/ y las puse al lado de mi padre moribundo,/ con la esperanza de poder salvarlo todavía... Nos conmueve a través de Flowers, y tal parece que la conocemos desde siempre.


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