Desde la Asociación Yoruba de Cuba, el templo mayor que mantiene viva la cultura yoruba en la Isla, situado frente a la fuente de La India, al final del Prado habanero, partió el recorrido por la impronta africana en la cultura cubana, como parte del programa de verano Rutas y Andares para Descubrir en familia.
Acerca de esa sociedad se conoció que, en 1976 varios babalawos se organizaron para extender la cultura yoruba a la población, en general. En 1991 se estableció la asociación legalmente y un año después se realizó el primer Congreso internacional, donde quedó expresa la voluntad del grupo de hermanar a los hombres.
En su actual sede, inaugurada en el año 2 000, puede consultarse información acerca de los orishas, cultos y rituales. La edificación cuenta con el Museo de los orishas, una tienda de objetos religiosos y una galería de arte, para dar a conocer la cultura yoruba en Cuba.
Dispone también de la sala de exposiciones "Merceditas Valdés, La Pequeña Ashé", áreas para conferencias y biblioteca, entre otros espacios.
Con bailes y cantos africanos fue acompañado el andar, que tuvo como guía a Alberto Granado, director de la Casa de África, quien se refirió a la mano de obra esclava utilizada en las construcciones de la antigua villa de San Cristóbal de La Habana y comentó que esos hombres eran excelentes ebanistas y conocedores de la piedra.
En la esquina de Monserrate y Teniente Rey se detuvo el numeroso público de todas las edades, y allí apreció restos de la antigua muralla que rodeó a la colonial urbe, la cual exhibe marcas realizadas por esclavos.
En ese sitio habló el Dr. Orlando Gutiérrez, miembro del Consejo Supremo Abakuá, quien manifestó que la cultura abakuá es heredera de asociaciones que existieron en el sur de Nigeria. Explicó que es una sociedad fraternal y una institución religiosa, que ha sido muy discriminada por el desconocimiento histórico. Señaló que abakuás se incorporaron a las luchas en la manigua redentora; el 27 de noviembre de 1871 cinco esclavos abakuás fueron a rescatar a los estudiantes de medicina, y abakuás también combatieron a los bandidos del Escambray.
Los participantes en el andar se detuvieron en la Plaza del Cristo, ante una escultura dedicada a Gabriel de la Concepción Valdés, Plácido (1809-1844), donde fue declamado el poema A la fatalidad, compuesto por Plácido.
Luego, bajaron por la calle Obrapía hasta la sede transitoria del Museo de la Música. Allí, a partir de una representación digital, se reprodujeron piezas que integran la colección de instrumentos musicales Fernando Ortiz, de antecedentes arará, yoruba, congo bantú y carabalí.
Sendas paradas se efectuaron, además, en una tienda de venta de plantas y objetos religiosos y en una galería, donde el público valoró elementos de la cultura africana. Para concluir, en la Casa de África, Adriana Pérez, especialista de la institución, se refirió a los pardos y morenos libres, que fueron institucionalizados por la corona española.
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