(…) Señor Presidente, distinguidos representantes: Se habla con frecuencia de los derechos humanos, pero hay que hablar también de los derechos de la humanidad. ¿Por qué unos pueblos han de andar descalzos para que otros viajen en lujosos automóviles? ¿Por qué unos han de vivir 35 años para que otros vivan 70? ¿Por qué unos han de ser míseramente pobres para que otros sean exageradamente ricos?
Hablo en nombre de los niños que en el mundo no tienen un pedazo de pan; hablo en nombre de los enfermos que no tienen medicinas; hablo en nombre de aquellos a los que se les ha negado el derecho a la vida y la dignidad humana.
Unos países tienen mar, otros no; unos tienen recursos energéticos, otros no; unos poseen tierras abundantes para producir alimentos, otros no; unos están saturados de máquinas y fábricas están, que ni respirar se puede el aire de sus atmósferas envenenadas, otros no poseen más que sus escuálidos brazos para ganarse el pan. Unos países poseen, en fin, abundantes recursos, otros no poseen nada. ¿Cuál es el destino de estos? ¿Morirse de hambre? ¿Ser eternamente pobres? ¿Para qué sirve entonces la civilización? ¿Para qué sirve la conciencia del hombre? ¿Para qué sirven las Naciones Unidas? ¿Para qué sirve el mundo? No se puede hablar de paz en nombre de las decenas de millones de seres humanos que mueren cada año de hambre o enfermedades curables en todo el mundo. No se puede hablar de paz en nombre de 900 millones de analfabetos (…)
Todos los reunidos en aquel pequeño espacio y, a la vez grande —como grande es su memoria y su impronta—, aplaudimos también al más inmenso de los martianos y revolucionarios, tras la grabación escuchada. Agradecidos todos, de tenerlo aun y por siempre entre nosotros, de haber sido y de continuar siendo este pueblo y país su Revolución y consagración. Así recibimos sus palabras, recogimos su alerta siempre vigente, su verdad digna, abierta, ante la realidad del ayer y las del mundo actual, que persisten producto de las ambiciones y odios de unos pocos.
El héroe inolvidable, al igual que hace casi cuatro décadas atrás en aquel discurso, nos continúa exhortando, con igual aplomo y valentía, a la construcción y logro de un mundo mejor y más justo.
Y es que pudimos una vez más constatar la presencia de Fidel Castro Ruz, del líder histórico de la Revolución cubana, a través de una grabación con su voz ante el plenario del XXXIV Período de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), efectuado en Nueva York, el 12 de octubre de 1979. Hecho histórico rememorado con motivo del Aniversario 91 de su natalicio, con la develación de una gigantografía en la capitalina sede de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU). Un sentido homenaje que contó con la presencia de compañeros de lucha del eterno Comandante en Jefe; combatientes cubanos y latinoamericanos; su hijo, Alex Castro; funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores (Rogelio Sierra Díaz, viceministro); representantes de la Junta directiva de la ACNU —entre ellos el periodista Pedro Martínez Pírez, vicedirector de la emisora Radio Habana Cuba, y quien fungió como conductor del encuentro—, además de académicos y representantes de la sociedad civil cubana en general.
En hermosa intervención, el prestigioso diplomático doctor Raúl Roa Kourí, destacó:
En mi caso estuve las tres primeras veces en que Fidel viajó a Naciones Unidas. En 1959, cuando visitó Naciones Unidas junto al embajador Bisbé, para luego acompañarle a Harvard, en un discurso memorable —directo de Fidel—, en idioma inglés; en 1960, cuando pronunció un discurso kilométrico (…) totalmente improvisado y a partir de ideas que ya le había expresado al grupo que le había acompañado. Aquel fue un discurso de cuatro horas y algo —no se movía ni una mosca en Naciones Unidas, si es que la hubiese habido a pesar de ser un sitio bastante aséptico—; intervención que fue atendida no solo por los miembros de las distintas delegaciones y por la prensa que asistió allí para brindarle cobertura, sino también por parte de todo el personal —que pudo “zafarse” ese día de su trabajo, al colmar asientos y pasillos—, perteneciente a la Secretaría de las Naciones Unidas.
A diferencia del discurso de 1979, aquella intervención constituyó un juicio político al imperialismo norteamericano en el seno de dicha organización; nunca antes, gobernante alguno había dicho las cosas que expresó Fidel en aquel discurso fundamental para la historia de la Revolución al plantear para siempre que Cuba era un país independiente y soberano, y que nuestra consigna era y continuará siendo “Patria o Muerte, Venceremos”.
Rememoró seguidamente:
En 1979, y siendo Representante Permanente de Cuba ante las Naciones Unidas, trabajé en el Buró de Coordinación del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), con vistas a los preparativos de su VI Cumbre, efectuada en La Habana y que planteó las Declaraciones más importantes hasta aquel momento de dicho movimiento (…) Hay que decir que la esencia de los NOAL no era como algunos querían la equidistancia de los bloques existentes: socialista y capitalista, sino era un No alineamiento a favor de la lucha antiimperialista, anticolonialista, antineocolonialista, antirracista, antisionista (racista y exclusivista); contra la existencia de las armas nucleares, por el desarme general y completo…Esta fue la esencia de la NOAL creada en Belgrado en 1961, reunión a la cual asistí junto al entonces presidente cubano, doctor Osvaldo Dorticós Torrado. Jamás olvidaré su acta fundacional y el trabajo realizado por Cuba en aquellos momentos.
En relación con la presencia del Comandante en Jefe ante Naciones Unidas, en octubre de 1979, recalcó:
Ese año correspondió a Fidel, como Presidente del Movimiento de Países No Alineados, la tarea de informar ante las Naciones Unidas sobre los resultados de la VI Conferencia Cumbre efectuada en La Habana. Aquel fue un discurso memorable donde exponía conceptos fundamentales. Recuerdo además —experiencias que incluyo en un libro de mi autoría titulado El Torrente—, que fueron dos jefes de estado quienes se refirieron en aquellos momentos al concepto de que no podía existir paz sin desarrollo.
El primero fue Fidel, y el segundo, el papa Juan Pablo Segundo. Algo curioso pero que, al mismo tiempo, revela cierta química que surgió entre el Papa y el Comandante en Jefe, y no obstante la posición conservadora de su Santidad —muy diferente al actual Papa Francisco—, coincidieron ambos en los problemas referidos al cambio climático, al calentamiento de la Tierra, sobre los peligros que traían consigo la sobreexplotación de bosques, aguas…
Todo ello lo plantea Fidel en este discurso del 12 de Octubre de 1979, pero donde también puntualiza que es imposible la existencia de paz sin desarrollo, y que coexistan a su vez hambre, miseria, muerte prematura… junto al modo de vida lujoso del capitalismo desarrollado en los países subdesarrollados. Iguales planteamientos fueron defendidos también en aquella ocasión por el Papa Juan Pablo Segundo, sin condenar al capitalismo, pero sí al capitalismo salvaje. No obstante a ser siempre el capitalismo salvaje, al basarse en la explotación del hombre por el hombre.
En otra parte de su intervención, el connotado diplomático cubano dijo:
Rechazar el capitalismo, el imperialismo y abrazar la causa de los humildes de este mundo, como bien planteaba José Martí, significa que estamos ante una lucha que no ha terminado (…) A ese discurso de Fidel de 1979 —le sucedieron otros después e igualmente dirigidos hacia objetivos muy concretos en relación con la lucha de la humanidad por su supervivencia, y siempre enfatizando en el Hombre como especie, la más importante, hoy en peligro de extinción. Y esta es la lucha por la cual estamos aún comprometidos, todos los hombres que luchamos por el socialismo, por el comunismo y por la verdadera igualdad entre todos los pueblos y naciones.
Asimismo enfatizó que, a pesar del tiempo transcurrido, las denuncias de Cuba en la persona de su máximo líder continúan invulnerables:
(…) pues el bloqueo económico, comercial y financiero continúa, la base naval de Guantánamo permanece aun en territorio nacional, y la política hostil contra la Revolución cubana no ha variado. No olvidemos que el enemigo continúa siendo el mismo. Por lo tanto, el imperialismo yanqui continúa siendo el enemigo acérrimo de la independencia y soberanía de Cuba (…) En el día de hoy hemos develado una foto estupenda de Fidel hablando ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Fidel, quien habló a nombre de su pueblo, de su país y de los pobres de todo el mundo (…) a diferencia de otros estadistas o presidentes quienes hablan a nombre de sus plutocracias en esa tribuna internacional (…)
Finalmente, el doctor Roa Kourí subrayó:
El ejemplo de Fidel es solo comparable en nuestra historia al de José Martí. Estos son los dos grandes héroes de nuestra Historia patria. Y este discurso tiene que ver mucho con los momentos en que hoy vivimos (…) Lo que Estados Unidos no tolera es que Cuba sea independiente y soberana; trataron de impedirlo en los siglos XIX y XX, lograron hacernos una neocolonia, pero nos libramos de ellos para siempre. ¡No volveremos a ser colonia de nadie! ¡No volveremos a ser sometidos por ningún imperio, y mucho menos al imperialismo yanqui! No nos engañemos. Seguimos luchando contra el mismo enemigo, y esto Fidel Castro nunca lo perdió de vista.
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