Si existe una fecha que, año tras año, se afianza cada vez más en su labor de enseñanza, justicia y de principios dirigidos a la Patria es el Día del Trabajador Jurídico.
¿Sus raíces? Están dadas en un hecho histórico de enorme trascendencia: el ocho de junio de 1865, uno de los más grandes y queridos próceres de la Independencia de Cuba, Ignacio Agramonte Loynaz, presentó y desarrolló su Tesis de Grado para futuro abogado en la Universidad de La Habana.
Un tribunal de reconocido nivel de exigencia y profesionalismo compuesto por los doctores y profesores José Domingo Guerrero, José Manuel Mestre y Bernardo del Riesgo, tendrían a su cargo la discusión final del tema. El escogido era un “Estudio bajo el punto de vista del principio racional, sobre el derecho reformado por Justiniano en comparación con el anterior a su época”. Como era de esperarse, el joven obtuvo la calificación de Sobresaliente, con honores. Inicialmente se denominó Día del Abogado, por la costumbre en otras épocas de calificar como Abogado a todos los juristas.
Luego del Triunfo de la Revolución pasó a nombrarse, con más propiedad, Día del Jurista, y finalmente se adoptó la actual denominación: Día del Trabajador Jurídico, título más apropiado y justo pues comprende no sólo a los juristas sino también a todos los trabajadores que les auxilian en sus tareas.
A todos los trabajadores de este sector los mejores y más sinceros votos de éxitos y salud en nuestra tarea principal: la construcción de un socialismo más próspero y feliz; y, al mismo tiempo, en estos momentos en que se necesita más unidad, justicia y solidaridad entre todos los pueblos del mundo.
Cuba siempre tendrá mano extendida a la justicia y a la paz. ¡A todos, muchas felicidades, y a hacer revivir los principios de la figura de El Mayor Ignacio Agramonte!
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