Digo a todos, estoy aquí… cantó Yordanka


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La Casa del Alba Cultural preparó, hace unos días, un regalo pleno de colores y emociones. Una specialna sábota vecher [noche de sábado], como dirían los amigos búlgaros.

Llegó a nuestra tierra Yordanka Hrístova, esta vez con motivo de conmemorarse 55 años del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y el florido y aromático país balcánico. Aquel acontecimiento tuvo lugar el 14 de octubre de 1960, sin embargo, el temprano inicio de su conmemoración, permite ubicarlo, merecidamente y desde ya, entre los sucesos a recordar durante el actual año.

Esta vocalista excepcional, pero sobre todo, gran diva de la amistad, la fidelidad y el amor a Cuba y a los cubanos, como no se cansa de repetir, avalados por sus numerosas visitas, nos ofreció, una vez más, sus canciones y su arte, expresión de ser una rosa sin fronteras, como dice una de sus canciones.

Escuché y vi cantar a Yordanka Hrístova, por primera vez, en Bulgaria. Habían transcurrido 3 días desde mi llegada a ese país como parte de un grupo de estudiantes de distintas especialidades. Era el 9 de septiembre de 1976 y fuimos especialmente invitados a un concierto con motivo de un aniversario de la proclamación de la República Popular de Bulgaria, ocurrido tras la derrota del fascismo en su territorio, en esa fecha de 1944.

Aquella cantante trigueña, simpática, nos llamó especialmente la atención.  Sus movimientos en la escena, su forma interpretativa y su buena pronunciación del español, nos parecieron muy cercanos al espíritu latino, cualidades a la que se unieron su timbre de voz y su manera de querer a nuestra patria. Desde entonces cada cubano que la escuchó la admiró.

El tararear de sus “pegajosas” canciones nos ayudó a aprender la lengua de Cirilo y Metodio, y a comprender mejor la naturaleza de un pueblo que, aunque pequeño, gesticulaba el sí y el no con la cabeza de manera inversa a como lo hace el resto del mundo, para mostrar su negativa a ser un pueblo esclavo.

Muchos años has pasado desde entonces. Buena parte de ellos han transcurrido en un distanciamiento que ninguno de los dos pueblos habría deseado, sin embargo, cuando Yordanka Hrístova, al iniciar su presentación, dijo que en esta oportunidad estaba en Cuba para conmemorar 55 años de amistad, y destacaba la significación de que dicho recital se realizara en la Casa del Alba Cultural, centro hacedor de solidaridad a través de la cultura, capaz de aunar a los amigos de diversas latitudes, avivó nuestros recuerdos más bellos.

Fue alentador escucharle canciones de entonces y de ahora, ver a todos los presentes de diversas edades acompañarla aún en idioma búlgaro, expresión de que, “cuando se quiere de veras…”, y prodigarle risas, aplausos, abrazos y satisfacciones.

Más tarde, cuando la embajadora de Bulgaria en Cuba expresó que en aquella sala, la cual resultó pequeña, se encontraban ya tres generaciones de familias cubano-búlgaras: padres, hijos y nietos, se reafirmó que la mutua identificación con avatares e historias, con sacrificios y alegrías, con emociones y satisfacciones, son recuerdos que se mantienen vivos y actuantes en nuestros corazones, con la misma calidez y firmeza que nacieran hace 55 años.

Fue un concierto algo breve, que contó con la complicidad y amabilidad de Polito Ibáñez, joven y carismático cantautor, quien invitó gustoso a Yordanka para que actuara la primera parte del tiempo de su espectáculo, y visiblemente contento y emocionado, recordó cuando él, muy jovencito aún, escuchaba al también búlgaro Viser Kirov, cantar aquello de: “Cuba-Bulgaria, un machete y una rosa. Cuba-Bulgaria, significan amistad”.

Yordanka habló de amistad, de amor y de fidelidad entre nuestros países y nuestros pueblos. Dedicó canciones hermosas a su significado, a su permanencia en el tiempo, a la existencia y las virtudes de esta Cuba que afirma es su segunda patria.

Vale retomar lo que respondiera recientemente en entrevista de prensa, cuando al ser interrogada por el periodista de Juventud Rebelde, José Luis Estrada Betancourt, acerca de sus motivaciones para esta visita número a la Isla, enfatizó:

“En este 2015 se cumplen 55 años del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Bulgaria, así que les expresé a los embajadores de nuestros respectivos países mi interés en no dejar pasar por alto una fecha tan significativa, y decidí venir a ofrecer nuevamente mi arte. Era lo menos que podía hacer en nombre de todos mis compatriotas, que como yo llegaron a esta tierra y quedaron enamorados para siempre.

Ello significa algo: que esta unión es inquebrantable, que nada podrá cambiarla. Ni la política, ni un cambio de Gobierno pueden interferir en las relaciones entre las personas cuando se basan en el respeto, en el amor, en la admiración mutua.”

Gracias Yordanka Hrístova por tu arte, por tu fidelidad, por tu vida, por haber sido puente firme y fiel para el amor, la amistad y la admiración sincera entre nuestros pueblos, tanto que nos dura hasta hoy, y seguirá…

Allí, aún hoy, transcurridos 32 años de haberme despedido de esa tierra, conservo a mis mejores amigos en varias de sus ciudades, aunque no hemos vuelto a vernos.

Nosotros también sentimos la tierra búlgara como nachata mila rodna straná, es decir, como nuestra querida patria.


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