DIZZY GILLESPIE EN LA HABANA. FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ PLAZA EDICIÓN 39


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La mayor cita de la Isla con el jazz llegará a su edición 39,  del 21 al 28 de enero de 2024. Las ciudades de La Habana y Santiago de Cuba acogerán en sus escenarios el virtuosismo de músicos nacionales y extranjeros que hacen único cada encuentro del Festival Internacional Jazz Plaza.

Una de las muchas figuras prominentes que visitaron el Festival Internacional de Jazz Plaza fue Dizzy Gillespie quien vino mucho antes de ese 1er. Festival en La Habana. Para conocer vidas y milagros de sus visitas a Cuba publicamos esta entrevista (traductor por medio) a la distancia del aniversario 31 de su fallecimiento el 6 de enero de 1993.

 Gillespie (1917), junto con Charlie Parker, fue una de las figuras más relevantes en el desarrollo del bebop y del jazz moderno. Durante toda su vida fue un incansable estudioso de la música afroamericana, lo que le llevó a experimentar con el jazz afrocubano, colaborando con percusionistas como Chano Pozo.​ También incursionó en otros géneros como el calipso, la bossa nova y colaboró con músicos externos al mundo del jazz como Stevie Wonder.

-Dizzy hablemos de su primera visita a Cuba.

Fue en 1977, vine con un grupo de jazzistas en un crucero turístico y jazzístico, contábamos con algunos de los más acreditados músicos de los EE.UU. Dentro del mundo musical siempre se habla; pero no se conocía mucho  de Cuba. No existían relaciones entre los Estados Unidos y Cuba.

-Pues bien, en una tarde de un día cualquiera del mes de julio de 1977, desembarcan de un yate de excursión llamado Daphne: Dizzy Gillespie, Stan Getz, David Amram, Ray  Mantilla, el admirado pianista Earl  Fatha Hines, el clarinetista  Rudy Rutherford, el bajista John Orr, el baterista Eddie Graham. Los cantantes Marva Josie, Ry Cooder, la pianista Anne Brackeen, el baterista Billy Hart,  el guitarrista Rodney Jones, el baterista Mickey Roker, el timbalero Joe Ham. ¡Tremenda tropa!

-¿Venían periodistas y críticos?

Nos escoltaban gente gorda de la revista Down Beat, críticos de pegada: Leonard Feather, Arnold Jay Smith.

-¿Se efectuó un concierto amistoso?

Primero tuvimos un encuentro en el Salón del cabaret Caribe del hotel Habana Libre donde se descargó libremente una sabrosa jam con Los Irakere el Dizzy y demás visitantes. Por la noche, el concierto fue en el teatro llamado “Mella”. Coincidimos en que el encuentro fue de hermandad, amistad y respeto. Por supuesto que finalmente Los Irakere tocaron con muchos de los visitantes: Dizzy, Stan Getz y Amram, con el grupo de rumberos Los Papines por el medio. Se hizo un homenaje a Chano Pozo a quien yo tengo en un pedestal.

-¿En qué influyó esta visita de ustedes a Cuba?

Este encuentro influyó en la visita de Los Irakere al Festival de Newport, 1978 y una serie de giras musicales que se convirtieron en  una apertura, dado el  cierre de la industria musical impuesto a Cuba.

-¿Uno de sus primeros intereses era conocer in sito la tierra del gran tamborero Chano Pozo. Cuénteme de su encuentro y alianza con el genio del tambor cubano.

Pude conocer a Chano a través de Mario Bauzá (arquitecto principal del llamado jazz latino, afrocubano o simplemente cubano. Yo tenía en plan hacer un concierto en el Carnegie Hall de Nueva York. Decidí hacer algo distinto y me decido por el jazz cubano ya elaborado por Bauzá y Machito. Entonces Bauzá me lleva a conocer al monstruo del tambor Chano Pozo. A petición de Bauzá, Chano tocó y quedé estupefacto. Por primera vez puedo disfrutar de un tambor tocado con las manos y no con palillos como la batería. Bueno, de ahí salió el concierto en el Carnegie Hall que quedó en la historia del bebop de todo el jazz.

-¿Cómo se comunicaba con Chano?

Ambos hablamos en africano (risas).

-¿Después de eso qué más sucedió?

-Bueno, es memorable la alianza que hicimos para la grabación de la obra “Manteca”. Chano tenía la idea esencial de las líneas rítmicas y el tumbao; algo esencial para lo afrocubano. Yo enriquecí todo eso armónicamente añadiendo un puente y le pedí a Gil Fuller que preparara una orquestación original. Yo estaba como un gran descubridor de algo que cambiaba al mundo musical a través de Chano y Cuba. Eran como los tiempos de fundación y fundamento de la música cubana, unida al jazz. Manteca se graba el 30 de diciembre de 1947, en la RCA Victor, entonces se convierte en un himno del jazz latino; pero es en 1948 cuando estalla su popularidad mundial.

-Usted descubre a un pianista prospecto muy valioso llamado Gonzalito Rubalcaba, hablemos de ese encuentro.

Eso fue en 1985, en esa visita al Festival Internacional de Jazz. En ese año también participó el saxofonista alto Richie Cole. Yo escuché a Gonzalito Rubalcaba y quedé sorprendido, el joven solamente tenía 22 años, pero ya se le observaba su talento natural. Yo declaré que “es uno de los mejores pianistas prospectos que he escuchado en muchos años”. Unos días más tarde ofrecí un concierto junto a Gonzalito que fue grabado y editado como Disco LP. Más adelante Charlie Haden y yo consideramos que hacía mucho tiempo que no nos encontrábamos con un músico con estas cualidades. Haden lo considera como la gran aparición inesperada en el universo del jazz. A partir de aquel descubrimiento comienza la saga internacional del músico. Lo invitan al Festival Mar del Norte en Holanda, desde donde siguió camino hacia Londres, para el Festival de Grupos Cubanos de Jazz Latino en el Ronnie Scott Club, en el Club Paraíso en Ámsterdam, Montmartre, en Copenhague, Festival Spinks Amberes. Fue a la Jornada de la Cultura Cubana en España, al Monte Fuji de Japón, se presentó triunfante en el Lincoln Center de NY. Viajó por toda Europa, donde se presentó con figuras de calado como: Gato Barbieri, Michel Camilo, Astrid Gilbert, Al Dimeola, Ray Barreto, Tania María, Irakere, Tete Monteliu, Charlie Haden, Patitucci, Ron Carter, Dizzy Gillespie y muchos otros. Firmas como la Blue Note, EMI, Toshiba, GKM, organizaron sus conciertos internacionales.

-¿Qué intenciones tuvo usted con la Cuba musical?

-En verdad Cuba alimentó mi creatividad, lo que dejé con Chano Pozo es para la historia. Lejos de querer generar conflictos, siempre traté de desarrollar un puente cultural entre Cuba y los Estados Unidos, reanimar ese espíritu que había existido siempre entre ambos países.

 

 

 


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