Con entera justeza el 38 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano rinde homenaje a Julio García Espinosa (1926-2016), cineasta y teórico imprescindible en la historia de la cinematografía de la región, estrechamente vinculado a la fundación del Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográfica (ICAIC), de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños y, por supuesto, a la propia existencia del evento que nos convoca cada diciembre.
Como parte de la recordación, este sábado será presentado el libro Vivir bajo la lluvia compilado por Dolores Calviño Valdés-Fauly, su compañera en la vida y de reconocida trayectoria en la EICTV y en la Cinemateca de Cuba, fundamentalmente.
Acerca de esta nueva entrega de Ediciones ICAIC, Cubarte conversó con la también coautora de Memorias de Cuba Baila, volumen que recoge el guión cinematográfico y diversos materiales acerca de la primera película filmada por el ICAIC, la cual fue dirigida por García Espinosa.
¿Por qué seleccionaron ese título para el libro?
“Vivir bajo la lluvia es el primer texto de Julio a propósito de lo que todavía no era un Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, sino una asamblea en la que la UNEAC, con Nicolás como presidente, estaba un poco definiendo los caminos de la cultura cubana. Eso fue en 1963.
En
ese momento, Julio le quiso hacer una carta acerca de lo que él piensa de esa
reunión y escribe Vivir bajo la lluvia.
Ese texto fue muy estudiado por la Dra. Graziella Pogolotti y nosotros lo
retomamos porque la vida de Julio es como dice ahí: hay que mojarse. Hay que
soltar la sombrilla y empaparse.
Toda la vida de Julio fue eso. Estar permanentemente bajo la lluvia, así fuera de artillería, de agua, de viento, de lo que fuera. Pero siempre fue un gran luchador.
Esa fue su posición ante la vida, ante el arte, ante la cultura. Entonces me pareció oportuno que el libro se titulara Vivir bajo la lluvia”.
¿Además de este texto, qué otros contenidos encontrarán los lectores en el libro?
“El libro recoge, más que una entrevista, una larga conversación que empezamos con un joven que en ese momento estaba buscando cuál era el cine que quería hacer, Magdiel Azpillaga.
Hicimos
una amistad y empezamos a grabar a Julio en la casa, en la escuela y, después,
conversando. Pero sin entrevistarle, sino simplemente abordando determinados
temas. En cierta manera tratando de seguir el libro Conversaciones con un cineasta incómodo, en el que el propio
Víctor Fowler reconocía que faltaron muchas cosas.
Esa es la columna vertebral y, sobre eso, teníamos muchos textos de Julio inéditos, muchos trabajos inconclusos. Cosas que él observaba, textos que habíamos guardado por determinadas razones.
Por ejemplo, está la carta que le mandó a Fidel cuando el problema de Alicia en el pueblo de Maravillas. Fue una carta que nosotros dos guardamos durante todos estos años y que la saqué, consciente él de que la estaba sacando. No es una responsabilidad mía.
Él me dijo que era el momento y ahí está. Espero que muchos artistas, muchos compañeros no se olviden de los errores que se cometieron para que no los volvamos a cometer jamás”.
Supongo que hayan incluido fotos en el libro…
“Hay muchas fotos. Pocas en relación con las que teníamos. Hay muchas más porque estamos haciendo con Manuel Herrera un documental que se llama Retrato de un artista siempre adolescente y ahí recorremos a Julio de punta a pa, con lo cual recorremos al ICAIC de punta a pa”.
¿Aparecen en el libro textos de otros autores?
“Tiene trabajos nuevos. Uno de Michael Chanan que actualiza Por un cine imperfecto hoy en el mundo. Lamentablemente, Julio no lo pudo ver.
La intervención de Joel del Río también es nueva. Hay tres o cuatro textos que son nuevos. Bueno, nada de lo que aparece en el libro fue editado con anterioridad”.
¿Cómo participó Julio en la concepción del libro?
“En
ese proceso largo de su enfermedad, era una manera de mantener el cerebro vivo.
Nos reuníamos todas las tardes cuando yo venía de la Cinemateca. Nos sentábamos
y leíamos todas esas cosas. Íbamos trabajando, sin que al comienzo pensáramos realmente
en el libro.
Siempre con la idea de que él iba a cumplir sus 90 años y para entonces tener un testimonio de cómo había sido su proyecto de vida, cómo habían sido sus riesgos, sus deseos, su manera de ver la cultura cubana.
Hago mucho hincapié en eso porque toda la parte de su trabajo en la música está muy perdida y, sin embargo, fue fundamental el giro que dio el Ministerio de Cultura cuando Julio asumió el viceministerio de la música y de los espectáculos”.
¿Con qué período se corresponde esa etapa?
“El entra como asesor de Armando Hart cuando en 1976 se crea el Ministerio de Cultura y continúa en el ICAIC. Pero inmediatamente, en 1978, se incorpora como Viceministro. Esa etapa finaliza en 1982, cuando tiene que asumir nuevamente la dirección del ICAIC.
Hay una cosa que vamos olvidando por el camino: El Mégano, que es la idea de un nuevo cine cubano, no es solamente el testimonio de Julio, ni el de los cineastas. Ahí estaba Servando Cabrera, ahí estaba Juan Blanco. Los que van en la canoíta por el río son integrantes del Ballet.
O sea, esa unidad de la cultura es lo que hace el ICAIC y lo que hace el pensamiento de Julio durante toda su vida”.
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