Todos los cubanos hemos tenido, en algún u otro momento una estrecha relación con Dora Alonso; unos de manera directa y muchos por la vía literaria, radial, televisiva, porque esta escritora que nació un día como hoy de 1910, ha acompañado a varias generaciones con sus enseñanzas morales y sus sublimes historias llenas de bondad, fantasía, amor, solidaridad y cubanía.
Nació en Matanzas, con el nombre de Doralina de la Caridad Alonso y Pérez-Corcho, en el campo cubano, experiencia que la dotó de esa fabulación natural y sencilla con que desplegó una producción literaria inmensa especialmente dedicada a los más jóvenes.
Fue, además, dramaturga, poeta, periodista, y escritora radial; por el conjunto de su obra literaria fue galardonada en el año 1988 con el Premio Nacional de Literatura.
Siempre fue una niña precoz, intuitiva, observadora y soñadora una «escritora antes de saber escribir», como aseguró una vez, y con tan solo 9 años, ya lo era, pues ganó el primer premio del concurso literario provincial Estela Brochs de la Torriente, y luego, a los 16 publicó en las páginas del periódico El Mundo su primer poema, con el título de «Amor».
Es considerada una de las más importantes escritoras cubanas para niños y la más traducida y publicada en el extranjero; esta vertiente de su producción literaria estuvo caracterizada por la sencillez, la maestría descriptiva de lugares y personajes, y el afán de inculcar en niños y jóvenes, desde el disfrute, los valores humanos y el amor a los demás y a la naturaleza.
Entre sus muchas obras escritas para los más jóvenes, destacan la noveleta juvenil Aventuras de Guille, (1968); El cochero azul (1975), y El valle de la Pájara Pinta, (1984)
Aventuras de Guille resultó el libro de más demanda entre los jóvenes lectores cubanos, según encuesta realizada en las bibliotecas públicas del país.
Uno de sus obras más admiradas por niños y adultos es El cochero azul, que en cada edición constituye un fenómeno editorial, ya que es una precursora de la nueva tendencia de conformación artística del relato infantil cubano, a tono con lo más avanzado de la narrativa latinoamericana contemporánea; su temática humana y universal, mantiene una vigencia intacta.
El valle de la Pájara Pinta, superó todas las expectativas por lo que se alzó con el Premio Casa de las Américas en 1980 en la categoría de obras para niños y jóvenes.
En su obra lírica, marcada por la belleza del lenguaje y la emoción que emana de cada estrofa, destacan por su belleza Viaje al Sol, (1979); La flauta de chocolate, (1980), y Escrito en el verano, (1993).
Su labor periodística, que desarrolló durante toda la vida, es también de gran significación para el pensamiento y la historia del país; para solo citar dos ejemplos, Dora Alonso fue corresponsal de guerra de la revista Bohemia en el ataque a Playa Girón en 1961; sus crónicas del suceso, plasman todo del horror de la invasión mercenaria.
Al año siguiente, durante la Crisis de octubre, o crisis de los misiles, repitió esta labor para la popular revista, en la localidad habanera de Minas.
Su historia de compromiso social, y con la causa de la soberanía de la nación, había comenzado mucho antes, ya que 1934, había ingresado en la organización antiimperialista Joven Cuba, dirigida por Antonio Guiteras.
Antes de comenzar su extraordinaria carrera como escritora radial, se ganó la vida haciendo labores manuales; la ayudaba la creatividad innata de esta mujer que nunca tuvo a menos recordar esta etapa en la que hacía costuras de baratillo que comercializaban los polacos dueños de tiendas en la calle Muralla de la Habana Vieja, y hacía muñequitos que llenaba de aserrín, los pintaba y bordaba para luego venderlos, hasta que comenzó a escribir guiones para radio, el primero de los cuales fue un cuento de tema esclavista, «Blanco y negro».
Al paso de los años, se convertiría en una de las más importantes novelistas de ese medio, con obras que posteriormente fueron llevadas a la televisión cubana, como Sol de batey, y Tierra brava, con gran éxito entre el público en ambos medios.
Creó un largo repertorio de piezas teatrales que gozaron del favor del público, entre ellas, Tintín Pirulero, Bombón y Cascabel, Mandamás y El sueño de Pelusín, todas incluidas en el repertorio del Guiñol Nacional de Cuba.
Al arrancar el año 1960 estrenó en la televisión nacional un programa semanal de títeres que formó parte de la vida de muchos niños cubanos durante varios años: Las aventuras de Pelusín del Monte.
La prolífica narradora, defendió en sus obras la realidad cubana mezclada con la fantasía que despierta el interés por la lectura en los más jóvenes; no dejaba de reflejar elementos de la identidad cultural, las tradiciones, el folklore, el humor criollo y la belleza de la naturaleza insular.
Dora Alonso recibió múltiples reconocimientos, no solo en Cuba sino también en otros países como Chile, Alemania, y Costa Rica entre otros.
En 1944 le es conferido el Premio Nacional de Novela; en 1961 alcanza el Premio Casa de las Américas por la novela Tierra inerme; su libro de cuentos Ponolani en 1962,resulta primera mención en este certamen, y en 1985 obtiene el Premio Internacional Máximo Gorki, el lauro de literatura para niños y jóvenes más relevante de las secciones nacionales de los países socialistas de la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY); el Premio La Rosa Blanca, de la UNEAC, y el Premio de la Crítica del Instituto Cubano del Libro.
En 1981 recibe la medalla aniversario 20 de la Invasión a Playa Girón, y la Distinción por la Cultura Nacional, al siguiente año le es otorgada la Medalla Alejo Carpentier, y en 1983 es seleccionada por la población en entre los escritores cubanos más populares, al alcanzar 9 mil 780 votos de 1983, en una encuesta de la revista Opina.
En 1987 le conceden una réplica del machete del General Máximo Gómez por haber contribuido con su obra a la elevación de la conciencia patriótica e internacionalista del pueblo cubano.
Igualmente es acreedora de la Orden Félix Varela de Primer Grado, la más alta distinción cultural que concede el Consejo de Estado de la República de Cuba; la categoría de Miembro Emérito de la UNEAC; la Orden Nacional Ana Betancourt y la Distinción por la Educación Cubana.
En 1997, mereció con absoluta justicia el prestigioso Premio Internacional de Literatura Infantil José Martí.
Dora Alonso falleció el 21 de marzo de 2001, a la edad de 90 años, pero como todos los seres que dedican su vida al bienestar y aprendizaje moral y espiritual de los más jóvenes, vive cada vez que un niño o una niña abren cualquiera de sus libros y comienzan a soñar los sueños de la escritora.
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