Foto: Cortesía de Nancy Cepero
Al llegar al cine de 23 y 12 para ver el documental Charo Guerra y Georgina Herrera. Otra vez frente al espejo, una coproducción entre el ICAIC y Wajiros Films encontré a su directora Rebeca Chávez fuera del cine, al lado de su esposo, el excelentísimo guionista, escritor, director y Premio Nacional de Cine Senel Paz, quien luego de escribir El lobo, el bosque y el hombre nuevo, hizo una adaptación del cuento para el guion de Fresa y Chocolate, aquella película icónica dirigida por Juan Carlos Tabío y Tomás Guitiérrez Alea.
Me acerqué a ella para hacerle algunas peguntas sobre el documental. «Usted me hace las preguntas luego de que termine el documental» –dijo-. Una propuesta (respuesta) inteligente –pensé-, perspicaz, aunque inesperada, confieso.
Amigos, familiares y espectadores estaban presentes aquella tarde en el Cine 23 y 12, entre ellos Charo Guerra, una de las protagonistas. Minutos antes, Rebeca se acercó a mí, y espontáneamente me confesó que ella era alérgica a las entrevistas (reímos las dos). Le agradecí por su sinceridad y continuó hablándome, también espontáneamente.
En ese momento justo, antes de entrar a la sala, un impulso de apertura emotiva hizo que Rebeca me revelara un sueño que tuvo la noche anterior. Había soñado con Georgina. Su tono transmitía preocupación, tristeza, y una conmoción espiritual por este develamiento onírico en el que sentía que Georgina le mandaba una señal.
Georgina estaba gravemente enferma con COVID-19 en el hospital. Tiene 85 años. No pudo presentarse a la exhibición de un documental que honra su nombre y su obra. Poco tiempo después supimos de su fallecimiento.
Cuando Rebeca, efusiva, le comentó a su esposo que soñó con Georgina y que Georgina vino a despedirse de ella, él le respondió que no se despedía, sino que la acompañaba para darle aliento.
Ya en la sala, Rebeca expresó sentirse muy agradecida por todos los que acudieron a la presentación, y que realizar el documental en medio de las circunstancias delicadas en que se vive era un gozo y un regalo. Destacó además el placer que le produjo trabajar con un equipo que se comportó como una familia. Y nos invitó a compartir y a descubrir eso que ella descubrió y que le enriqueció como lo fue conocer a dos creadoras decididas a contar gran parte de su vida y obra. Y casi en la irrupción de un llanto difícilmente controlado, con voz quebrada hizo el esfuerzo para dedicarle la presentación a Georgina.
El cortometraje es una evocación a la obra de dos poetas cubanas, una urgencia por contar su historia: dos mujeres que partieron de sus pueblos, su lugar de origen, paradas una frente a la otra, mirándose al espejo… Un testimonio revelador para aquellos que no las conocen.
Fragmentos de algunas de las poesías de Charo Guerra como Holograma del trópico, Estado de ánimo; Digo, dice, decimos; y de Georgina Herrera el poema África, un homenaje a sus raíces y a la infinita gratitud por ser una mujer negra, guiaron la trama de este documental donde Georgina Herrera expone: «Toda mi vida está en mi poesía». Y aunque treinta minutos resultaran limitados para reflejar la vasta obra de estas mujeres, -aunque respetuosamente sintetizado- logró mantener la integridad y contundencia de dos historias de vida que se unen en un punto común: la poesía.
Al concluir el documental, muchos de los presentes se acercaban constantemente a Rebeca para agradecer por la proeza de inmortalizar la obra de estas creadoras en la intimidad de un audiovisual ameno en la plenitud de la confianza con que ambas expusieron experiencias y episodios sensibles de su vida.
A la poetisa y periodista de formación Charo Guerra también se le aproximaron personas. Charo estaba conmovida y nerviosa. Comentó sentirse privilegiada: «Me gusta que la poesía ocupe otros espacios, como el audiovisual. Fue idea de Rebeca que en lugar de leer los poemas los dijéramos. Me sentí la acompañante de Georgina que tiene una obra inmensa y lo que yo escribo no se puede comparar con ella. Ella para mí es una personalidad, un patrón, ojalá lograra expresar todo lo que ella ha podido».
Charo Guerra es la autora de varios poemarios como Un sitio bajo el cielo (1991), Los inocentes (1993), Vámonos a Icaria (1998), entre otras obras como Vámonos a Icaria (1998)y Pasajes de la Vida breve (2008).
Georgina, escritora de novelas, cuentos y teatro. Entre algunas de sus obras se encuentran GH (1962), Gentes y cosas (1974). Granos de sol y luna (1978), Gatos y liebres (1978), Grande es el tiempo (1989), y Gustadas sensaciones (1996).
Rebeca Chávez espera volver a verse con Georgina, cultivadora de la poesía afrocubana y defensora de la mujer. Siempre le agradeció haber mantenido la bondad y el amor después de todas las circunstancias pasadas en que fue vilipendiada: una mujer negra, discriminada por su color de piel y por su literatura. Rebeca afirma nunca haber visto rencor en ella, ni en sus palabras.
Charo Guerra y Georgina Herrera. Otra vez frente al espejo es un emotivo acercamiento a mirarse por dentro en el espejo de estas grandes poetisas, valientes, claras como su propio reflejo en cada uno de nosotros.
Tomado: Versión Cubanow
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