Dulce María Loynaz, nunca olvidada


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Un ciclo de conferencias relacionado con la vida y la obra de la afamada poetisa Dulce María Loynaz, comenzó en la sede de la que fuese su última residencia en la capitalina zona de El Vedado, y que hoy ocupa el centro cultural que lleva su nombre.

Reconocidos escritores y poetas cubanos como Víctor Fowler, Zaida Capote y Virgilio López Lemus son los encargados del panel preparado para tales efectos y que, en su primer día de actividad, contó con la presencia del escritor Víctor Fowler, director del Centro Cultural Dulce María Loynaz.

“La mayoría de las personas que hacen referencia a la obra de Dulce María en la década de los ochenta del pasado siglo, siempre parten del misterio, de la idea de llegar a un espacio físico diferente en la ciudad. Todas hacen mención de la casa descuidada, rodeada de árboles, de la señora que no abría la puerta cuando la tocaban –exenta de timbre y aldaba--, y si la llegaba a abrir, salían ladrando un grupo de perros…Todo partía de un misterio generado de un hecho real, al producirse un aislamiento por parte de esta escritora desde los inicios de la década de los sesenta hasta los ochenta del pasado siglo cuando, finalmente, comenzaron a visitarla jóvenes intelectuales de aquella época --Albertico Lauro y Vicente González Castro, entre otros--, o como Eusebio Leal…Así cuando todos la describen, lo hacen a partir de un mundo extraño, aislado…donde entran a dialogar con una señora que no se entrega fácilmente; con respuestas, por momentos, desconcertantes y con quien poco a poco, a la luz de los años de trato, se va estableciendo una relación de respetuosa y cariñosa amistad”, afirmó Fowler al iniciar su intervención para agregar que “esa primera imagen es realmente la de la familia, pero esta es una autora a quien también descubrimos continuamente y, al hablar sobre ella tenemos que partir de dos hechos. Uno, el haber sido hija de Enrique Loynaz del Castillo - connotado general de nuestras luchas independentistas; enorme figura pública, patriótica, de la Historia de Cuba – y de María de las Mercedes Muñoz Sañudo, señora de altísimas dotes intelectuales y artísticas.

Destacó a continuación que, a partir de la publicación de un grupo de entrevistas a Dulce María en los años ochenta del pasado siglo y tras también obtener el Premio Cervantes (1992), algunos periodistas le inquirían la razón por la cual había decidido permanecer en Cuba tras el triunfo de la Revolución cubana teniendo en cuanto su anterior posición social, a lo cual ella siempre respondió (y en más de una ocasión), que “soy la hija del General Enrique Loynaz del Castillo. Y es que ese vínculo de patriotismo con territorio, siempre estuvo presente como marca definitoria a lo largo de toda su vida”.

“Igualmente, otra marca definitoria en ella fue la relación con sus hermanos. Un mundo familiar donde cada uno de ellos se crió de una forma bastante particular, y que parte en lo esencial de las angustias de la madre –producto del asesinato de los abuelos maternos--, y su proceder en la educación de los hijos bien apartados del contexto social, del mundo exterior, y muy dependientes unos de otros. A la vez de crearles un mundo de fantasías y de fabulaciones. Y es en este mundo, en estos hermanos, en el que se inspira Alejo Carpentier para escribir su libro El reino de este mundo. Al mismo tiempo la casa, el hogar, significan para la escritora familia, felicidad, magia, aspiraciones, ilusiones…Y esto es lo que ocurre con su casa anterior, enclavada en las calles Línea, Calzada y calle catorce en El Vedado, donde transcurren la infancia y parte de la adolescencia de ella y sus hermanos. “Por otra parte, los hermanos eran bien diferentes”, continuó su relato Fowler,  “Dulce María tenía un gran acercamiento hacia Carlos Manuel, muy inclinado por la música; mientras que los otros eran verdaderos enamorados de la poesía. En relación con su hermana Flor y, según sus vecinos del reparto La Coronela, era una mujer espectacular con un gran sentimiento de reivindicación, de libertad, algo que, en aquella época, resultaba profundamente escandaloso. Fue una crítica del aristocraticismo de su hermana, a quien calificaba de mujer fría y rígida. Algo que el tiempo se encargó de refutar pues tras la muerte de la madre, la escritora pasó a ser la protectora de sus hermanos, en especial de Carlos Manuel, un hombre con problemas psíquicos”.

En relación con sus dos grandes relaciones amorosas o matrimonios, Fowler rememoró a Enrique Loynaz, su primo hermano –un Adonis o especie de semi dios--, y al periodista-cronista social Pablo de Cañas. En una entrevista ella declaró que: “Puede amarse a dos hombres de manera distinta. A uno, con la pasión unida al demonio de los celos y al otro, con un amor reposado, unido a la razón, a la fidelidad. Amor que triunfa finalmente”.

A Pablo de Cañas ella siempre le agradeció el impulso que le impregnase para poder desarrollar su obra literaria. Tras el triunfo de la Revolución, Pablo decide marcharse de Cuba –“sin razón alguna”, según Dulce María--, fallece en 1974.

Asimismo el Director de dicho centro cultural, recordó la situación que surgió con respecto a la posición de determinados escritores --luego del triunfo de Enero de 1959--, y su posición político-ideológica durante el régimen anterior. Esta situación no sólo debe atribuírsele a la Revolución cubana, sino también (históricamente), a hechos como la Guerra Civil en España; a Francia y el gobierno De Vichy; a Alemania-Segunda Guerra Mundial…En lo que respecta a Cuba este debate se inició en el sector de la educación, se extendió a la política y luego a la cultura. Ese debate incluyó no sólo a Dulce María, sino también a intelectuales como Lezama Lima, Virgilio Piñera, Jorge Mañach, José Ángel Buesa…Fue uno de los debates relacionados con la reorganización efectuada en el campo cultural con sus posteriores cambios en la jerarquía institucional, en los sistemas de valores, en la conducta, en los espacios públicos…Y el trabajo literario de Dulce María iniciado en la década del veinte, era representativo de un espacio o corriente implicada entre el romanticismo y el post modernismo. La llegada de la Revolución con sus nuevos valores trajo consigo cambios en la escritura, no afectada por un refinamiento del lenguaje, sino privilegiada por la poética conversacional, por el enfrentamiento político, y por introducir un lenguaje popular en el mundo de la poesía cubana. Así, las grandes batallas de la poesía cubana en la década del sesenta del pasado siglo se caracterizan por serlo entre la poética conversacional y la poética hermética de Lezama Lima y los creadores del Grupo Orígenes, a la vez por el rechazo hacia las poéticas románticas.

“Es por todo ello y no por otra cuestión, continuó Fowler en su explicación, que la obra de la Poetisa va quedando apartada y olvidada con el tiempo. Sin embargo, su obra llega a ser reconocida y divulgada en España. Ya en década de los ochenta comienza a recibir homenajes por parte de las autoridades de la Isla y distinciones, entre ellas, la Orden de la Cultura Nacional, el Premio Nacional de Literatura y el Premio Cervantes (España). Hay varios retornos, incluso de ella a la vida pública cubana al pronunciar conferencias --entre ellas una dedicada a su hermano Enrique, Un poeta desconocido--, al igual que pudo constatar que, realmente, el lector cubano sentía profundo afecto hacia ella y su obra. Por tanto nunca hubo olvido alguno hacia Dulce María; un gran escritor nunca es ni será olvidado en nuestro país”.

Finalmente resaltó que: “Debemos y tenemos que profundizar en el conocimiento de la vida y la obra de esta excelente escritora, orgullosa de su Cubanía; de  trasladar  al mundo esta principal cualidad de ella. Con vista a este objetivo este centro cultural siempre tendrá las puertas abiertas a la comunidad, a vecinos, amigos intelectuales, a la realización de visitas dirigidas, entre otras acciones”.

 

. “Ella no llegó a aislarse. Todo lo contrario, nosotros la aislamos”.

Según la opinión de María del Carmen Herrera, albacea de Dulce María:

“Ella no llegó a aislarse, todo lo contrario: nosotros la aislamos. Mucho antes del triunfo de la Revolución, la labor literaria de Dulce María era ya reconocida en España. No tenía que ir en busca de una editorial para que le publicasen sus libros o emitir conferencias para darse a conocer. Nada de eso. Mantenía su trabajo con la Academia Cubana de la Lengua que jamás abandonó y que fuese tan importante para nuestras letras. Poseía una especie de mecanismo de autodefensa hasta que, poco a poco, fue recibiendo a muchas personas en esta casa. En los últimos años de su vida fue una mujer feliz, pues todos los días a las cuatro de la tarde, recibía a alguien. Desde los pioneros de esta comunidad que venían a visitarla, hasta a escritores –muchos de ellos premios nacionales de este país--, o intelectuales de otros países que querían conocerla. Es por ello que estimo que nosotros fuimos un poco culpables de su aislamiento”.

Subrayó además que “hay que analizar también la educación de Dulce María y sus hermanos. Fueron niños que no asistieron a escuela alguna; estudiaron dentro de sus casas con profesores a quienes se les retribuía su enseñanza, como tampoco se relacionaban con niños de otras familias, tan sólo con aquellas que eran amistades del General Enrique Loynaz del Castillo. Tras el divorcio del General de doña Mercedes, madre de Dulce María, ésta no quiso que los hijos se relacionasen con nadie más para evitar futuros matrimonios y divorcios, pues afirmaba que el interés por el dinero era lo que siempre primaba”.

Puntualizó seguidamente que “toda esta educación materna tiene que influir en el comportamiento posterior de Dulce María y de sus hermanos Enrique, Carlos Manuel y Flor. Debo destacar también que ella adoraba a sus hermanos, se sentía felicísima junto a ellos”.

Exhortó María del Carmen “a profundizar más en la vida y la obra de la entrañable Poetisa; a nunca olvidarla en cualquiera de los homenajes que se realicen referidos a nuestra cultura nacional, y este centro cultural que lleva su nombre (y su última residencia), es lugar distintivo con vista a tal objetivo”.

 


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