Ecos del Aquelarre. Ernesto Piña, muy de Piña en el animado.
Años atrás, de computadora a computadora, por el bluetooth de los teléfonos móviles –carecíamos en el entonces del Zapya y otros programas—, y a través del lento acceso a Internet, disfrutábamos de unos muñequitos, porque a la cubana así se conocen los dibujos animados, que desbordaban la risa. El sarcasmo, el chiste, la ironía, la parodia, dimensionaban eso que rayanamente los cubanos llamamos “cuero o chucho” y sin el cual la vida se nos haría vinagre.
Las propuestas y las historias, múltiples, de la más auténtica identidad nacional. Algunas imposibles de compartir abiertamente por la, aún, pacatería subyacente en algunos y las normas de la vida social como, por ejemplo, el asumir, sino como uso normal al menos su entendimiento, las denominadas “malas palabras”, bien reyoyas, “connotadas” y con infinidad de usos en la vida diaria.
Más allá de consideraciones ciertas o no, en esos animados veíamos y vemos con un toque de risa, ejes existenciales de muy larga y vigente data en nuestra sociedad, no solo desde la carcajada inmediata que provocan, sino, de la reflexión que intuyen.
Esos muñes se lo debemos a Ernesto Piña, realizador, artista de la plástica y “cuerista” natural. Concluye la edición XXVII del Festival de Humor Aquelarre 2023 y el evento teórico del mismo ¿Piensas ya en el humor? en su última jornada, dedicada a Luis Carbonell, invitó a dialogar a Piña. Casi que se atraganta cuando me le acerco en medio de la merienda, para que me diga algunas palabras.
“Empecé a jugar y ese juego se convirtió en algo mucho más serio”
- ¿Cómo se define Ernesto Piña desde el arte?
Artista audiovisual y de la plástica, con formación académica desde el punto de vista de las artes plásticas y con pura intuición al audiovisual. Por supuesto, he pasado algunos cursos que han tenido que ver con este. Pero, en sentido general, soy como un artista audiovisual.
- ¿Exactamente cómo llegas a esa línea del audiovisual y el animado?
Eso viene desde el año 2002, cuando comienzo a coquetear con el mundo de la animación pasando un curso en los Estudios de Animación ICAIC. Conociendo un poco el software, tuve la posibilidad de tener una computadora en la casa, trabajaba con los conocimientos recibidos y los combinaba con la técnica.
Ahí empecé a jugar y ese juego se convirtió en algo mucho más serio con el tiempo. Le fui tomando la vuelta, comencé a prepararme mucho más. De hecho, tuve mis conflictos en la escuela con algunos profesores mientras estudiaba artes plásticas en el ISA, pero, me gradué con un animado en el año 2006.
A partir de ese momento tuve la posibilidad de trabajar como tal en los Estudios de Animados ICAIC con todos los grandes: Tulio Raggi, Juan Padrón, Mario Rivas, Guillermo Ochoa, toda esa gente fuerte del animado en Cuba que estaban en ese momento allí. Decidí seguir el camino porque creí que ese era el lenguaje con el cual más me identifico para trabajar, aunque, no descarto que en algún momento me dé por volver a pintar o volver a hacer otro tipo de trabajo que tenga que ver con el mundo del arte.
- Y el humor, ¿cómo lo descubres?
Es natural, es algo que me nace espontáneo. Cuando joven conversaba con las amistades y se reían de las cosas que decía. Cuando ya tienes conciencia de eso empiezas a preparar algún discurso, de trabajo o de obra en la que tienes que investigar un poco más.
A partir del 2004, año en que hago el M5 como sátira a la película Voltus V, empecé a investigar más. Uno siempre tiene que buscar el gancho, pegar alguna historia. Si la combino o no con humor es en dependencia al tema que estoy tocando; por ejemplo, en mi última obra, La Súper, largometraje que trata el tema de la violencia de género, no cabía utilizar el humor como se hizo con Vampiros en La Habana; no tiene que ver una cosa con la otra. Me limité un poquito, pero, al mismo tiempo, en alguna que otra escena hay algún detallito que se toca con humor sin que afecte el concepto general de la película.
“Me interesa, sobre todo, hacer reflexionar a la gente”
- Comentabas que el humor es parte de tu personalidad. Ahora, seriedad y humor, ¿cómo enfrentas y conjugas ambas cosas, te lo propones siempre desde la reflexión? Si no fuera así, arguméntame.
Tiene que ver con la personalidad, la formación y educación que tengas como persona, como ente social. Es como una amalgama que influye. Siempre me enseñaron en la escuela de arte cómo ser más independiente, a estudiar bien las cosas antes de proyectarlas, investigar el tema que vas a tocar para, a partir de ahí, crear algo original.
Uso el humor como medio de conexión con el público, pero, haciéndolo reflexionar, lo pienso desde un punto de vista serio. No concibo una obra de arte que no mueva el pensamiento. El humor es una herramienta más dentro del mundo del arte. En lo pictórico empecé haciendo cosas que tenían que ver con el humor. Luego lo que hice fue traducir ese discurso al mundo audiovisual con su lenguaje característico: diálogos, construcciones de escenas, etc.
Todo eso lleva un nivel de investigación que debes dominar, por ejemplo, si vas a hacer un trabajo que tenga que ver con el humor criollo, vete a ver las obras de Juan Padrón. Siempre hacerlo con un sentido de pensamiento crítico ante el tema que estés tocando y ante la sociedad. Me interesa, sobre todo, hacer reflexionar a la gente sobre la sociedad en la que vive, por ahí va un poco el camino de mi trabajo.
- La parodia, la sátira, son elementos constantes que aparecen en tus obras, ¿insistes en estos y otros elementos?
Depende de la historia, de lo que quieras narrar, no es una camisa de fuerza que siempre utilizo. Primero viene la idea, posteriormente la desarrollo, veo qué argumento e historia voy a contar. A partir de ahí digo, a esto le puedo sacar una parte de humor o es netamente humorístico para que la gente se ría, como es el caso de Sin pelos en la lengua, el espectador se ríe desde el principio hasta el final, al mismo tiempo pensando con respecto al tema de las malas palabras.
“Tienes que lidiar con las instituciones… las ganas de trabajar siempre están”.
- Términos de producción. El animado es bastante difícil de producir, ¿cómo te las arreglas?
En muchos casos ha sido sin dinero como es el caso de M5, Todo por Carlitos. Esos trabajos iniciales se hicieron invitando a los amigos míos del ISA. Eso fue en el 2004 o 2005. Lo hicimos en condiciones mínimas. Los que les pude dar fue un pan con tortilla y una limonada.
Después, cuando comencé en los Estudios Animación ICAIC, fue distinto, gocé de un presupuesto. Allí hay un sentido de cómo construir e hilvanar una historia, armar una producción, trabajar en equipo. Tuve la suerte de entrar en calidad de director, les interesó abrir una línea de factura con mi estética.
En Cuba tienes que lidiar con las instituciones si quieres hacer algún tipo de trabajo. Recuerdo cuando hice la Peña de Piña, ese show de televisión que hablaba sobre la animación cubana, aquella que casi no se ve prácticamente, pasé trabajo al principio para conseguir el presupuesto. Después, al Canal Habana, en el año 2017, le gustó la idea y me financió 10 capítulos. A partir de ahí comencé el universo de la peña, tengo pendientes otros capítulos.
De manera en general, es difícil encontrar presupuesto, pero, las ganas de trabajar siempre están.
- Uno cliclea tu nombre en Internet y aparecen infinidad de links e información sobre tus obras. Sin embargo, en otros medios, la televisión, sobre todo, hay ausencia de ellas, se han visto pocas.
Te digo algo y ojalá me equivoque, no solamente en mi caso, es el caso de muchos animados cubanos, no se ven en televisión. No sé si obedece a cierto recelo con los pagos correspondientes del derecho de autor que tocan a los autores y artistas audiovisuales o es, sencillamente, que no lo ponen y punto. La razón no la sé. Es una suposición.
Lo que es cierto es que no se ven animados cubanos en la televisión. No tenemos como para tener una cadena o canal, no somos una súper productora de animados, pero, de 1959 hacia acá se han hecho bastantes trabajos, tanto desde el punto de vista históricos hasta los más actuales, se pueden exhibir. La Peña de Piña era para eso, para darle visualización a todos esos animados, no solo los hechos institucionalmente, sino, los realizados de manera independiente también.
- ¿Cómo te ha ido con La Súper?
Hasta ahora, bien. Estamos intentado durante todo este 2023, ver si la seguimos colocando en diversos festivales internacionales. Hace poco tuvimos en Marsella, Francia, una experiencia maravillosa. Fuimos a bailar a casa del trompo, la animación allá es espectacular. Muy feliz de que el público marsellés la haya acogido y asimilado bien. Acá se exhibió en la Isla de La Juventud, Santi Spíritus y Camagüey. Estamos tratado de moverla. Por ahora no lo haremos en televisión. Trato de dar visibilidad al personaje en otro tipo de producto como un vídeo clip o spot de bien público para que la gente lo vaya viendo.
Creo que a partir del año que viene sea posible su exhibición en televisión. También que se vuelva a proyectar en los cines de La Habana, prácticamente muchos no la vieron, quisiera que el ICAIC la reprogramara.
- Cosas nuevas en el tintero
Preparo un capítulo piloto de una posible serie, tiene que ver con las fábulas de Esopo, pero, desde el punto de vista contemporáneo. Trabajo con un par de guionistas, uno de ellos, Daniel Burguet, trabaja como tal en Vivir del cuento, el otro, es Amilcar Salatti que tiene un dominio del guion y el humor bien probados.
Esta serie se llamará Ahí viene Esopo. Es un renacer de las ideas de estas fábulas con las mismas moralejas, pero, narradas de otra manera, o sea, creando situaciones con un personaje más nuestro, de nosotros, más cubano, se llama Esopo y tiene un universo con un grupo de amigos y les suceden cosas a su alrededor que tienen que ver con las moralejas de las fábulas.
- ¿Y estaría el humor presente?
Sí, estará, pero, de otra manera, más sutil.
Fotos cortesía del autor
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