Antes de la llegada de los adictivos móviles, recuerdo que en Cuba los jóvenes solían enamorar con algún poema del célere poeta chileno Pablo Neruda, seudónimo y posterior nombre legal de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Parral, 12 de julio de 1904-Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973). Sobre todo las chicas, encabezaban sus autógrafos con versos extraídos de su memorable obra 20 Poemas de Amor y una Canción Desesperada; en tanto sus pretendientes y amigos solían escribirles en aquel pequeño álbum frases de este poemario, tales como “Me gustas cuando callas porque estás como ausente,/ y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca”, o “Mariposa de sueño, te pareces a mi alma”.
Lo cierto es que la obra de Neruda dejó profundas huellas entre los insulares. Y no solo entre aquellos adolescentes que lo evocaban, sino también entre muchos de los más importantes cultivadores de la lírica nacional, asunto sobre el que el prestigioso poeta, investigador literario, crítico, ensayista y periodista Ángel Augier, Premio Nacional de Literatura (1991), escribió el cuaderno Pablo Neruda en Cuba y Cuba en Pablo Neruda (Ediciones Unión, La Habana, 2005), a través de cuyas páginas resalta los estrechos nexos entre el autor de otros trascendentales poemarios como Residencia en la Tierra y Canto General con la cultura cubana.
Sobre este asunto, Cubarte dialogó con el reconocido escritor, narrador, investigador, editor y promotor cultural, Alberto Edel Morales Fuentes (también conocido por Albem Fuentes), quien desde Montevideo, Uruguay —donde se encuentra varado en espera de que abran nuevamente las comunicaciones aéreas cerradas debido a la pandemia de la Covid-19—, vía electrónica, apuntó que “Neruda es un referente imprescindible del imaginario poético cubano. Es, junto a Vallejo, el comentador de dos vertientes de una tradición de escritura latinoamericana en la primera mitad del siglo XX”.
Una de las más grandes figuras de las letras hispanoamericanas
Morales, integrante de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), dijo, además, que el bardo chileno que entró en la historia como una de las más grandes figuras de las letras hispanoamericanas del Siglo XX, “empalma mejor con el imaginario que viene de Rubén Darío y Vallejo; vendría a ser una indagación más afín a la raíz martiana.
Darío y Neruda trabajan más el sentimiento, y de alguna manera ofrecen menor dificultad a los lectores. Martí y Vallejo, en cambio, van a indagar en la raíz misma del idioma, en su música y en sus posibilidades semánticas más complejas
“Neruda —enfatizó Edel— es una de las grandes presencias de la literatura occidental, un escritor canónico, según el juicio crítico ya establecido por la academia. Pero antes que eso es uno de los poetas cuya voz habla más de cerca al lector común. Su sensorialidad y sentido son percibidos como próximos y muchas veces como propios por la mayoría de sus seguidores. Eso hace que su influencia cale hondo en el imaginario colectivo y se sostenga en el tiempo. Antes de recibir, en 1971, el reconocimiento oficial de la comunidad intelectual que supone el Premio Nobel de Literatura, era ya un autor asentado en la posteridad del alma humana”.
Expresó en versos la emergencia de un mundo y sus raíces
Según el intelectual cubano acreedor de infinidad de premios y reconocimientos, entre estos la Distinción Por la Cultura Cubana (2003), en esa permanencia del popular escritor chileno “pesan de manera notable sus poemas amatorios, que devolvieron en versos una sensibilidad peculiar y construyeron un imaginario de muy alta capacidad de imantación.
Pero también su responsabilidad social y su mirada latinoamericana, capaz de apresar y expresar en versos la emergencia de un mundo y sus raíces. De la Tentativa a la Residencia en la tierra, a España en el corazón, el Canto general y la Canción de gesta hay un destino civil que se muestra y construye como poesía”.
Se trata —afirmó— de “una poesía que entra en la historia, cala en lo hondo del dolor humano y funda esperanza desde los entramados del lenguaje”.
Reforzó su atracción natural por la isla
Morales igualmente destacó la filiación comunista de Neruda, “característica también de una valiosa zona de la vanguardia artística de su época, lo comprometió a fondo con la revolución cubana y reforzó su atracción natural por la isla. No me corresponde hablar de eso, obviamente no estuve allí en esos días. Ángel Augier condensó esa relación de conocimiento y amor profundo, previa y posterior al triunfo popular de 1959, en su libro Neruda en Cuba y Cuba en Neruda”.
Asimismo agregó: “Más allá de alguna que otra carta o expresión desafortunada que el tiempo relativiza y sitúa en su lugar, yo, autor cubano, me reconozco profundamente en aquel estremecimiento adolescente que acompañó la lectura de unos poemas donde la noche está estrellada y tú no estás conmigo y titilan azules los astros a lo lejos, y en la declarada contundencia vital de versos como estos: “Cuba, mi amor, qué escalofrío/te sacudió de espuma la espuma,/hasta que te hiciste pureza,/ soledad, silencio, espesura,/y los huesitos de tus hijos/se disputaron los cangrejos”, subrayó Edel, autor de la exitosa novela Que te vuelva a encontrar (Editorial Letras Cubanas, 2009) y reeditada por la editorial venezolana El perro y la rana en el año 2010.
El también creador de otros muchos textos de ficción, poesía — traducida varios idiomas— y artículos publicados en Cuba y el extranjero subrayó que “la recepción de Neruda por parte de los escritores y sobre todo de los lectores cubanos es una de las más masivas que haya experimentado Cuba desde fuera de sus fronteras, y eso importa en la formación de una sensibilidad, la sedimentación de influencias y en la construcción de un imaginario poético”.
Participó en presentación de edición habanera de Canto General
En marzo del año 1942 se produjo la primera de las tres visitas que realizó Neruda a Cuba. En esa ocasión era cónsul general de su país en México. Posteriormente, en 1949, en tránsito hacia México, donde nuevamente asumiría responsabilidades diplomáticas, recorrió La Habana, capital que volvió a honrarse con su presencia en diciembre de 1960 acompañado de su esposa Matilde, para conocer la Revolución y participar en la presentación de la edición habanera de su cuaderno Canto General, realizada en los talleres de la Imprenta Nacional de Cuba, fundada el 31 de marzo de 1959 por el gobierno revolucionario y cuyo primer director fue el gran escritor cubano Alejo Carpentier.
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