“Edith” es una obra teatral magnífica, como extraordinaria es la interpretación de la Piaf por Miriam Muñoz Benítez a 25 años de su estreno, en un nuevo montaje por Teatro Icarón, que transporta en el espacio a la protagonista, de forma tal, que la misma actriz asume el paso real del tiempo, con una nueva visión, la cual permite el acercamiento natural a su historia de amor e infortunios.
La obra y puesta en escena son del laureado dramaturgo Gilberto Subiaurt, quien en esta ocasión retoma con magistral destreza el hilo conductor de la trama, en el rol de Louis Leplé, quien la enrumba a la fama, símbolo del destino y la muerte, para en contrapunto con su concepción original, ceder la interpretación de los otros amantes Theo Sarapo y Marcel Cedán, a los talleristas Frank David Díaz y Yoibel Pérez Chaviano.
Al avanzar la historia, el auditorio se percata de lo acertada que ha sido esa decisión, pues los tres, acorde con la personalidad de cada uno, logran mantener el ritmo de erotismo, ternura, pasión y angustia indispensables para que al girar en torno al astro Edith, refulja en la plenitud de su poder conmovedor la gran primera actriz Miriam Muñoz.
Todo es creíble, todo deviene himno de amor y gemido continuo, inspirados en las vicisitudes de la cantante francesa, en el intento de hilvanar su vida signada por la desventura desde la más tierna infancia a principios del siglo 20 hasta alcanzar su estilo interpretativo, lírico y desgarrador, manifiesto en las canciones que impactaron a Francia y al mundo en las décadas del 40 al 60.
“Edith” es una obra con elaborada textura poética, emblemática dentro de las creaciones de Subiaurt, de cuyos complejos discursos se apropian los actores en los giros que dibujan la naturaleza de la célebre y compleja artista parisina.
La escenografía, esta vez del maestro Rolando Estévez Jordán, Premio Nacional de Diseño, resulta extremadamente sobria y alegórica: unos zapatos de tacón, la cruz al cuello de la diva, un cuadrante a modo de tablado, lecho o patíbulo en el centro, el uso de colores contrastantes con predominio del negro, marcan la intención de los pasajes junto a las luces y la banda sonora de apoyatura dramática, donde sobresalen las canciones de la Piaf, la última, cantada por la propia Miriam, su famosa "Ye ne regrette rien".
Como la Piaf, no me arrepiento, no me arrepiento de ver y volver a sentir esta obra de portentosa humanidad, que ahora se exhibe en la sala de Teatro Icarón, en ocasión del aniversario 25 de su estreno mundial en la Atenas de Cuba.
“EDITH” EN LA MIRADA DE MIRIAM MUÑOZ Y GILBERTO SUBIAURT
¿Para usted esta “Edith” del 2022 posee una perspectiva sutil, distinta a la concebida 25 años atrás?, le pregunto a la directora de Teatro Icarón y primera actriz Miriam Muñoz:
“Sí, es diferente. Tenía 50 años en aquella época y Gilberto Subiaurt hacía los tres personajes masculinos; él me propone ahora incorporar a alumnos de los talleres de actuación, rejuvenecer esas figuras mientras yo asumo en la interiorización del personaje mi edad actual.
“Una mujer mayor puede amar a un joven bello, enamorarse, incluso de manera más espiritual como se muestra en escena sin quitarle desenfado, pasión, romanticismo o amargura a la controvertida forma de ser de la Piaf.
“Entonces se produce la entrega total al personaje, porque los actores responden a esta nueva concepción que conduce a momentos sensibles y también a instantes eróticos refinadamente esbozados bajo la visión del director Subiaurt con el uso del desnudo, el color de las luces, el énfasis de los movimientos o el recurso vocal.
“La puesta demanda de mi parte una resistencia psicofísica muy fuerte, además de poseer textos difíciles de decir, con un lenguaje diferente a lo cotidiano por su lirismo. Es teatro cubano, lo escribió un cubano, y el palpitar latino resalta y requiere un estudio minucioso de cada personalidad figurada.
“Edith fue mi consagración profesional en aquella década del 90, recibimos Gilberto y yo innumerables premios; fue llevada a la televisión en un teleplay, realizado todo en Matanzas, por María de los Ángeles Núñez Jauma.
“Siento que la cantante francesa y mi persona coinciden en muchos aspectos de la vida, sobre todo relacionados con la infancia y la búsqueda de un sitial merecido, tanto artístico como familiar.
“Cuando la interpreto, canto y bailo con ella, me río con sus ilusiones, sufro la agonía de una mujer, que alcanzó la gloria, pero que estuvo marcada por las desventuras del amor y esa emoción es la que el público recibe cuando me enfrento a la profundidad de la platea.”
Se habla de una visión nueva de la obra y nadie mejor que su artífice, el primer actor, director y dramaturgo Gilberto Subiaurt para precisar esta idea:
“Escribí la obra con un aire poético y también cierto tono filosófico. Crear una obra real o natural de la Piaf era un atrevimiento, su dueño es el pueblo francés; por eso quise a través de su andar por París lograr la consonancia con su vida, soledad, los encuentros y desencuentros amorosos, las desgracias que les pasan a los artistas que se enferman, padecen, mueren. Y a partir de ese juicio, encontrar los puntos de contacto con Miriam y los espectadores cubanos.
“La figura de Edith merecía esta poesía. A la vez que los textos se aprenden, se interiorizan y reproducen con la naturalidad genial que Miriam lo hace, en su plenitud actoral sin límites de edad, se promueve este resultado de elevada esteticidad y efecto.
“Incluí a los jóvenes porque confieso ya no tengo el físico para los desnudos ni la imagen juvenil de los amantes; las estructuras de cualquier tipo no pueden ser un impedimento para el arte.
“Tradicionalmente Teatro Icarón ha sido cantera de actores y actrices. Nuestros talleres tienen fama dentro del sector cultural. Agradecidos estamos que los futuros relevos cada día sean más responsables y tesoneros. ¡Enhorabuena para el teatro en Matanzas!
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