Edmundo Desnoes, siempre ligado a Memorias del subdesarrollo


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Edmundo Desnoes es un importante narrador cubano conocido internacionalmente por haber sido el ideólogo de la novela Memorias del Subdesarrollo, llevada magistralmente al cine por el realizador Tomás Gutiérrez Alea con igual título y que es considerada una de las mejores películas de la historia del cine iberoamericano.

Pero Desnoes, no solo fue el que tuvo la idea, sino también fue el guionista de la película, de conjunto con Titón, y el guion tiene, en el texto, pocas diferencias con la obra narrativa.

Donde la película se expande y engrandece a la novela es en el discurso visual en franca comunión con la narración literaria, pero de esto y de todos los valores del filme mucho, y con justicia, se ha dicho.

Edmundo Pérez Desnoes nació el 2 de octubre de 1930, en La Habana, y se dedicó desde muy joven, además de la narrativa, a la crítica periodística cultural y el ensayo.

En 1956 se marchó a la ciudad de Nueva York, y estudió en dos universidades, pero nunca culminó las carreras y entonces desempeñó en la Gran Manzana, algunos trabajos ocasionales; después, impartió clases de idioma inglés en el Colegio América, de Caracas.

En 1959 retorna a Cuba y labora en el Ministerio de Educación, la Editorial Nacional de Cuba y el Instituto Cubano del Libro, y colabora con varias publicaciones culturales de la isla, hasta que en 1979 decidió irse a vivir en Nueva York.

A finales de los años 90 comienza a visitar la isla y a retomar relaciones profesionales con algunas instituciones culturales como el ICAIC y la Casas de las Américas.

Desnoes publicó su primera novela, No hay problema, en 1961, la cual contienen muchas referencias autobiográficas y quizás leves atisbos en Sebastián, el personaje principal del acabado Sergio Carmona de Memorias del subdesarrollo, fundamentalmente por su relación indeterminada con la sociedad en la que vive y sus compatriotas contemporáneos.

En El Cataclismo, de 1965, el escritor hace un retrato de personajes tipos propios de la época inicial de la Revolución, pero es este hecho histórico el verdadero protagonista de una pieza literaria que lo intenta reflejar en toda su transformación y complejidad, pero no lo logra, como el propio escritor ha confesado.

Sin embargo de inmediato, llega Memorias del subdesarrollo, para darnos una perspectiva diametralmente opuesta al canto coral malogrado de El Cataclismo.

El protagonista, Sergio Carmona es quien nos cuenta desde su interpretación subjetiva la realidad que lo rodea, pero desde una posición lejana, de observador sin compromiso ni acción. El mismo confiesa: «Cuando más, puedo ser un testigo. Un espectador».

En el texto «Se llamaba Sergio», de Edmundo Desnoes, publicado en el número 45-46 de la Revista Cine Cubano, en el año 1968 en que se estrena la cinta, el novelista revela:

«Titón y yo elaboramos el guion en estrecha colaboración. Todo lo discutíamos. Estábamos de acuerdo con las palabras que iban llenando cada página. Luego descubrí (…), que esas mismas palabras, esas mismas descripciones, esos mismos diálogos eran para él otra cosa (…) No niego la traición me complace. Si no hubiera traicionado mi libro. No sería un creador».

Tuvieron que pasar 42 años, para que en el 2007, Desnoes publicara Memorias del desarrollo, que cierra el ciclo iniciado con No hay problema y da una vuelta de tuerca a la idea central de su anterior novela.

En Memorias del desarrollo, que fue llevada al cine, de manera independiente, por Miguel Coyula (La Habana, 1977), y ha obtenido numerosos premios y reconocimientos en festivales en Cuba y en el exterior.

El personaje central se llama Edmundo y continúa reflexionando acerca de las relaciones entre los intelectuales y el poder, como Sergio, pero a diferencia de este lo hace, no desde una isla subdesarrollada, sino desde el capitalismo, del que también insiste en ser un observador. 


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