Eduardo Muñoz Bachs y la popularidad de sus carteles


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Eduardo Muñoz Bachs (Valencia, España, 4 de diciembre de 1937-La Habana, 22 de julio de 2001) es considerado el más acreditado maestro de la cartelística cinematográfica cubana, cuya impronta ha contribuido a la permanencia y desarrollo de esta importante manifestación visual en Cuba.

 

Muñoz Bachs arriba con su familia a la isla con tan solo 4 años; en 1952 comienza el camino que no abandonó nunca, pues comenzó a desempeñarse como   «lavapinceles» en el departamento de cinematografía de la CMQ, una de las empresas de comunicación más notorias del país en aquellos momentos.

 

Luego en 1957 trabaja en el departamento de animación de la Publicitaria Siboney, y en 1960 se incorpora como diseñador al departamento de Dibujos Animados del recién creado   Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), donde comenzó su historia profesional asociada  a los carteles de cine que duró más de 40 años,  periodo en que se ubicó entre los grandes artistas renovadores del lenguaje estético en Cuba.

 

Al año siguiente diseña el cartel del primer filme realizado en el país luego del triunfo revolucionario:   Historias de la Revolución, dirigido por Tomás Gutiérrez Alea.

 

Fue también ilustrador de revistas y de cerca de veinte libros para niños; dibujante de historietas y pintor autodidacta; diseñó más de mil carteles cinematográficos,    consolidó un estilo que rompió con todo lo que se hacía anteriormente  y creó símbolos trascendentes como la figura de Charlot.

 

 Precisamente su faceta como ilustrador de libros infantiles le aporta a su obra, -caracterizada  por trazos naíf, con formas grandes y coloridas-, ingenuidad, fantasía, humor y también la sátira.

 

Los carteles cubanos de cine no estaban comprometidos ni con el cine comercial ni con la estética del realismo socialista que matizaba las producciones del llamado bloque socialista, por lo que, con Muñoz Bach a la cabeza, enarbolaron una libertad de creación que los acercó al público a través de símbolos e ideas que propiciaban la comunicación,  y aseguraron la popularidad que alcanzaron.

 

Muñoz Bach, recibió múltiples reconocimientos por su vasta y ejemplar obra, tanto en Cuba como en otras naciones, pero de seguro el lauro que más lo compensaba era saber que  sus carteles estaban presentes en muchos hogares de la isla antillana.


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