El 20 de mayo de 1902, en mi natal Guanabacoa, uno de mis bisabuelos paternos, Tranquilino Socarrás, alférez –subteniente- del Ejército Libertador Cubano, gastó sus últimas municiones disparando al aire con su revólver, su “cachimbo” como le decía, con una carga emocional que mezclaba llantos, risas y vivas a Cuba libre. Para el joven patriota que había peleado en la manigua desde inicios de 1896, al fin Cuba era libre, se estrenaba la república.
Se había incorporado a las huestes mambisas cuando el contingente invasor al mando del mayor general Antonio Maceo pasó por su pueblo Santa Rita de Baró, en Bahía Honda, entonces provincia de Pinar del Río, actual Artemisa y siendo descendiente de esclavos, llegó a ser jefe de pelotón.
Nunca entregó su “cachimbo” y por eso nunca cobró la pensión del veterano. Él decía que no había combatido por dinero sino por la independencia de su patria y el arma que arrancó a un español para alzarse no se la entregaría a los interventores del norte. Pero mi bisabuelo sí creyó aquél 20 de mayo que Cuba al fin era libre.
Mi abuela, su hija Tranquilina, tampoco pudo cobrar nunca la pensión del padre después de su muerte aun cuando la necesitaba por la extrema pobreza en que vivía. “Colocada” ella como doméstica en una casa de la aristocracia y casada con un bracero del puerto para criar dos hijos.
Años después, sin embargo, conoció resignada, que el padre del último alcalde de Guanabacoa en aquella república: José Calazán “Lolo” Villalobos Olivera, quien gobernara el municipio entre 1940 y 1958, cobró toda su vida la pensión del veterano cuando era conocido a voz popular que había servido al colonialismo español como contraguerrillero “rayadillo” en su pueblo de origen, San Antonio de Río Blanco del Norte, en Jaruco.
Otra realidad fue, que mi abuelo no votó en aquella república pues era analfabeto y tampoco tenía los 250 pesos en fortuna que se requería de acuerdo a la ley electoral que acompañó a la Constitución de 1901.
Pero en el 20 de mayo creía el pueblo. Mi mamá y sus contemporáneos, repetían aquella frase: “le cayó encima un 20 de mayo” cuando querían significar algo trascendente que le ocurría a alguna persona. Cada 20 de mayo, que era un día feriado, los balcones se llenaban de banderas cubanas y se entonaban cantos patrióticos.
Diez años exactos después de inaugurada aquella república, otro 20 de mayo pero de 1912, ocurrió la protesta armada del Partido Independiente de Color, en contra de la discriminación por el color de la piel de que eran víctimas negros y mulatos, inclusive los que pelearon en las filas insurrectas y hasta los que habían alcanzado grados de oficiales superiores. La respuesta gubernamental fue tan atroz que rebasó los límites de lo creíble abarcando a la población civil de cualquier edad y estrato social aunque no tuviera que ver con al partido y los alzados.
Aquella república fue calificada de protectorado por Oscar Pino Santos y otros historiadores respetables le calificaron con epítetos de neocolonial, semicolonial, mediatizada, seudorrepública, república formal, falsa república, república traicionada, república traicionada… menos verdadera república porque realmente no lo fue.
¿Cómo serlo? Con una Enmienda Platt adherida a la constitución que daba las llaves de la casa al vecino, que podía intervenir en ella cuando quisiera, con una porción de territorio ocupado, con una economía dependiente. Solamente los neoanexionistas de dentro y de fuera celebran hoy el 20 de mayo.
II
Aquella caricatura de república nacida el 20 de mayo de 1902 fue la segunda república cubana. La primera se inauguró en armas el 10 de abril de 1869 con la asamblea constituyente celebrada en el pueblo camagüeyano de Guáimaro y eligió como primer presidente de la república al Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes. La república en armas, tuvo otras tres constituciones en tres guerras: la de Baraguá en 1878, Jimaguayú en 1895 y la Yaya, en 1897. Tenía un gobierno, un ejército, leyes, acuñó monedas…
José Martí, el apóstol, dio a conocer públicamente las bases y estatutos del Partido Revolucionario Cubano el 10 de abril de 1892 en conmemoración de la fundación de la república en un acto significativo de continuidad. Según el ya desaparecido Armando Hart, el 10 de abril debiera ser instituido como el “Día de la república”.
Aquella república nunca fue reconocida por el gobierno de los Estados Unidos por mucho que los líderes patriotas cubanos lo solicitaron incluso, en 1898 cuando se produce el desembarco estadounidense en el oriente de la isla, los recién llegados desconocieron a las autoridades políticas y militares cubanas. ¿Cómo creer entonces en su honestidad?
Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos proclamó el insigne historiador Emilio Roig de Leuchsenring en formidable ensayo en 1950 y es más, Cuba no tuvo real independencia hasta el 1ro. de enero de 1959.
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