El béisbol: Deporte Nacional de Cuba


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Hablar, o mejor, pensar sobre baseball, beisbol, béisbol o pelota tiene tantas aristas… que las ideas, como dice la canción, “se agolpan unas con otras y por eso” deviene la incertidumbre de; ¿por dónde empezar?

Es que el béisbol en Cuba, es mucho más que un deporte, es mucho más que el pasatiempo nacional, “la pelota” es, una cultura, es ya un fenómeno patrimonial de donde emergen lo material y lo espiritual y lo llamado de forma equivalente, tangible e intangible, cuya esencia es ¡cubanía!

La pelota se vive, se siente, tanto cuando el equipo de preferencia gana o pierde y, como es popularmente “natural”, la culpa, en este último caso normalmente “se le echa” al manager del equipo perdedor, que en el mejor de los casos “no supo entrenar o guiar bien al pelotero”.

Cuántos miles, entre aficionados y no pocos fanáticos van al estadio, cuántos son managers de glorieta ¡que saben y dicen lo que hay que hacer!, o lo que debió de haberse hecho…

Usted, que ha acudido en algún momento de su vida a un estadio de pelota sabe que acudir a una instalación deportiva de este tipo es una experiencia única. Un estadio es más que la suma o integración de sus visitantes y sus gradas, es un sistema, un entramado, es como un organismo vivo, que vibra, suspira, grita o calla al unísono.

Posiblemente, en determinados momentos, hasta la respiración de las decenas de miles de espectadores presentes es sincronizada, todos inhalan y exhalan al unísono, en espera de ver si el lanzamiento es bola o strike, o provoca un ¡OUT!, o si será bateado y parece que “se va de…” y entrara la carrera que decidirá en el noveno inning el juego o el campeonato.

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Y después, como tocado por una mano invisible se alzará el volumen de fondo, se oirá, más rápido que lento, un clamor atronador, el de los ganadores y sus simpatizantes. Parecería como el frenesí que se observa en un cardumen de atunes picando el señuelo en una pesca a cordel y vara en una embarcación “bonitera” en alta mar, cerca del veril de las costas cubanas.

A veces, solo una parte del estadio es la que grita y la otra enmudece. ¿De qué lado de las gradas sucede? Depende de quienes estén alrededor del dogout de los jugadores que han hecho algo destacado, si del de los visitantes o de los del home club.

Si usted no ha vivido esta experiencia, la sugerencia es que lo haga. Sin dudas, será una de las 10 emociones que deberían ser sentidas en la vida de toda persona. No deje de realizarla mientras pueda pues es algo singular, en emotividad nada comparable a un juego visto por la televisión, ni 3D, ni HD, ni digital, ni nada.

Vaya y, observe como es la dinámica de los aficionados. Incluso, si usted llega al estadio con el partido ya empezado, pero aún no ha alcanzado las gradas, es decir, todavía no ve el terreno, pues usted va en camino, asciende por una rampa o sube alguna escalera y oye “!bullir al graderío!” verá como usted y los que le rodean, sin pensarlo agitarán el paso, casi a punto de correr, para llegar al campo de pelota y enterarse, casi desesperados, de lo que pasó… ¿habrá sido un jonrón? ¿Un engarce fenomenal?

Acaso no es también un fenómeno cultural las peñas deportivas en general y las de béisbol en particular, con sus “discusiones”, más fraternales que violentas, como por ejemplo, las que todo transeúnte ve cerca del Capitolio, en el Parque Central de La Habana. Unos, intentando demostrar toda su “sapiencia” sobre tal o más cual jugada, como diciendo; “¿no te lo dije?”, o mostrando la capacidad de memoria, de esas privilegiadas con más de “dos Teras”, que saben de records y de estrategias como una enciclopedia.

Claro, encuentros, ahora necesariamente interrumpidos por los males de la pandemia de la COVID-19 y la imperiosa necesidad del distanciamiento social.

Igual sucede en los transportes que trasladan a los trabajadores a sus centros laborales, donde cada día se podrían escuchar opiniones diversas sobre si debió realizarse tal o más cual jugada; que se debió haber “sacado” al pitcher antes; o que se le debió dar la base por bolas al bateador y así infinidad de variantes.

A ello, se suman las comparaciones de épocas y sus famosos peloteros de entonces. La mayor o menor técnica de un equipo o una temporada y a veces, los puntos de vista son enfocados en que épocas pasadas fueron mejores, o que ahora la tecnología es superior, etc., etc., etc.

Ya, hasta las y los “mirones” de novelas hablan de pelota, aunque sea para defender el derecho a ver su novelón y llegar a “acuerdos familiares equilibrados”, aunque casi siempre la balanza se inclina a favor del deporte de las bolas y los strikes.

Sin embargo, hay un patrón común: la dignidad y la fidelidad, esa que no varía con las épocas y que se mantiene en la defensa de su equipo y sobre todo cuando se lucha por los valores patrios; el rojo, el azul y el blanco, como los de la bandera y el simbolismo de sus colores.

También existen tantos términos en el habla popular que nadie podría dudar que el béisbol ha penetrado hasta la médula y ya es parte de la cultura popular. Quién no ha oído o dicho en Cuba:

Bateaste “pa'jonrón” o “pa'quinientos”; la botaste o tiraste “pa'botarla”; te robaron el home; te cogieron corriendo por tercera o fuera de base; te viraste “pa'tercera” o “pa'primera”; estás “mareao” con ese “fly”; lo que tiró fue un chícharo; el que no hace “swing” no batea; lo que el viento se llevó; no le hagas “swing” a eso, desmáyalo; le hiciste “swing” por gusto; te quemaron el bate; tenías esa bola “escondía” y así como para hacer un pequeño libro con las explicaciones e intenciones de cada frase, que, como se comprenderá no es posible realizarlo en este artículo.

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Sobre la historia del baseball han escrito diversos autores tanto en Cuba como en otras longitudes, la mayor parte desde lo que se considera el beisbol moderno. Sin embargo, existen antecedentes en juegos desde los albores de la civilización, aquellos que tienen como semejanza el uso de un palo y una bola. Como expresa Ecured: Culturas antiguas en Persia, Egipto, Grecia y Roma practicaron juegos con un palo y una bola para divertirse y como parte de ciertas ceremonias. Juegos de este tipo se extendieron en la Edad Media por toda Europa, alguno de los cuales se trasladaron hacia el siglo XV a las colonias de América de entonces. También podría ser  una derivación del juego “stool ball” que data de esta época y, a su vez, el “stool ball” proviene de juegos rituales practicados en el mundo antiguo.  

Existen numerosas referencias a los términos "baseball" y "bat-and-ball" en documentos de los primeros años del Siglo XVIII. La primera referencia del término “base ball” se da en 1774 poco menos de 100 años antes de que Abner Doubleday supuestamente lo inventara en Cooperswton, New York en 1839.

En 1744 surge en Inglaterra la primera evidencia impresa del juego "Base Ball". En 1796 se publican en Alemania las primeras reglas de "base ball" lo que da cuenta de que, probablemente, en ese país ya se practicaba el juego. Existen estas y otras diversas evidencias sobre juegos con palo y pelota, así como sobre el término “base ball”.

En Latinoamérica se tiene referencia del México prehispánico donde se practicaba un juego de palo y pelota del cual sobreviven vestigios en pintura mural, así como figurillas en barro.

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En Cuba, antes de la llegada de los colonizadores españoles el 24 de octubre de 1492, los aborígenes ya practicaban un juego al que le llamaban “Batos” que empleaba una especie de leño y una pelota hecha de resina de árbol que era golpeada. Se dice que, conjuntamente se cantaba un baile llamado Areíto, que era un bailar cantando y se dice que fue la máxima expresión de las artes musicales y poéticas de los indios antillanos. Algunos lo comparan con los romances españoles con historia y sabor popular.

Ahí va una sugerencia para ver si “alguien le hace swing”, valdría la pena que el Ministerio de Cultura, los de Educación y el INDER unieran conocimientos y voluntades para retomar y recrear el juego de batos. No cree usted que valdría la pena como parte de la revitalización del patrimonio, y que sería un atractivo y educativo entretenimiento para que nuestros niños y los no tan niños, incluso para que personas de otras naciones conozcan y se enorgullezcan de nuestras raíces.

En la evolución de los juegos de palos y  bolas, el baseball  moderno se ubica en la primera mitad del siglo XIX en New York. Algunos consideran que el primer encuentro beisbolero fue en la Universidad de Harvard en 1829, otros le dan la primicia al realizado el 19 de junio de 1846 entre los equipos de Knickerbockers y New York Nine.

En Cuba, los más antiguos historiadores deportivos, como dice Franger R. Balbuena en su libro “Del Béisbol casi Todo”, sitúan la llegada del béisbol a la Isla entre 1865 y 1866 y que atribuyen la entrada del bate y la pelota oficial a Nemesio Guillot, cubano que estudiaba en los Estados Unidos de América, así como que los pioneros en practicar este pasatiempo fueron los trabajadores portuarios de la ciudad de Matanzas y que el primer desafío reconocido se efectuó entre matanceros y los tripulantes de un carguero procedente de los Estas Unidos de América, anclado en la bahía de esa ciudad.

El béisbol debe ser visto como un proceso y como tal evolutivo, que mueve multitudes, que apasiona y que se ha arraigado tanto en la población cubana que hoy es parte de su cultura y que ha dejado una herencia de lucha, de sacrificios, de emociones, de glorias deportivas que son patrimonio y orgullo de los cubanos y de no pocos latinoamericanos y de otras latitudes.

Es un deporte, que como todos, educa en valores, lo cual es un mérito de la mayor importancia para la sociedad. De ahí la necesaria ética deportiva, tanto de deportistas como de aficionados. Muchos de sus deportistas son ídolos para no solo los más jóvenes, sino para muchos más entrados en años. Por tanto, defenderlo y honrarlo desde todos los puntos de vista, y elevarlo en su condición cultural no debe ser asunto pendiente.

El béisbol identifica al pueblo cubano y pertenece hoy, sin dudas, al patrimonio cultural de la Nación.


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