Corría en Cuba el año 1919. Gobernaba Mario García Menocal, enemigo declarado de la clase obrera. El país vivía convulsionado por las huelgas del proletariado exigiendo mejorías de sus vidas. Un año después se crearía la Federación Obrera de La Habana, presidida por Alfredo López, probado dirigente obrero de gran prestigio.
En aquel año, un humilde sastre y trovador que desempeñaba su oficio en un taller de la Calle Virtudes No. 21, era visitado frecuentemente por algunos obreros de franco matiz antimperialista. De ellos surgió la idea de crear un himno para el acto del 1ro. de Mayo de aquel año. La tarea le fue encomendada al sastre llamado Rosendo Ruiz Suárez, ya que sabía leer y escribir música en el pentagrama. Sus amigos obreros le dieron algunas ideas de su contenido, que debía ser alusivo al momento que se vivía.
A los pocos días, Rosendo Ruiz daba por concluida la tarea. Ya estaba listo el himno al que acordaron llamarle Redención. Comenzaron los ensayos en el Centro Obrero y el 1ro de Mayo de 1919, un coro de doce voces con el acompañamiento de una orquesta, lo dio a conocer en el acto celebrado por el Día de los Trabajadores en el Teatro Payret. Aquel año el gobierno había prohibido los desfiles obreros. Cuando el coro concluyó la interpretación del himno, el público puesto de pie aplaudió delirantemente y se escucharon airadas voces contra el imperialismo y sus lacayos gobernantes. La policía irrumpió violentamente en la sala dando por terminado el acto.
Más tarde su autor, el trovador Rosendo Ruiz Suárez, lo inscribió en el Registro de la Propiedad Intelectual en la Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo. Luego el himno fue publicado en una edición sufragada por el Gremio de los Metalúrgicos. Por supuesto, aquel himno pasó a la clandestinidad hasta que triunfó la Revolución el 1ro de Enero de 1959.
La noche del 30 de abril de 1972, se celebraba en el Teatro de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) —hoy Teatro Lázaro Peña—, una velada como preámbulo a las celebraciones por el Día del Trabajo y, al mismo tiempo, quedaba inaugurado el 1er. Festival de la Alianza Obrero Campesina y el Internacionalismo Proletario. Al inicio el coro de la CTC, integrado por trabajadores de distintos sindicatos, tuvo a su cargo la interpretación del himno obrero Redención, saludando también el primer aniversario del Congreso de Educación y Cultura. En medio de la alegría reinante en la sala, fue llamado al escenario el anciano trovador Rosendo Ruiz Suárez para recibir la Distinción 1ro de Mayo, instituida para honrar a los escritores y artistas vinculados a la clase obrera. Con la modestia que siempre lo caracterizó, temblando de emoción, solo atinó a decir: “Si algo fui se lo debo a mi pueblo”.
Ahora bien, ¿quién era este sencillo trovador popular? Había nacido en Santiago de Cuba el 1ro de marzo de 1885. Se hizo compositor y guitarrista con sus propios esfuerzos y legó al patrimonio de la cultura cubana más de 200 obras musicales entre boleros, canciones, claves y sones. Entre los más conocidos están: Entre mares y arenas, Rocina y Virginia, Falso juramento, Confesión, el pregón Se va el dulcerito, las guajiras Un paraíso es mi Cuba y De mi Cuba es el mango, así como el danzón La achaucha.
Además fue fundador de dúos y tríos que gozaron de justa fama en su tiempo y creó un método práctico para el aprendizaje de la guitarra.
Por sus méritos en el arte se hizo merecedor de la Distinción por la Cultura Cubana y recibió numerosos diplomas y trofeos otorgados por distintas instituciones y organizaciones culturales y proletarias.
Su vida transcurrió modestamente en su casa de la Calle Paz, en la barriada de La Víbora, atendido cariñosamente por su único hijo, el también compositor y promotor cultural Rosendo Ruiz Quevedo.
Ya próximo a cumplir su centenario se le veía en todos los actos de los CDR, donde era homenajeado espontáneamente por sus vecinos y amigos que veían en él a un ejemplo de ciudadano ejemplar.
Falleció en La Habana, el 1ro de enero de 1983.
Redención
Capital y trabajo. Es el lema
De mil luchas y mil agonías.
Que se estirpe la vil tiranía.
Defender nuestro honor es deber
Que los años de rudas faenas
Sean aliento triunfal de la gloria
Tiempo es ya de obtener la victoria.
Defender nuestro honor es deber.
Ya las huestes de obreros unidos,
Las legiones serán redentoras,
Socialismo es la fe salvadora,
Defender nuestro honor es deber.
Que se acabe la cruel villanía
Y se rompan las fuertes cadenas
Cuantos años de rudas faenas
Defender nuestro honor es deber.
Y por siempre marchemos unidos
Compartiendo los crueles dolores
Y seremos al fin triunfadores…
Defender nuestro honor es deber.
FUENTES:
—Archivo del autor.
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