El 1 de enero, hace 145 años acontece un hecho histórico, oficialmente se presenta el primer danzón conocido, titulado "Las Alturas de Simpson", se escuchó por primera vez en el Liceo de Matanzas. Lo interpretaba una "orquesta típica" de viento, que contaba con cornetín, un trombón de pistones, un figle, dos clarinetes en Do, dos violines, un contrabajo, dos timbales y un güiro criollo. Dicha orquesta estaba dirigida por Miguel Faílde, quien era el autor del mismo.
Esta es una de las músicas de fundación, en un momento en que se gestaban la mayoría de los ritmos cubanos. En esos tiempos se escuchaban en el campo: punto guajiro con tonadas, décimas, espinelas.
En la zona más arrabalera de la gran ciudad se escuchaban coros de clave que surgen a imitación de los orfeones españoles que proliferaron durante el siglo XIX en las ciudades de La Habana y Matanzas, como nos cuenta Martha Esquenazi.
El danzón en Matanzas era una música más avanzada, ofrecía la oportunidad de un descanso entre uno y otro trío al repetir la introducción, lo que resulta una verdadera bendición para los bailadores, teniendo en cuenta el clima de Cuba, de ahí la rápida popularidad que obtuvo y el gran número de seguidores que levantó su bandera. Tiene ritmo, melodía y armonía, “listo para echar un pie”, por ese motivo de seducción musical. Se baila con pasos cortos, deslizados y contoneos del cuerpo, eso le da la entrada a los salones de baile exclusivamente por lo que es considerado como “baile de salón”.
Cadencia, ritmo y armonía,
Todo en él es expresión
De la cubana región
Siempre noble y generosa
Hasta con el que la acosa
Hablando mal del danzón…
Como casi todas las músicas cubanas, el danzón contaba con su misterio y secreto con la figura insólita del cinquillo y la célula rítmica de segura africanidad.
El danzón llega a la capital por ese tiempo y, lógicamente tuvo que enfrentar la resistencia de los críticos de la prensa, al catalogarlo como “baile de candil”. Las Juntas Directivas arman una horrible cruzada, para proteger a las señoritas habaneras que lo habían anatemizado. Hasta la palabra danzón estaba proscrita. Las músicas nuevas para imponerse, muchas veces necesitan de tiempo y batallas campales.
Esa segura africanidad, es lo que lo hace más polémico “propio de negros y pardos matanceros poniéndose como excusa plausible a su oposición la lascivia del baile, y los resultados enojosos que derivarse pudieran del bailar unidos, así como de los movimientos que dicho baile conlleva”.
Los detractores no contaban con un factor decisivo en las modas: la juventud. Es la atrevida juventud la que impuso el danzón en la capital. Los bailadores -siempre en la búsqueda de novedades- se encantaron con el majestuoso paso y el cadencioso ritmo y llegan a considerarlo como algo propio. Antes de juzgar un género musical, siempre debemos esperar la reacción de los bailadores, principalmente jóvenes.
La trascendencia del danzón fue muy lejos, en los inicios del siglo XX, se une al son y enfrentan la invasión de la música foránea, especialmente de Europa y los Estados Unidos. Las músicas y los músicos que, en un momento dado atacamos, muchas veces -como acabamos de ver- levantan el patrimonio cultural de una nación.
El Danzón fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación en el 2013, en Matanzas, donde fue presentado oficialmente el famoso baile justamente el 1 de enero de 1879.
La declaración fue hecha en los festejos del Festival Cuba Danzón en Matanzas, en el año 2013. María Victoria Oliver, presidenta del Comité Organizador del festival informó que “El ritmo cubano mantiene vigencia nacional, en la ciudad llamada La Atenas de Cuba”.
Existe una larga lista de clubes del danzón en toda la isla, si otro país de América Latina poseyera la creación del danzón, seguramente lo hubiera presentado para que fuera Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Deje un comentario