Todavía se ve algo lejano, o al menos no es inmediato, el cese del dominio de los medios de comunicación social por la llamada “Gran Prensa”, esa que ejerce una hegemonía mundial y casi totalitaria sobre la información y el intercambio con la opinión pública; esa que sirve a los “grandes intereses creados” que no son otros que los de la oligarquía mundial, la que V. I. Lenin definiera como fusión del capital bancario y el industrial en forma de asociaciones internacionales y que la redefinimos como Transnacionales, y es que los órganos de esa prensa al día de hoy, son ellos mismos, transnacionales de la información; esa prensa manipula la noticia al antojo de la clase social llamada burguesía que, como dijera K. Marx, por un 300 % de ganancia es capaz de hacer cualquier cosa y mucho más cuando se trata de fortalecer y tratar de eternizar el infierno capitalista que aún, sigue vistiendo ropajes de paraíso terrenal cual cuento infantil de lobo disfrazado de la abuelita de Caperucita Roja.
Donald Trump, el César de turno en Washington, ha sido reiterativo con aquello de que las culpas de todos los males del mundo las tiene el socialismo, incluyó ese bocadillo en el más reciente discurso anual del estado de la nación y en su nefasta intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y por supuesto, ese “detalle histórico, tan científico” del magnate que ve el mundo y su país como una empresa privada, ha sido redoblado miles de veces por la prensa plana más leída, la radio más escuchada, la televisión más vista y sus correspondientes sitios web, páginas de Facebook, canales de youtube, cápsulas de twitter, Instagram y cuántas plataformas existen en las redes sociales.
Estamos en momentos en que muchos creen en el triunfo del mercado y sus leyes ciegas, en el fin de la historia y de la lucha de clases, en que no se quiere hablar siquiera de clases sociales ni de modos de producción y formaciones económico-sociales como categorías que expresan la historicidad de esas estructuras y su caducidad ante las contradicciones irreconciliables entre las fuerzas productivas y el sistema en que se encuentran, vivimos tiempos en que se empoderan criterios racistas y supremacistas que justifican el subdesarrollo de los países del sur con tradiciones culturales, incapacidad intelectual, falta de iniciativas, poco ímpetu laborioso, gobiernos tiránicos… Siguiendo esa corriente, se plantea que el socialismo traumó la libre empresa y la iniciativa privada y con ello quebró las libertades individuales frenando el progreso del ser humano y nada mejor como antídoto ante tanta calamidad que las políticas neoliberales, privatizarlo todo, que el Estado se desentienda de la economía y la sociedad, que sólo sea un intermediario, pues es la propiedad privada y el mercado de oferta y demanda quien propicia ese progreso humano. La salud, la educación, el deporte, las artes, no son derechos per sé de la civilización ¿quién lo ha dicho? Son negocios al cual usted puede acceder si tiene dinero para hacerlo y si no tiene, dele rienda suelta a su iniciativa individual, asóciese con alguien e inicie cualquier emprendimiento y lo logrará. “Sea un ganador y no un perdedor, trate de lograr el éxito de cualquier manera, en definitiva Maquiavelo lo dejó claro: el fin justifica los medios”. De todo eso se puede consumir hoy en la red de redes y si usted no estudia la historia de la humanidad y se arma de argumentos sólidos y valores firmes, cae en la trampa de creer como verdad lo que le vende ese mercado de la información cuya finalidad es mantener la enajenación del sujeto y que este no piense en otra cosa que soñar el logro del bienestar sin cuestionarse el status quo.
Los que ponderan eso nunca dicen que la economía hoy está dominada por las transnacionales y que la época de la acumulación originaria del capital ya pasó, los ricos son cada vez más ricos, los pobres cada vez más pobres y las capas medias son volátiles con instantes de relativo bienestar y tendencia al empobrecimiento cada vez que hay crisis y como lección aprendida sabemos que el capitalismo las tiene cíclicas.
Pero hay un proverbio africano que reza: “la mentira corre un año, la verdad la alcanza un día”. Llegará el momento en que la humanidad reflexione críticamente sobre esta época histórica del imperialismo, mientras tanto, los que creemos en el socialismo como alternativa válida ante el capitalismo salvaje, grosero y depredador, los que pensamos que es posible y no una utopía, ese invocado “mundo mejor”, no importa si somos pocos, algunos, bastantes o muchos, debemos tratar de imponer nuestras verdades, esas que un día alcanzarán las mentiras.
La pandemia del nuevo Coronavirus ha demostrado la validez de la sentencia de Fidel Castro cuando advirtiera que la especie humana estaba amenazada de su propia extinción y el capitalismo y sus políticas neoliberales han demostrado al costo de la vida de centenares de miles de seres humanos, su incapacidad para resolver el más elemental derecho, ese precisamente, el derecho a vivir.
¿Dónde comenzó la pandemia? En la República Popular China, no es en China así a secas, es en la súper potencia económica en que se ha convertido un enorme país que en octubre de 1949, cuando triunfara su revolución socialista, tenía relaciones de producción capitalistas en ciernes con más atraso feudal que capitalismo, con una horrible hambruna siendo el país más poblado del orbe, subindustrializado y por supuesto, sin tecnología. Ese país enfrentó, bajo la dirección de su partido comunista y su Estado socialista la pandemia y la controló. No pudo evitar los miles de enfermos y las muertes pues le sorprendió el fenómeno, pero en tiempo extremadamente breve, frenó el desarrollo de la epidemia y no colapsó. ¿Cuál fue el medicamento más efectivo? El Interferón 2 Alfa recombinante, con patente de Cuba, un pequeño archipiélago con escasos recursos naturales pero que, gracias a la construcción del socialismo, ha logrado éxitos altamente reconocidos en la investigación científica. El socialismo fue capaz de controlar la epidemia en China y pasar a la ofensiva contra ella.
¿Qué sucede en Cuba?
Las medidas de control que a tiempo, previsoramente ha tomado su Partido Comunista, su Estado Socialista y su Gobierno Revolucionario, incluso, anticipando en la etapa pre-epidérmica, medidas de etapas posteriores, llevan las riendas del control sobre el virus y no hay un extendido contagio local.
Italia –y particularmente la región de Lombardía– se convirtió en el epicentro de la pandemia en el continente europeo y le siguen los pasos España, Francia, Alemania, Gran Bretaña… mientras en el hemisferio occidental Estados Unidos rompe todos los récords posibles de contaminados y fallecidos pasando a liderar el negativo podio de la triste enfermedad pero la regularidad en todos esos espacios del mal llamado “Primer Mundo” o mundo desarrollado capitalista es el colapso de sus sistemas de salud, de hecho, se ha demostrado que no hay sistemas pues donde enseñorea la propiedad privada para el tratamiento de los procesos de salud-enfermedad, donde la praxis médica está mediada por la obtención de plusvalía, no hay sistema real, son solo servicios comprometidos con la riqueza de unos y distanciados de la pobreza de la mayoría.
La noticia de aquél joven de 17 años afectado por la enfermedad de marras, en Chicago, Illinois, al cual se le negó la asistencia médica y hospitalaria en una clínica privada de esa urbe porque su seguro médico no le cubría los gastos y ni siquiera fue trasladado en ambulancia hacia un hospital público de emergencias y echó a andar por su cuenta para esa institución, falleciendo por un paro cardio-respiratorio en el trayecto, no es una manifestación aislada, es lo que está sucediendo comúnmente en estos días que parecen la hecatombe y para muchas familias que lamentan más de una pérdida, el apocalipsis.
Los inmigrantes indocumentados en ese “norte revuelto y brutal que nos desprecia” como lo calificara José Martí, muchos con diez, quince, veinte o más años viviendo en él y produciendo para sus empresas, no tienen derecho al seguro médico ni al salario mínimo ¿Cómo pagan los servicios médicos? Usted sabe la respuesta y son millones de personas procedentes de América latina, el Caribe, Asia, África y Medio Oriente y no pocos de Europa sobre todo de Europa del Este, pero el asunto de la incapacidad financiera no es solo para ellos, hay ciudadanos estadounidenses “nacidos y criados” allí que son pobres y no les alcanza el monto de su seguro médico para los tratamientos requeridos, encabezando la lista muchos afroamericanos pero también latinos descendientes de inmigrantes y pobres angloamericanos tan “wasp: blancos, anglosajones y protestantes” como la oligarquía que gobierna el país. Este problema no es racial sino de desigualdades de clases.
¿Y por qué en aquél país no se puede tratar a los enfermos con el ya demostrado más efectivo medicamento para esta patología? Porque el Interferón 2 Alfa recombinante es cubano y la política de bloqueo económico, comercial y financiero que ellos simplifican como “embargo”, no lo permite. No obstante, el orgullo ha ido a los pies y los gobernantes del país han tenido que aceptar la ayuda solidaria enviada por China y Rusia, declarados por ellos –y no por los chinos y rusos– como sus enemigos. El feroz neoliberalismo colapsa en la primera potencia agresiva del bloque imperialista y baja su cabeza. Apenas hace unos meses, el césar Trump cruelmente se ufanaba de que el virus, misteriosamente aparecido en la ciudad de Wuhan, haría retroceder la economía china y beneficiaría a los Estados Unidos en su competencia comercial. Al criminal que ahora alquila la Casa Blanca, no le importaba las miles de vida que se perdían en el gigante asiático ni las tragedias familiares. Para él, era parte del juego de tronos. Pero no vayamos más lejos, ahora mismo, que su país es el más perjudicado y cuyos servicios médicos ya se rinden ante la epidemia, el emperador sigue llamando a trabajar porque lo primero es la economía, a tener una vida normal y producir, no importa el costo humano, lo que hay que evitar es el costo económico. Acaso no se da cuenta que la economía ya se ve perjudicada por la tragedia.
Y sus preocupaciones mayores nada tienen que ver con la Covid-19. No, hombre no. Además de continuar produciendo aunque se mueran los productores directos, es más importante la carrera electoral de cara a unos comicios en noviembre que, de poder celebrarse, se harían entre ataúdes y una recesión económica. Más importante también es continuar su política agresiva contra Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, Siria a los que no les levanta en momentos de catástrofe, bloqueos, embargos y toda suerte de sanciones pero incluso, continúa la guerra comercial contra Rusia y China que acuden a sus predios en ayuda.
Al ridículo títere presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, tampoco le importa que su país encabece la lista de América del Sur en cuanto a afectados por la pandemia, actúa como su amo Trump, y como la canción española de los setenta “la vida sigue igual”. Y Chile, la escuela modelo del neoliberalismo, el patrón a seguir, colapsa también ante la catástrofe ¿y entonces?
La solidaria atención a los tripulantes y vacacionistas del crucero británico MS Braemar, el envío de brigadas médicas del contingente anti-catástrofes Henry Reeve a países en todos los puntos geográficos incluyendo, a Italia, Andorra y España, al culto y desarrollado viejo continente, a la vez que la colaboración médica en el resto de los países donde labora se incorpora a la lucha contra la pandemia en esos espacios. Esa es la respuesta de Cuba y no sólo es una tradición cultural la solidaridad del cubano es también un resultado de los valores creados por el sistema socialista.
¿Es casualidad que sean los países socialistas de China y Cuba quienes andan por el mundo llevando salud, solidaridad y esperanza? ¿Será casualidad que junto a la Isla de la Libertad y al gigante dragón asiático esté Rusia, que no es un país socialista pero que, indiscutiblemente los valores sembrados por el sistema soviético están latentes en aquella sociedad no como fantasmas sino como convicciones?
Qué lástima me da Donald Trump pero como se dice: l.q.q.d., siglas de “lo que queda demostrado” y lo l.q.q.d. es que el capitalismo desigual y avasallador colapsa ante la pandemia y si es así, no es capaz de resolver el problema esencial del ser humano: la vida.
Tengo deseos de preguntarle a su majestad: ¿Por fin, todos los problemas del mundo se deben al socialismo?
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