A ciento cuarenta años del nacimiento del compositor y músico Manuel Corona, su legado sigue vigente en la cultura cubana, porque él supo calar profundo en la música cubana a través de temas que son puntales de la música cubana, en especial de nuestra trova. Su talento y consagración le merecieron ser considerado como uno de los cuatro grandes de la canción trovadoresca cubana, junto a los santiagueros Sindo Garay, Alberto Villalón y Rosendo Ruiz.

Sus temas, testigo de una época, cargados de lirismo y amor, son evidencia de su talento y consagración a la música. La mujer, la guitarra, el desengaño, y el propio amor, fueron los temas recurrentes en la obra de este inolvidable trovador que se considera el autor que más contestaciones musicales hizo a sus contemporáneos. Los ejemplos son varios, a Gela hermosa, de Rosendo Ruiz, respondió Corona con Gela amada; a Timidez, de Patricio Ballagas, contestó con Animada; a Rayos de oro, de Sindo Garay, replicó con Rayos de plata; a Jaime Prats, autor de Ausencia, él contrapuso Ausencia sin olvido; a Ella y yo (conocida por El sendero), de Oscar Hernández, respondió con Tú y yo. 

La creación musical de Corona, no fue, quizá, tan amplia como la grandeza de sus composiciones. Resaltan en ella, temas que tuvieron a la mujer como fuente principal de inspiración como   Adriana, Graciella, u otros varios demás que demostraban la pasión del creador nacido en Caibarien como Confesión a mi guitarra, Una mirada, Las flores del Edén, las guarachas Acelera o El servicio obligatorio.

Sin dudas una de sus creaciones más trascendentales fue la popularísima Longina. Con el paso de los años, un evento le rinde culto a este tema y su inolvidable creador cada año en su provincia natal. Jóvenes y consagrados trovadores y cultores de este género en la isla y otras naciones llegan hasta esa ciudad en el mes de enero para rendirle homenaje a la trascendental Longina y al inolvidable Manuel Corona que a pesar del tiempo perdurará por siempre por la grandeza de su obra.