El hábitat creativo de Ricardo Cárdenas


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Fotos: Cortesía del autor.

Las superficies de acero, plástico y otros materiales que conforman sus piezas ostentan una geometría precisa y monumental que contrasta con el paisaje que la circunda; se firman como construcciones del hombre, como arquitecturas escuetas y austeras, como enormes  y refinados trozos de la vida vegetal de los que surgen las huellas de la memoria. Y colocadas estratégicamente dan lugar a una imagen que alude a la apropiación de cualquier espacio…

Cuando uno llega al estudio del artista en Medellín (Colombia) tropieza con una frase en la misma entrada: Mirar, pensar, dibujar, dibujar, dibujar, dibujar…, calcular, seleccionar y CONSTRUIR. Esas palabras —presentes en la muestra— constituyen el alma de cada pieza de Ricardo Cárdenas, quien este jueves 29 de octubre (6:00 p.m.) inaugura una muestra de esculturas y dibujos en la galería Latinoamericana de Casa de las Américas (3era. y G, El Vedado) titulada Bosquejos en grafito y acero.

Esta es su segunda visita a Cuba, la primera fue hace cinco meses, en ocasión de la 12. Bienal de La Habana, donde realizó una original Nube —de líneas de acero— que dejó como huella en la Academia de San Alejandro que lo invitó a esa fiesta de las artes visuales cubanas. A partir de esa estancia y en coordinación con la embajada de Colombia en nuestro país y la Casa surgió la idea de esta exposición, en la que el destacado creador presenta una “radiografía” de sus aventuras creativas que enfocan estudios  sobre la línea (en sus tres dimensiones).

Es fácil observar en su quehacer escultórico/objetual elementos simbólicos como el nido, las nubes, los manglares, bosques, que se repiten de una y mil formas en variados materiales.  Los nidos, confesó, siempre le han interesado no sólo como elemento visual sino como estructura. Por ser un concepto constructivo tejido de formas caprichosas. Además de estar relacionado con un núcleo concéntrico, el hogar, punto de encuentro. “Aunque más que el significado, me interesa su forma espontánea, construida, y esas estructuras que se relacionan con la líneas y el dibujo”. Ese es el quid del dilema, pues el interés fundamental del creador es el estudio de esa forma repetida una y otra vez hasta el infinito. Mirando sus creaciones uno alcanza una suerte de líneas “dibujadas” en el espacio, armando, al final, el volumen. Líneas de acero, plástico, hierro… que suma y reúne en cada pieza escultórica. Y, a su lado, siempre las acompañan dibujos en grafito, como si fueran espejos donde se reflejan esas historias de creación que respiran en varias dimensiones.

Nidos, nubes, manglares, bosques…

Primero aparecieron los nidos (2012) y más tarde las nubes, manglares (2014). Estos los realiza con varillas de acero, mientras que los bosques son estructuras de láminas de aluminio. Estos últimos son el resultado de su constante mirar al paisaje y al conglomerado de árboles que cruzan ante su vista, amén que la naturaleza colombiana es muy variada a lo largo y ancho del vasto territorio. Todo ello el artista lo traduce a su medio, a su “hábitat” creativo. Él se siente deudor de aquellos naturalistas que viajaban en expediciones botánicas alrededor del mundo, estudiando y recolectando la flora autóctona de cada lugar. Cárdenas hace un universo a la medida del natural, sólo que en la dimensión artística, para recordar y reflexionar.

En esa repetición cotidiana del dibujo, desde hace un cuarto de siglo, y en su andar escultórico, el creador colombiano ha llegado a una síntesis tal de la naturaleza que toca la abstracción, algo que él considera involuntario, o al menos es casi como respirar, pues no lo deja, no lo llega a percibir. El acero, las mangueras de plástico, el bronce, aluminio se transforman en sus manos cobrando una dimensión natural.

Ricardo Cárdenas, uno de los artistas del volumen más interesantes en Colombia actualmente, quien sigue los rastros de escultores de su país de la talla de Edgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar y Felicia Burstyn…, suele crear instalaciones según el espacio donde se haya programado exponer su obra. De esta manera su producción cobra un carácter específico, que podría parecer de una simpleza absoluta, pero que adquiere complejidad en la medida en que construye conexiones formales de volumen, simetría y ordenamiento lógico. En los elementos que involucra, orquesta una dialéctica bien pensada, directa y clara, lo que denota una intencionalidad programada y de trasfondo esquemático. Nada es aleatorio ni imprevisto, no deja nada al azar. Cada obra es una estructura calculada en sus partes y en su conjunto. Cárdenas maneja sus medios, recursos y elementos con la autoridad de quien sabe lo que está haciendo, y en consecuencia, está previsto el resultado. Desde el punto de vista conceptual, llaman la atención nociones como “equilibrio”, “espacio”, “luz”, “tiempo”, “velocidad”, “ritmo”, “tensión”…, que son importantes a la hora de situar cada elemento teniendo en cuenta su papel como parte integrante de la pieza.

Una meditación sobre lo manual…

Su obra se revela como una meditación sobre lo manual y el oficio que en la actualidad  son revaluados por el arte como una reacción crítica a la excesiva virtualidad de los soportes electrónicos y como consideración del oficio, que fuera tan caro a la creación de arte moderno. Puede decirse que su trabajo artístico queda como una demostración de las posibilidades del material y su manejo, una manera de redefinir el arte como técnica pura.

Cárdenas toma como punto de partida, para ir en busca de una original mirada, la descontextualización de los objetos por la vía del rompimiento de sus cualidades utilitarias. Siempre dispuesto a reelaborar lo preexistente, el artista hace estallar la herramienta más allá de lo previsto y es capaz de infundir un alma a los transformados objetos que fabrica. La profunda mutación que estremece a nubes, nidos, bosques, manglares…, advierten sobre algo oculto por ser explicado. Su obra lleva consigo toda la singular energía de lo creado que evoca no sólo otras disciplinas sino también maneras diferentes de ver. Su aproximación a los objetos/naturaleza, denota un artista que sabe traducir de modo manifiesto los distintos lenguajes expresivos.

Creador sensible, detrás de sus creaciones  advertimos un complejo ámbito de relaciones que deambulan por lo biográfico, por su vínculo con la historia del arte y de la vida, y por ese universo del psicoanálisis que anuncian el triunfo absoluto de la imagen.

La arquitecta colombiana Ana Milena Muñoz de Gaviria, en sus palabras de la exposición bajo el título de El oficio de transformar comenta de forma magistral que: “Al igual que la naturaleza Ricardo Cárdenas transforma a través de sus manos en un dibujo, con un lápiz y un papel, esa naturaleza que  ha observado, la piensa,  la dibuja, la reinventa y la reinterpreta hasta convertirla en  una parte de sí mismo. Es su arte no el arte de la naturaleza. Es un transformador con su lápiz cuando entrelaza líneas infinitas  en sus dibujos para visualizar una forma. Es un tejedor cuando toma  elementos lineales: aluminio, bronce, acero,  madera, plásticos, tuberías y cuerdas y los entrelaza  y los cose formando nuevas formas orgánicas y geométricas. Es así como simplemente las nubes son líneas de agua,  los nidos líneas de paja y los manglares líneas de maderas erguidas”.


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