Tengo conmigo un valioso diccionario que me donó mi amigo y pariente colombiano Alberto Lopera, padre del esposo de mi sobrina. Se trata del Lexicón del Valle de Upar, de Consuelo Araujo Noguera. Es una publicación de 1994 del Instituto Caro y Cuervo de Santafé de Bogotá. Hacía tiempo que estaba yo tratando de conseguir este libro. Así que fue muy grato recibirlo y mucho que lo agradezco.
¿Por qué digo que es “valioso”? Pues, porque tiene la singularidad de que trata del habla de una región natural, también pudiéramos llamarla una región indígena precolombina, de antes de la llegada de los conquistadores españoles a Colombia y comenzaran, con la espada y la cruz, a exterminar a los naturales. Es el habla surgida de la unión de razas diferentes, pero que se han ido uniendo y han formado un conglomerado muy especial, con un habla también muy especial, el habla vallenata del español en Colombia.
Esta región se encuentra entre dos grupos montañosos, que son la Sierra Nevada y la Cordillera de los Andes. El territorio era de la tribu de los Chimilas, de la familia lingüística Chibcha.
La conquista de estas tierras colombianas se llevó a cabo, principalmente, en tiempo que reinaba en Castilla el rey Carlos I, en nombre de su madre la reina doña Juana (la Loca), pero como era él, además, emperador de Alemania con el nombre de Carlos V, en la vecina Venezuela se habían asentado los representantes de la familia de banqueros alemanes Wesler, que tuvieron desde entonces varios privilegios y negocios financieros con la naciente España.
En 1524 se funda la gobernación de Santa Marta, por el conquistador Rodrigo de Bastidas (1445-1527). Uno de los segundos de Bastidas era Pedro de Villafuerte (¿? -1527), quien cometió un delito en Santa Marta y escapó en 1528 junto con algunos hombres. En el itinerario que tomó, circundó la Sierra Nevada de Santa Marta, y debido a las dificultades de esta travesía y sus enfrentamientos con los Chimilas, pues decidió regresar al lugar en que se le perseguía, pero llegó anunciando el descubrimiento de abundante alimento, grandes riquezas y extensas tierras para cultivar.
Todo el inmenso territorio del extensísimo valle estaba dividido en dos: la parte norte abarcaba casi la totalidad del valle y esta pertenecía al Gran Cacique Upar, y la del sur a los Pocabuy. El Gran Cacique Upar ejercía todo su poder sobre una federación de tribus que eran gobernadas por caciques menores, y que estaban asentadas en el vasto territorio del cual era, además, el jefe militar y religioso. La capital de este imperio de las tribus Chimilas lo era la ciudad de Eupari. Ejercía Upar dominio en otras tribus de diferentes nacionalidades, pero tenía una lucha abierta contra los Arhuacos o Aruacos. Los Chimilas esclavizaban no solo a los prisioneros de alguna escaramuza militar, sino también de los que furtivamente se apropiaban. También practicaban la antropofagia.
En 1528, Pedro Vadillo había quedado fungiendo como gobernador de Santa Marta y, al seguir las indicaciones de Villafuerte, pues penetró en el valle y en un inicio hizo contacto con los indígenas de manera cordial y estos le regalaron oro, joyas y alimentos. Sin embargo, al año siguiente entró como conquistador y se animó a tomar indígenas como esclavos y venderlos después, mientras expropiaba tierras y riquezas.
Entre los más de seiscientos indígenas que logró tomar prisioneros, esclavizarlos y llevarlos hasta Santa Marta, había un niño al que apodaron “Francisquillo el Vallenato”, y los españoles le dieron educación y, por supuesto, “la sagrada evangelización en la fe católica”.
Y es cuando por primera vez aparece el adjetivo que caracterizaría al natural del Valle de Upar. Será la voz vallenato no solo su gentilicio y todo lo que se relacione como perteneciente o relativo al Valle de Upar, sino que también dará nombre a un género musical popular que nacerá años más tarde y que se interpreta con acordeón, caja y gacharaca, que son: merengue, paseo, puya y son, y que es conocido internacionalmente como el tipo de música original, propia de Colombia: el vallenato.
Tanto oro conquistó Vadillo que se le ocurrió apropiárselo y no dar —como estaba establecido— la gran parte de todo lo recaudado a la Corona. Así, llevó a un barco grandes cantidades de metal precioso y se dispuso a salir para dirigirse directamente a España, donde —según esperaba él— llegaría a ser uno de los hombres más ricos del país, pero, en estas aguas tropicales del Caribe, naufragó.
Fue nombrado por la Audiencia de Santo Domingo, de manera oficial, como gobernador de Santa Marta, en 1529, don García de Lerma, quien tenía como segundos a Juan y a Pedro de Lerma. Acerca de este último no se ponen de acuerdo las fuentes, pues, mientras que, por un lado, se dice que era su hijo, por otros, que, su sobrino. Por su parte, se le envió a Coro, en Venezuela, al alemán Ambrosio Alfinger (¿1500? -1533), en representación de la familia de banqueros Welser —Bartolomé, Lucas y Jacobo—, de la ciudad de Augsburgo, Alemania, una de las principales casas financieras de Europa entonces.
En 1531 el gobernador ordenó a Pedro de Lerma que, junto a un batallón de unos cuatrocientos hombres, casi todos de caballería, fuera a “apaciguar” a los indígenas, los cuales, de vez en cuando, se acercaban a Santa Marta a hostigar a la población, pero aunque sin gloria, sin marcado éxito, y eso era un problema a resolver. Y Pedro de Lerma llegó a conquistar buena parte del territorio, pues llegó hasta el río Lebrija e impuso la encomienda en el Valle de Upar.
Sin embargo, dos años más tarde volvió Pedro de Lerma al territorio del Valle de Upar y solamente encontró desolación, pues antes había pasado por allí, en un recorrido de norte a sur, y haciendo todo tipo de estragos, el alemán Alfinger, que había atravesado toda esta zona cuando regresaba desde Coro, en Venezuela, y solo por su codicia de obtener todo el oro y las riquezas de los indígenas, fue exterminando aldeas indígenas; tomó como esclavos a cientos de Chimilas y llegó hasta ahorcar a quien se opuso a su exterminio, al Gran Cacique Upar. Poco después llegó el alemán al valle de Chinácota, donde el ya joven Francisquillo el Vallenato, quien había guardado en su corazón todos los crímenes y vejámenes cometidos por los españoles y los alemanes contra su pueblo y, amén de que ya no era un niño, sino un joven muchacho, lo asesinó, en mayo de 1533.
En 1543, informado por personas humanitarias de los castigos y crímenes sufridos por los indígenas en todas las posesiones en América, por parte de los adelantados españoles y sus representantes, el rey Carlos I prohibió la destrucción de las aldeas indígenas, así como el maltrato de los indios, so pena de un gran castigo.
Desde Cartagena de Indias, Miguel Diez de Armendáriz (1507-1551) nombró, en 1544, como gobernador de Santa Marta, a Luis de Manjarrez. Durante su mandato fue teniente gobernador y alcalde de Santa Marta el capitán Hernando de Santana. Entonces encomendó Manjarrez a Santana que dirigiera una expedición para fundar una población que se denominaría “Valle de Upar”, más o menos bastante cerca de donde quedaba la ciudad de Eupari, fundación que tuvo lugar el 6 de enero de 1550 y, por tal motivo, también se le conoce como Ciudad de los Santos Reyes (o de los Reyes), la cual, con el tiempo quedó registrada de forma oficial con el nombre de “Valledupar”.
El territorio original del Valle de Upar reunía a varios de los actuales departamentos en que está dividida administrativamente la República de Colombia.
Hoy lo pueblan descendientes de españoles, de negros esclavos traídos desde África y de los indígenas autóctonos. Ellos forman la masa popular que habita en el que en sus orígenes fue el Valle de Upar, y ellos son los que se expresan en la variante del habla vallenata del idioma español.
He aquí algunas voces y frases del habla vallenata.
· Bordón: Se le dice al ‘benjamín de la familia’, al que también se le llama vejé.
· Cumbo, cumba: Significa ‘arrogante, fatuo, presumido, vanidoso’. En otros casos más específicos también se le dice jabao, jabá: Al que es ‘engreído, vanidoso por algo que tiene o luce’.
· La expresión dar cajeta es ‘criticar despiadadamente a quien ha cometido una acción reprobable’.
- Funí: Es la ‘bragueta’, esto es, la ‘abertura que tienen los pantalones de hombres en la parte delantera, que antaño se cerraban mediante una serie de botones y ojales colocados a ambos lados de ella y hoy se cierra por medio de un zíper o cremallera’. A la ‘bragueta’, en Cuba se le llama, incorrectamente, portañuela, pues esta solo es la ‘tira de tela con que se tapa la bragueta o abertura que tienen los calzones o pantalones por delante’.
- Paco-paco: Es el nombre del ‘grillo de color verde’, al que también se le conoce como ‘saltamontes’.
- Mello, mella: Se le dice al ‘mellizo’.
- Rambar: Es verbo para aplicar en la peluquería de varones, pues significa ‘peluquear al rape, rapar’.
- Terciado: Es el nombre que recibe la ‘porción de café tinto al que se le agrega un poco de leche’. En Cuba es nuestro cortadito.
- Se le dice tragao, tragá, a la ‘persona que está perdidamente enamorada, que tiene pasión desmedida por alguien’.
- Zurrapa: Es el sustantivo que sirve para nombrar el ‘residuo que queda pegado a las ollas y los calderos después de cocer ciertos alimentos’. En Cuba es la raspa.
- El sustantivo rollete es el que se aplica al ‘rodete’, esto es, ‘especie de cojín pequeño que se coloca en la cabeza para amortiguar el llevar objetos pesados’.
- La locución de relancina equivale a ‘de casualidad, de improvisto’.
- La voz birusa es ‘cosa pequeñísima’.
- Pingarria es el sustantivo con que se le nombra al ‘fastidio, aburrimiento, hartera de todo, al malestar y dolor en el espíritu’. Recomiendo que es mejor tratar de no tropezar en el camino con una persona que padezca de pingarria, porque, según dicen, esos males se pegan.
- La expresión tener cañaña se usa para ponderar a la ‘persona que tiene modos para salir bien librada de cualquier problema que se le presenta’.
- Con el vocablo pretil y también con pretinel, se le llama a la ‘acera’. También se le nombra, incorrectamente, sardinel, pues esta última palabra quiere decir ‘quicio o escalón que hay delante de la puerta de entrada de una casa o habitación en la calle’. Por cierto, también así le llamaban, sardinel, a las ‘aceras’, hace tiempo, en las ciudades de Matanzas, Cárdenas y Colón, y algunos pueblos de esa provincia del occidente cubano.
- Sacamicas: Significa ‘lambón, servil´.
- Vicaria: En Cuba es una flor, pero en el habla vallenata es un sustantivo cariñoso que se aplica a la ‘mujer de la tercera edad’. Y vicariato es el ‘conjunto, grupo, reunión de mujeres de la tercera edad’. Como estas mujeres gozan de tanta popularidad y afecto, pues, en época de carnavales escogen su propia reina, a la que se le denomina “reina del vicariato vallenato”.
- La locución familiar pedir barato se dice cuando un hombre solicita, en medio de una pieza musical, que otro le ceda graciosamente la muchacha con quien está bailando.
- El vocablo bojo significa ‘trompada, puñetazo’. Ahora bien, con la palabra bojera se quiere decir ‘una pelea entre dos personas’, pues, si se trata de una ‘pelea entre varias personas’, entonces se le llama bojotera.
- Piocho: Es un adjetivo que nada más se aplica a hombres. Significa ‘bonito, elegante, sabroso, llamativo, atrayente, pintoso’. Este último significado, pintoso, es también voz vallenata, esto es, del Valle de Ucar. El hombre vallenato que reciba cualquiera de estos adjetivos, seguramente se va a sentir más cumbo o más jabao que nadie.
- Al juego infantil que en Cuba, mayormente, se le conoce por varios nombres, como son ‘pon, marchicha, peregrina, tejo, y otros más’, y que en muchos países de Nuestra América, se le conoce por el nombre argentino de ‘rayuela’, el cual fue universalizado por la novela de Octavio Cortázar denominada así, Rayuela; pero que en algunas zonas y departamentos de Colombia se le nombra ‘golosa’; sin embargo, en el Valle de Upar se le llama pelegrina, nombre este que en la región oriental cubana también se usa, al igual que ‘peregrina’, como antes dije.
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