El humor en la Cultura es un espacio mensual de la connotada escritora Laidi Fernandez de Juan, en el capitalino Centro Cultural Dulce María Loynaz, con el objetivo de promover el estudio del humor en la Cultura cubana.
El espacio propone presentar a figuras reconocidas en nuestros medios de difusión y a la vez, evocar a otras, casi olvidadas, o físicamente ausentes.
En esta oportunidad Laidi rememoró la personalidad y trabajo del inolvidable caricaturista Tomás Rodríguez Zayas (Tomy, 1949-2010), a través de la tesis de licenciatura realizada por la joven periodista, María Caridad Guindo Gutiérrez, redactora-reportera del diario El Artemiseño.
“Muchos recordamos la caricatura periodística de Tomy en el periódico Juventud Rebelde pero también le recordamos como director del suplemento humorístico DDT. Tomy nació en Barajagua, Holguín, en 1949; desde 1968 hasta septiembre del 2010 en que fallece, trabaja en el periódico Juventud Rebelde; a la vez que forma parte de la época dorada del suplemento DDT, un período en que él jamás se deja vencer por los problemas que, en el orden material, trajeron consigo (en específico) las adversidades del Período Especial. Como creador, siempre trató de lograr en sus caricaturas el tono del color, la textura de sus dibujos, para cuya realización lo mismo mezclaba frijoles, que arroz, que cualquier otro producto que le permitiese otorgar plasticidad a sus obras.
“En 1961, con tan sólo doce años de edad, Tomy toma el camino de las orientales montañas de Moa donde alfabetizó a seis personas durante el tiempo de duración de la Campaña de Alfabetización. En 1966, se dedicó a dibujar, a realizar caricaturas que le fueron publicadas en la revista Zunzún, hasta llegar incluso a obtener un premio en un concurso de humor gráfico en la provincia de Matanzas”, destacó Laidi en su presentación para añadir que aunque “él había estudiado Agronomía, descubrió que dicha carrera no le iba a aportar el conocimiento acerca de todo lo que aspiraba a hacer y a expresar. Así fue cómo comienza a asistir a los cursos de la Escuela de Artes Plásticas de Matanzas, hasta posteriormente llegar a conocer a connotados dibujantes cubanos como Nuez, Wilson y Virgilio, entre otros”.
Tiempo después decide residir en La Habana “en una buhardilla del periódico Juventud Rebelde”, como decidido trashumante decidido a jugarse el todo por el todo con tal de lograr su objetivo: llegar a ser un buen dibujante. Fue sometido a una prueba en el semanario Pionero. Era un viernes y el lunes debía entregar concluida la portada de dicha revista. Así lo hizo. Durante un tiempo estuvo realizando dicha portada hasta decidir pasar después al suplemento humorístico DDT, “donde permaneció desde 1968 hasta su muerte en el 2010”. Muchos caricaturistas de ese entonces —Posada, Virgilio, Wilson…—, le revelaron infinidad de mañas y secretos de esa técnica”.
Al decir de Adan Iglesias, actual director de DDT, en el transcurso de su labor profesional aquel dibujante utilizó para la realización de cada uno de sus trabajos: “Goma arábiga, talco y azúcar fueron algunos de los ingredientes que Tomy utilizó en cada uno de sus trabajos, casi como un buen alumno de Nitza Villapol. Fue un verdadero laboratorista de la caricatura”.
A lo cual agregaría quien escribe un indiscutible artista de la invención. Laidi subrayó que exposiciones personales de la obra de Tomy han sido presentadas en numerosos lugares de nuestro país, al igual que en Angola, Costa Rica, Nicaragua, Corea del Norte… Participó en varias exposiciones colectivas efectuadas en capitales como Varsovia, Budapest, Beijing… Reconocimientos en certámenes internacionales fueron muchos los que recibió; entre ellos en las ciudades de Porto Alegre y de Bahía, en Brasil, al igual que en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, España. Sus caricaturas han sido además reproducidas en varias publicaciones cubanas y extranjeras. En 1985, siendo Director del suplemento humorístico DDT, a dicha publicación le fue otorgado el Premio Internacional a la Mejor Publicación de Sátira Política a nivel mundial.
Por su parte la periodista Guindo Gutiérrez explicó que había dedicado su trabajo de tesis de licenciatura al período 2000-2003 de la obra de Tomy y, en específico, a los principales temas que él abordó, “no obstante poseer una obra muy vasta”.
La joven egresada universitaria subrayó como definición de caricatura periodística a aquella “que algunos definen como editorial, otros como caricatura política…Mas otros, como es mi caso, la asumimos como caricatura periodística, no solo por su presencia en la prensa, sino también por su constante seguimiento a la noticia, a las informaciones, a los acontecimientos más relevantes del momento”.
Rememoró seguidamente una entrevista publicada en Juventud Rebelde (25 abril de 1999), que le realizase a Tomy la también periodista Magda Resik, donde ésta le interrogaba sobre “cuáles son los secretos de una caricatura”. Al respecto Tomy resaltó que no existía una fórmula esencial de definición “ya que el humor está en la calle, en las personas, en las situaciones que se dan a diario; tan sólo el humorista debe hallarlo, transformarlo y trasladarlo a un lenguaje accesible para cualquier receptor. Hay muchas formas de hacer reír, algunas muy serias y chavacanas que no aportan nada y que se basan en el pesimismo, en burlarse de los defectos humanos y hasta exagerarlos. El humor debe ser muy reflexivo; tiene que ayudar y ofrecer enseñanzas, y si esto se logra con el acompañamiento de la sonrisa mucho mejor, pues el mensaje llega más fácilmente y con mucha más calidad”.
Así movieron a la sonrisa y hasta a la risa muchas de las caricaturas que fueron proyectadas (Power Point) en esta ocasión en homenaje a Tomy, en el mencionado Centro cultural. Algunas, seleccionadas entre los años 2000 y 2003, que nos trajeron a la mente infinidad de acontecimientos nacionales e internacionales transcurridos durante aquel período y, cada de ellas, repletas de una gracia y de una magia donde se enfatiza (una vez más) que lo cubano siempre nace y nacerá a partir de su humor ilimitado y, en esta oportunidad, gracias al talento de un artista de la caricatura.
De esta forma disfrutamos de “realizaciones impecables” en imágenes caricaturescas sobre hechos de esa época como fueron: el secuestro del niño Elián; la permanencia de Los Cinco en cárceles del Imperio; el sabotaje a las Torres Gemelas, de Nueva York; la presunta lucha del gobierno de Estados Unidos contra el terrorismo; las consecuencias de la deuda externa en el Tercer Mundo, de las políticas neoliberales, del criminal bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba y su rechazo internacional; la Ley de Ajuste cubano; la vulnerabilidad del gobierno de Estados Unidos a pesar del escudo antimisiles; la criminal guerra de ocupación en Irak; el papel expoliador del Fondo Monetario Internacional… En suma, caricaturas diseñadas a partir de un profundo lenguaje de compromiso político y social.
En otra parte de su intervención Guindo Gutiérrez enfatizó además que: “(…) En el contexto nacional Tomy incorporó al dibujo del humor técnicas comunes a las Artes Plásticas, como el grabado, la litografía, el aerógrafo, la pintura en acrílico, entre otras y también por su sentido de la experimentación. Durante los años del Período Especial, utilizó hasta azúcar como material de mascarilla en sus trabajos (…) Adan Iglesias, actual director del suplemento humorístico DDT, ha confesado que: “Tomy no se iba nunca con la primera idea; boceteaba y experimentaba nuevas formas, no se conformaba con una solución. Era grabador, y ese sentido mágico lo llevó a experimentar mucho en todos sus trabajos”.
Raúl Roa, nuestro Canciller de la Dignidad, enfatizó en una ocasión que: “Un lacerante sentimiento de frustración invadió a las masas populares hasta sumirlas, largos años, en el descontento, la pasividad y el escepticismo. La válvula de escape de aquella atmósfera enrarecida y agobiante fue el choteo y la trompetilla, a la vez catarsis, autodefensa y desquite del inconsciente político-social rebelado del cubano” (1).
Ese fue, es y será para siempre el humor creativo de Tomy. Un humor presente en las buenas y en las malas; alabanza, burla, reflejo, espiritualismo e impronta de la Cubanidad, del inconsciente político-social rebelado del cubano. Un patrimonio de inestimable valor.
Nota
(1) Raúl Roa. Capítulos de Literatura Cubana, 1981.
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