“(…) Conocí a Caridad Blanco cuando las dos cursábamos el mismo año de la Universidad. No podíamos estar más distanciadas: ella, en Historia del Arte y yo, en Medicina, de modo que solo un azar propició este primer y, si se quiere, fugaz encuentro. Mi madre le impartía clases a quien más tarde alcanzaría la categoría de máster (…), y ganaría en dos ocasiones el Premio Nacional de Crítica de Arte Pérez Cisneros. Muy pronto su nombre se vincularía a los estudios del humor en la Plástica cubana”.
Así expresó la escritora Laidi Fernández de Juan durante la presentación de Miércoles de Sonrisas, espacio que conduce cada mes en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, en esta capital, y que este noviembre dedicó al Humor en la Plástica cubana al invitar a la especialista en crítica de arte, Caridad Blanco.
“Ella es figura imprescindible si se quiere disponer de un verdadero conocimiento en asuntos de la influencia en la Plástica del camino no siempre conciliante del humor”, dijo para agregar que su invitada “ha merecido 12 distinciones, impartido 23 conferencias dentro y fuera de Cuba, participado en 22 exposiciones y curadurías; en 19 ocasiones ha sido jurado en eventos nacionales y extranjeros, además de tener cuatro libros publicados.
“Le caracterizan su intransigencia ante la superficialidad, su profesionalismo investigativo y su empeño para que sea sembrado en la memoria futura el real retrato del arte cubano incluyendo la historieta y la caricatura”.
Por su parte la especialista explicó que: “Durante más de veinte años he querido mostrar cómo se han expresado distintos medios de mi país (…) como es el caso de las historietas. Todo ello parte de un proyecto de trabajo iniciado en 1991, y que tenía como objetivo reivindicar estas formas de expresión, siempre tenidas como arte menor. Se convirtieron así estos géneros en tópicos de reflexión de mi trabajo curatorial en relación con el arte cubano contemporáneo y, defendiendo distintos argumentos, fueron presentadas desde entonces y hasta la fecha en las galerías del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales”.
Más adelante resaltó que: “La presencia del humor en el arte contemporáneo no puede ser entendida sin el conocimiento de la tradición del humor y su evolución en Cuba, y de cómo se ha modelado el pensamiento en torno a él como categoría estética. Defiendo un humor con mayor hondura —aunque ello no significa que menosprecie otro—, y como fenómeno más amplio que el reconocido. Llevar el humor no solo a la comicidad sino al ingenio, a la experiencia humana…Un humor de pensamiento y de opinión, como movilidad de categoría estética, y como lo percibo: como una discreta dosis de hilaridad, ironía, absurdo, sátira, farsa, parodia, sarcasmo, falsedad, cinismo, vulgaridad…Con esto quiero aproximarme a ese drenaje múltiple que es el humor”.
El humor en la plástica cubana, mas que un humor proverbial donde cada trazo convoca a analizar el poder de comunicación hilarante entre creador-auditorio, es también representativo de la vinculación de ese hombre espectador pensante e imbricado en este mundo controvertido, cambiante y hasta en ocasiones desprovisto de valores esenciales pero, definitivamente, capaz de reír o sonreír con el corazón cuando se enfrenta a lo verdadero.
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