La gala de clausura y, dentro de ella, la entrega de los premios correspondientes a la vigesimoprimera edición del Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in memoriam, será nuevamente el mayor tributo y la mejor manera de celebrar la fecha de nacimiento, un 8 de marzo hace 95 años, de uno de los más trascendentales cineastas que ha dado nuestro país.
Bastaría la creación por parte suya del Noticiero ICAIC Latinoamericano, inscripto desde hace tres lustros en el Registro del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, para otorgarle un sitio de honor en la historia del séptimo arte a escala internacional.
Más, tan a la altura de esta contribución, se ubica por derecho propio la gran obra que, como documentalista, realizó Santiago Álvarez (La Habana, 1919 - 1998) director y/o guionista de un centenar de documentales, entre los más conocidos "Ciclón” (1963), merecedor de una docena de premios internacionales; el corto “Now” (1965), considerado un antecedente del actual videoclip; “LBJ” (1968), “79 Primaveras” (1969) y “Mi hermano Fidel” (1977).
De capital relevancia fue también el magisterio que ejerció, ya no solo como profesor de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), sino con quienes indistintamente formaron parte de su equipo de filmación, tanto en el Noticiero ICAIC Latinoamericano, en el que supervisó unas 1 500 emisiones semanales, como en el resto de su obra; influencia que es agradecida por muchos de nuestros más notables cineastas.
De formación autodidacta, sin más antecedente en el medio audiovisual que un breve paso por la emisora CMQ, contaba con cuarenta años de edad cuando, tras el triunfo revolucionario de 1959, se encuentra entre los fundadores del ICAIC e inicia su labor en 1961 como codirector de los documentales “Escambray”, junto a Jorge Fraga, y “Muerte al invasor”, con Tomás Gutiérrez Alea.
Más de 80 primeros premios obtuvo Santiago Álvarez en festivales internacionales y concursos celebrados en Cuba a lo largo de su carrera cinematográfica, la cual tuvo como sellos distintivos la innovación, una profunda sensibilidad ante los acontecimientos que se desarrollaban en nuestro país y en el mundo, así como un particular sentido del humor.
Su legado, es y será cita obligada cuando del cine cubano o del documental se hable. El Festival que lleva su nombre, una vía eficaz para perpetuar ese género cinematográfico y para celebrar la vida de quien tanto aportó al séptimo arte, a la cultura, en la Mayor de las Antillas.
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