Disponer de personal calificado sobre la gestión integrada del patrimonio cultural y natural resulta el fundamento del Diplomado en Gestión que el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba desarrolla actualmente con el objetivo de contribuir a la superación profesional de los especialistas que intervienen en el gran concierto de este sistema.
En este escenario, como uno de sus “parlamentos” se encuentra el módulo: Patrimonio Natural y Paisaje Cultural, impartido recientemente y cuyo objetivo particular es: “Adiestrar a los participantes en el conocimiento sobre el patrimonio natural en su concepción más amplia, sobre sus especificidades, en cuanto a la identificación, protección y uso sostenible de los mismos, promoviendo la gestión y manejo eficientes en aras de su óptima conservación y de su inserción armónica en el desarrollo sostenible tanto en el contexto nacional como en los territorios y las comunidades.”
Un equipo integrado por cuatro profesores intercambió durante una semana con especialistas, en función de estudiantes, que provenientes de variadas provincias, profesiones y disciplinas del país se inscribieron en el curso. Los profesores fueron los doctores Jorge L. Corvea (Geología y patrimonio), Reinaldo Rojas (Geodiversidad y patrimonio geólogo-paleontológico), Isabel Rigol (Los paisajes culturales) y el autor de estas líneas (Patrimonio natural y medio ambiente), quien fungió como Profesor principal y coordinador módulo.
La diversidad de los presentes fue la primera señal, y positiva, que mostró evidencias en este proceso docente-educativo sobre el carácter sistémico y holístico de la actividad patrimonial; el patrimonio está en relación con todos los saberes, fue una de las ideas que emergió entre profesores y alumnos.
Por ejemplo, resulta una “verdad de Perogrullo” que el patrimonio natural esté en relación con procesos bióticos y abióticos, pero también con los aspectos sociales y económicas, los cuales muchas veces se subestiman.
Lo económico es necesario para mantenerse debidamente conservado ese objeto, pero por “lo económico” se han desarrollado y desarrollan las guerras de conquistas por nuevos espacios de influencias y ganancias, lo cual ha sido catastrófico para el patrimonio y la propia humanidad. La insensibilidad o el desprecio hacia otras formas de cultura, la propia irracionalidad para la explotación de los recursos, también han provocado grandes deterioros que han afectado su integridad.
En otro orden de interacciones “lo natural” se expresa a través de múltiples formas, por ejemplo, en la danza la relación entre la naturaleza y el patrimonio, ¿acaso, ciertos movimientos de baile y escenas no reflejan a la segunda y nos ofrecen un elemento del patrimonio material y espiritual?, ¿un caso en Cuba? la “Tumba francesa”, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, o la interpretación de Alicia (Alonso) en el Lago de los Cisnes, que con su virtuosismo nos trasporta al “País de las Maravillas”.
Preguntémosle a aquellos que tienen la responsabilidad de la gestión del patrimonio, si acaso y en dependencia de las características de las comunidades que estén alrededor, no se aprecia de manera diferente la interpretación de sus valores, sus usos y su protección.
Una comunidad que tenga aquello como sagrado, representará una conducta diferente al que lo evalué solo estéticamente, o simplemente lo subestime, y lo vea como un elemento ajeno a la singularidad de su propia cultura, la occidental, por ejemplo.
Sería interesante en este sentido leer dos fragmentos de la respuesta atribuida al jefe indio Noah Sealth, cuando el presidente de los Estados Unidos de América pretendiera comprarles sus tierras a mediados del siglo XIX:
“¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos?
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto, es sagrada a la memoria y el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.”
Por otra parte, y como parte del entramado a la hora de proyectar la salvaguarda del patrimonio, debemos entender la relatividad de la apreciación sobre la importancia de los valores patrimoniales, lo cual depende de múltiples factores, en los que más que ver contradicciones se debiera ver complementos.
Hagamos un experimento: Reunamos a un científico, un artista, un químico, un físico, una ama de casa y un museólogo, bueno, la redacción del penúltimo actor, es decir, actora, en la reunión parecería que tiene un cierto enfoque discriminatorio de género, “machista”, entonces por qué no decir “un amo de casa”, pues venga, que así sea, en cualquier caso, hombre o mujer tendrían en este caso un saber importantísimo; “saber hacer” comida que guste y que sea saludable, que por cierto puede ser un plato típico de una región o una época y considerarse patrimonio cultural espiritual, pero cuyos ingredientes son bien materiales y provenientes de algún ecosistema, el cual podría ser considerado paisaje cultural natural o industrial, o urbano (agricultura urbana) o rural. ¿Se ve que todo va entrelazado?
De aquel, se habrían obtenido especias, carnes y vegetales…, puesto que el plato de referencia no es artificial, como los millones de artefactos con los que convive el hombre actual y que han provocado una dependencia importante en algunos sujetos, o mejor, esa dependencia no es provocada por el objeto en primera instancia, sino por la promoción comercial (propaganda) que genera una “supuesta necesidad”, le da un “motivo”, para que se desarrolle la actividad, en este caso del consumo y sus muchas “ganancias” … para el “estimulador” de estas nuevas conductas consumistas.
Pero, volvamos a la reunión de marras, y enseñémosles un objeto cualquiera, a estos poseedores de saberes. Hagamos lo siguiente, mostremos entonces “una piedra”. El científico podría pretender enseñar la teoría de “fractales” a partir de las oquedades, cada vez más pequeña, sobre su superficie según el aumento que utilicemos para observar la misma; el artista podría ver en ello una bella escultura potencial; el químico comprendería que tendría en sus manos ciertas sustancias con la que provocar una reacción…; el físico vería en la piedra un objeto con el cual, como la manzana de Newton, explicar la Ley de la Gravedad; el “amo de casa” diría que la piedra le es ideal para machacar ajos, o carne…, pero el museólogo, ese especialista de patrimonio, podría explicar que la piedra encontrada pertenece a las antiguas “Ruinas del Taoro” y es una evidencia de los barracones de los esclavo, que provienen de una cantera cerca de los cafetales o las plantaciones de la caña de azúcar, o son parte de las evidencias del patrimonio natural o del paisaje cultural que aún se conserva con una integridad aceptable y que forma parte de la lista de patrimonio local, etc…, y que por lo tanto no se puede “ni tocar” para evitar su deterioro…
De estas múltiples relaciones trató el módulo Patrimonio Natural y Paisaje Cultural, en ellas los conceptos gestión, patrimonio natural y paisaje cultural, geología y paleontología, aspecto hoy no suficientemente considerado en las listas de patrimonio y que tiene tanto derecho a estar como cualquier otro. Que en el municipio Boyeros de la capital cubana exista una influencia de la cultura francesa no es fortuito, ello es dado por las condiciones naturales de ese territorio; el cultivo del café fue una oportunidad para el desarrollo de la economía, y como parte de los cafetales, los franceses que aportaron el capital (véase aquí cómo lo económico influye sobre lo patrimonial, la cultura y la trasformación del ambiente) y los conocimientos para su desarrollo, nos dejaron nombres, costumbres y algunos genes; por tanto la geología, como sustrato, la biología, la sociedad y su cultura sobre aquella, interactúan de muchas maneras en la “trama de la vida”, como el título de un libro escrito por F. Capra, que el autor recomienda leer como parte del enfoque o la teoría de la complejidad, bien importante para que junto con la dialéctica materialista se pueda comprender mejor el movimiento de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.
Por último, una clase práctica en el Rincón de Guanabo, sitio natural declarado Monumento local en 2001, mostró a los visitantes su laguna costera, manglares, aves migratorias y autóctonas, así como su fauna en reptiles y moluscos, entre otras especies observables, según la época del año y la hora, gracias al sendero ecológico que se extiende sobre la laguna para alcanzar la playa de tranquilas aguas y desde la cual se observa bien cerca uno de los arrecife de coral mejor conservados de la costa norte de Cuba, según explican los científicos. Todo un encanto para las acciones de educación ambiental y patrimonial, así como sitio ideal para la investigación, con una infraestructura adecuada para la colaboración nacional e internacional que ya se realiza.
Allí, entonces, en este espacio, se integraron los diferentes contenidos impartidos durante las conferencias, lo cual fue muy reconocido por los estudiantes.
Todos estos contenidos fueron recreados de una u otra forma durante las cinco sesiones de ese proceso de enseñanza-aprendizaje, donde los estudiantes tuvieron un alto protagonismo como corresponde a los nuevos tiempos de educación avanzada, desarrolladora y otros enfoques que tienden a acercarse, a alcanzar mejor lo que Vigostky llamó Zona de Desarrollo Próximo. Con ello el maestro o profesor no pierde autoridad, sino que la multiplica, la distribuye y el proceso docente-educativo se enriquece, y todos aprendemos.
Entonces, el modulo tejió su matriz entre enfoques sistémicos, holismo ambientalista, dimensión ambiental, ecosistemas, museólogos y monumentos, diversidad cultural y natural, ninguna más importante que la otra, a través de una selección de algunos de los conceptos necesarios sobre los que se deben tener claridad a la hora de saber interpretar el patrimonio, cuidarlo y salvaguardarlo como testimonio de lo que somos, y de lo que pudiéramos ser, que dependerá de las conductas que asumamos hoy, a partir de nuestras herencias y cultura y, de nosotros mismos.
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