El Pico Real del Turquino: Monumento Nacional camino al cielo (Parte II y final)


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Simbolismo martiano:

En el cielo, entre las estrellas y el sol de nuestro sistema solar. Ahí, de cara al astro rey, inmenso en valores, símbolo de lo mejor de lo humano se encuentra un corazón de humanidad, un cubano cuya capacidad intelectual y moral desborda límites.

Como símbolo de lo anterior, en la cima del Pico Real del Turquino, la elevación más cercana al cielo en Cuba, se encuentra un busto de José Martí y Pérez, Apóstol de Cuba, lo cual significa todo una vida entregada a los principios por los que luchó: “el culto a la dignidad plena del hombre” y la independencia de Cuba. Toda su vida hasta cuando la entregó fue ejemplo para todos los tiempos de dignidad y sabiduría humana.

Su imagen, en bronce, fue ubicada el 21 de mayo de 1953, en conmemoración del centenario de su nacimiento. 

En la base de ese monumento del Héroe Nacional de Cuba aparece la frase del Apóstol: 

“Escasos como los montes son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de Nación, o de Humanidad”

En Cuba  se organizaron numerosas actividades por el Centenario del Apóstol, la historia de este proceso fue publicada por las Representaciones Diplomáticas de Cuba en el exterior, donde se explican las principales acciones acometidas que permitieron la instalación del busto de Martí lo más cerca posible del cielo cubano. Por la claridad de la narración se replica a continuación:

“Por este motivo la joven maestra Emérita Segredo Carreño, integrante de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano, propuso colocar un busto de Martí en el lugar más alto de nuestra Patria, en el Pico Turquino; quien más tarde, expresara «Cuba coloca al Apóstol en su lugar más alto, materialmente, y en lo moral señala que desde allí se encontrará siempre vigilante, como un faro de luz vivísima y ejemplar, para que señale el buen camino a las generaciones de cubanos»

Gonzalo de Quesada y Miranda, quien era el director de la Fragua Martiana, y presidía la Asociación, acogió y apoyó la iniciativa. Contactó con la escultora Jilma Madera y le pidió que hiciera un busto idéntico al que había donado ella a esa institución y que se exhibía en uno de sus salones.

La ejecución del proyecto recibió cooperación técnica del Instituto Nacional de Arqueología (INA), que presidía Roberto Pérez de Acevedo, y del padre de Celia Sánchez Manduley, el doctor Manuel Sánchez Silveira, quien era delegado del INA en Oriente.

El busto de cara al sol y en lo alto del Turquino, es una copia a escala menor del que se inauguró el 28 de enero de 1952 en la Fragua Martiana, y que María Mantilla, la niña querida de Martí, dijo que era el más parecido de todos al rostro del Martí que ella recordaba, al visitar La Habana, con 73 años, el 29 de enero de 1953, con motivo de los festejos por el centenario del maestro.

La escultora afirmó a Granma en mayo de 1983 «La participación de Sánchez Silveira fue decisiva, pues él se ocupó de ejecutar la idea de llevar el busto de Martí a la Sierra. Desde entonces se estableció una correspondencia frecuente con él, pues Sánchez Silveira estuvo en varias ocasiones en Ocujal con vista a resolver todo lo referente a la instalación del busto, que le enviamos por ferrocarril a Manzanillo, luego de hacerle llegar los planos, así como los fondos para pagar los salarios a los campesinos que contrató para realizar el trabajo».

En un ómnibus de la línea Santiago-Habana partió el grupo martiano el 17 de mayo. Llegaron a Santiago de Cuba al día siguiente y en la mañana del 19, aniversario de la caída del Maestro, el grupo martiano realizó una guardia  de honor en el Mausoleo de Santa Ifigenia que custodia sus restos. Allí se les unió la compañera Celia Sánchez  Manduley quien tenía a su cargo filmar el  histórico hecho y tomar fotografías.

El doctor Manuel Sánchez Silveira estaba al frente de la expedición que la integraban además: su hija, Celia Sánchez Manduley; la escultora Jilma Madera; y las hermanas Emérita y Cila Segredo Carreño.

Más tarde todos se embarcaron en la goleta Glenda, que enfiló rumbo este, bordeando la costa hasta llegar ya de noche y bajo un torrencial aguacero a Ocujal del Turquino, donde los esperaba el administrador del Aserradero.

Temprano en la mañana el grupo partió en un camión del Aserradero hasta Arroyo Naranjo. Luego comenzó el fatigoso y peligroso ascenso hasta Altos de Babiney, a 1 127,7 metros de altura, después llegaron a Altos de Cardero, a 1 200,9 metros. Más tarde arribaron a la Cueva del Aura, que los campesinos llamaban Campamento Martí, a 1 402 metros, donde hicieron noche.

Al amanecer del 21 de mayo reiniciaron el ascenso. Caminaban en fila india, por un estrecho sendero de tupidas  malezas con la emoción de llegar a la cima del Turquino. La mañana era fría pero soleada, cuando  al fin alcanzaron el firme de la cumbre. Habían llegado al Pico Real de Turquino, a 1 974 metros sobre el nivel del mar.

De inmediato comenzaron a trabajar para terminar la base del monumento, los dos metros más que se la habían añadido al mismo, a la altura del Pico Turquino y a colocar la tarja. A las 12 del día en un asta improvisada, con una rama de un árbol, se izó la bandera cubana y se procedió a develar el busto de Martí. Seguidamente se depositaron las flores donadas por los Grupos Martianos de Santiago de Cuba, y Sánchez Silveira pronunció unas breves pero emotivas palabras”.

En momentos como deberían recordarse dos Versos de Martí, uno Sencillo y otro Libre: 

Yo quiero salir del mundo

Por la puerta natural: 

En un carro de hojas verdes

A morir me han de llevar.

No me pongan en lo oscuro

A morir como un traidor

¡Yo soy bueno y como bueno

Moriré de cara al sol!

 

Y el bello verso Libre “Yugo y Estrella”:

Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:

-Flor de mi seno, Homagno generoso

De mí y de la Creación suma y reflejo

Pez que en ave y corcel y hombre se torna,

Mira estas dos, que con dolor te brindo,

Insignias de la vida: ve y escoge

Este, es un yugo: quien lo acepta, goza:

Hace de manso buey, y como presta

Servicio a los señores, duerme en paja

Caliente, y tiene rica y ancha avena.

Esta, oh misterio que de mí naciste

Cual la cumbre nació de la montaña,

Esta, que alumbra y mata, es una estrella:

Como que riega luz, los pecadores 

Huyen de quien la lleva, y en la vida,

Cual un monstruo de crímenes cargado,

Todo el que lleva luz, se queda solo.

Pero el hombre que al buey sin pena imita,

Buey vuelve a ser, y en apagado bruto.

La escala universal de nuevo empieza,

El que la estrella sin temor se ciñe,

Como que crea, crece!

                                    Cuando al mundo

De su copa el licor vació ya el vivo:

Cuando, para manjar de la sangrienta

Fiesta humana, sacó contento y grave

Su propio corazón: cuando a los vientos

De Norte y Sur vertió su voz sagrada.-

La estrella como un manto, en luz lo envuelve,

Se enciende, como a fiesta, el aire claro

Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,

Se oye que un paso más sube en la sombra!

 

-Dame el yugo, oh mi madre, de manera

Que puesto en él de pie, luzca en mi frente

Mejor la estrella que ilumina y mata.

Para los héroes de la Patria ¿Gloria eterna!


 

Principales fuentes:

“Martí, en lo alto del Turquino y de cara al sol”. http://misiones.minrex.gob.cu/es/articulo/marti-en-lo-alto-del-turquino-y-de-cara-al-sol

Monumentos Nacionales de la República de Cuba. Ed CNPC.

Las Áreas Protegidas de Cuba Ed. CNAP.

 


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