Enclavado en la Sierra Maestra, este emblemático territorio muestra valores extraordinarios que hacen de este sitio natural patrimonial un monumento excepcional para Cuba y para América Latina y el Caribe.
El Pico Real del Turquino es Monumento Nacional desde el 30 de diciembre de 1991. El mismo se encuentra ubicado en el Municipio Guamá en la provincia de Santiago de Cuba, hacia el centro de la Sierra Maestra, la mayor cordillera del país.
Además, en 1992 el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros aprueba legalmente esta área como área protegida. Este patrimonio natural está enclavado a su vez dentro del Parque Nacional Turquino que ocupa un área de 23210 localizado entre las provincias de Granma y Santiago de Cuba y a unos 60 km de la ciudad de Bayamo.
La altura máxima del Pico, algunos la sitúan a 1971,2 metros sobre el nivel del mar, otros lo ubican a 1974 msnm.
Además del Turquino y como custodiándolo, o en marcha con él, se encuentran el Pico Cuba, el Pico Suecia y otros, que resultan de gran importancia para el conocimiento de la evolución del archipiélago cubano.
Resulta interesante señalar que de este Monumento Nacional emanan tres aspectos básicos: primero visto como ecosistema; segundo, enriquecido por lo histórico y su significado para el Triunfo de la Revolución de 1959, cuyo “63 Aniversario” se conmemorará en breve y, no por tercero menos importante, el Turquino enaltecido por la mutua relación simbólica con José Martí.
Desde lo ecológico:
Su situación geográfica lo ubica como el punto más alto de la geografía cubana, su diversidad biológica y su endemismo sitúan a las alturas del Pico Turquino entre las regiones de mayor endemismo en la región oriental de Cuba, junto a Moa-Toa, la Meseta de Nipe, la Sierra Cristal, la Costa de Maisí-Guantánamo y Santa Catalina. Son también importantes su geología, sus paisajes culturales (la cúspide del Turquino es un mirador excepcional) y su microclima.
No se ha asomado usted alguna vez a un precipicio y al mirar hacia abajo ver las palmas reales como cerillas de fósforos. Acaso ha disfrutado, acabado de despertar, de una robusta naranja dulce arrancada muy temprano en la mañana por su propia mano del mismísimo arbusto frente a su hamaca, y que al beber de su zumo esté degustando el almíbar natural deliciosamente frío del cítrico como sacado de una nevera, ¿No le resultaría ello fantástico?
Y, qué decir si al hablar en la mañana le saliera humo de la boca, como condensación de su aliento…
Admira también, al comenzar a ascender la montaña, encontrarse con un bello techo de nubes blancas, seguir cuesta arriba hasta alcanzarlas y retozar, como niño interno emancipado, con ellas entre las manos, y que después, al continuar el ascenso, volver a verlas, pero esta vez, como desde el Olimpo, allá, más abajo, a no pocos metros por debajo del nivel de sus pies.
Y de la niebla, ¿qué conoce? Sabe que es común que en la tarde temprana le invada un ambiente denso, blanquecino, y que su cuerpo quede en él embebido, y donde el del paisano justo a su lado y al de otros, se le pierda, deje de verlos por mucho que mire, y a pesar de que solo lo separen de ellos apenas decenas de centímetros.
Y qué decir de los inexpertos citadinos, para ellos todo esto es un mundo onírico, donde las preocupaciones son absorbidas por los duendes de la montaña, por sus verdaderos amos y señores; los bosques de coníferas o de helechos arborescentes, o del que llaman tibisí, bejuco popularmente nombrado por los atentos y viriles guajiros de la zona como “te jo…” pues, si se te pega al pellejo ¡no lo “jales”! que te quema, mejor levántalo y déjalo libre.
También son patronos de estas tierras: el viento, las nubes, el frío, la lluvia pertinaz y el monte espeso, juntos a la polímita, el tocororo, el pájaro mosca o colibrí, el ruiseñor y quién sabe, si el carpintero real, el que más de una vez ha sido considerado como extinguido.
¡Qué fascinante es el complejo ascenso, el que se debe tomar bien temprano, aun sin salir el sol y con buen alimento y agua, pa'que este no golpee demasiado el “lomo” antes de llegar el caminante a la cobertura boscosa.
Desde la orografía, el Macizo Montañoso de la Sierra Maestra constituye un bloque de montañas jóvenes que experimenta movimientos de ascenso neotectónico y donde sobresalen las pendientes superiores al 40%.
En los lugares de mayor altura aparecen dos formaciones vegetales de especial interés: el monte nublado y el monte fresco, con abundantes árboles de fustes retorcidos y poblados de musgos, orquídeas y otras especies típicas de estos lugares. En cuanto a la flora se han censado 135 especies que corresponden a 44 familias; del total de especies, 11 son endémicas.
Hasta hace un tiempo se habían informado la existencia de 11 especies de arácnidos; 13 de moluscos terrestres, distribuidas en 11 familias y 13 especies; 4 familias de anfibios, con 21 especies; 10 familias de reptiles, con 34 especies; 24 familias de aves y 15 especies de mamíferos.
Debe de destacarse que la fauna ha sido poco estudiada en el Parque, por lo que es posible que en un futuro aumente la notificación sobre el potencial faunístico, cuando se incrementen las exploraciones científicas. Los invertebrados acentúan la contribución a la biodiversidad del lugar y sobresalen las mariposas diurnas de los géneros Parides y la hermosa Greta.
De los histórico:
Su primera mención fue realizada a finales del siglo XVI por el geógrafo flamenco Gerardus Mercator (1512-1596). Según se conoce hasta ahora, los primeros reportes de visitas a su cumbre se remontan a 1915.
En la Carta de Vives (publicada entre 1824 y 1835) se detalla un puerto, un río y un «pico Tarquino» (y no «pico Turquino», como actualmente se nombra este orónimo).
De su historia reciente resalta el haber sido escenario de primer orden en la rebeldía nacional y punto de partida del triunfo por la definitiva independencia de Cuba el 1º de enero de 1959.
La Sierra Maestra debe ser considerada zona de protección del Pico Turquino, como la “isla” rodeada de verdes jardines con 17 cumbres empinadas hacia el cielo como tocándolo, como el signo de que hasta él es alcanzable cuando se sube por la ladera de la dignidad.
Esta región fue a su vez refugio seguro de los combatientes que desembarcaron el 2 de diciembre de 1956 por Las Coloradas para hacer una Cuba libre o ser mártires.
Fue también zona de operaciones importantes del Ejército Rebelde a partir de diciembre de 1956 hasta el 1ro de enero de 1959. Allí radicó y se consolidó el Ejército, se estableció la infraestructura de guerra, como la armería del Naranjo y la estación de Radio Rebelde. Resultó escuela para los combatientes, y al unísono, para el campesinado y sus hijos, y fue escuela para toda Cuba porque fue ejemplo de “sí se puede”.
Los rebeldes se ganaron el respeto de los campesinos y del pueblo y hasta de no pocos de sus adversarios, porque mostraron amor, entrega y principios.
Allí, en el Turquino, se evidenció claramente las primeras páginas de sacrificio de aquellos humildes-grandes hombres del ejército rebelde, hijos e hijas morales de Martí.
La segunda parte de este artículo (Parte II) tratará sobre el Monumento Nacional del Turquino y su simbolismo martiano como homenaje al Aniversario 63 del Triunfo de la Revolución cubana de 1959.
Continuará…
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