El artista visual Niels Reyes regresó a las galerías, esta vez a la habanera Máxima Galería en la calle Monserrate esquina Tejadillo, tras dos años de ausencia debido a las restricciones impuestas por la pandemia, con una muestra titulada: Regreso a ninguna parte que consta de diez cuadros de mediano y gran formato de óleo sobre tela cuyo hilo conductor es el rostro humano.
Aquí se entrelazan una excelente curaduría ejecutada por Yiset Ramírez y el propio Niels y una museografía que desprende armonía en el público. Niels Reyes tiene en su currículo otras exposiciones: Happy End (2008), Recarga (2009) y Oleos (2019) y Distancia (2020).
La master Teresa Toranzo se expresó así en el catalogo sobre el ganador del gran premio de la primera edición del concurso de arte contemporáneo Post-it, en el 2014, “Apenas unos diez lienzos lo re-confirman entre los convencidos del expresionismo como poética. No importa cuánto nos empeñemos en tomar precisiones si es neoexpersionista o expresionista contemporáneo, lo cierto es que en su pintura se perciben los principios básicos de los maestros alemanes, los de EE.UU., algo o mucho del grupo Cobra, pero desde un estilo propio y bien sedimentado”.
Me atrevería a decir una influencia más, o un guiño al grupo fotográfico F 64, al que perteneció Edward Weston, quienes hicieron abstracción del objeto retratado y trabajaron también de esta forma el rostro.
Estos cuadros se caracterizan por su antropocentrismo en el mejor sentido de la palabra. Los rostros de Niels que parecen estar aquí, en la cotidianidad más inmediata, nos llevan a la representación de la vida que cada uno de ellos tiene, representaciones que han madurado decodificando realidades no siempre amables.
Así nos enfrentamos a las marcas estampadas por los procesos migratorios en El muchacho que se fue y volvió, las interrogantes sobre el futuro en medio de un mundo que no ha dejado de ser convulso y de una realidad nacional compleja en Madre de aguas; con transparencias donde abunda la gama del verde y nos recuerda a Servando Cabrera o a René Portocarrero, Mar, Roble y laurel, Rostro de verano y otros Sin título, y la armonía familiar como esa célula indispensable para el tejido social en Regreso a ninguna parte como el título de la muestra.
Las expresiones meditativas condensadas están dichas a través de trazos más o menos pronunciados, con un uso del color más contrastante en unos que en otros, pero siempre con ese rostro humano abarcador de todo el cuadro y por detrás, en segundo plano está la naturaleza encarnada en el mar, el cielo y la arena. Rostro humano que se erige como el sujeto que piensa el objeto y lo enriquece, introspección que no sugiere la devastación del medio natural sino la búsqueda de equilibrio para una vida cualitativamente mejor.
Niels Reyes regresó a alguna parte, regresó a Máxima Galería reinventado pero con una propuesta que no desiste de su línea temática centrada en revivir la memoria, los relatos, retratos y rostros. Esto para el bien de curadores, críticos e historiadores del arte pero también para las personas no especialistas en artes visuales que asisten habitualmente a las galerías.
Parece un lugar común, pero necesario plantear una vez más que los circuitos expositivos se erigen en espacios para un aprendizaje del saber mirar, para conocer el cosmos de un artista de una manera profunda sus textos y transtextos, si continua o fractura su discurso visual, y cómo dialoga su obra con el resto del mundo. Aspectos estos muy importantes en un tiempo que la visualidad se reafirma cada vez más como otro tipo de escritura.
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