Una presencia siempre esperada en los Festivales Internacionales de teatro de La Habana es la del grupo teatral ecuatoriano Ensayo Gestus. En esta ocasión trajeron una pieza de intenso contenido y experimental estética: Cucarachas del importante dramaturgo ecuatoriano Cristian Cortez. Con solo tres personajes, el autor nos adentra en la vida de muchos latinoamericanos que buscando abrirse paso en una realidad ajena, se ven inmersos en un ámbito inhóspito que los aniquila, pero del que no pueden escapar al no aceptar el fracaso. Tal planteamiento, de reiterada incidencia en nuestras latitudes, parecería remitirnos a un fatalismo social, por la deshumanización y angustia existencial que nos presenta; sin embargo, no es así, ya que la pieza tiene la lucidez de hacernos un llamado de alerta ante el error de tales extravíos. Por tal motivo la fuerza del planteamiento nos lleva a un replanteo de cuáles debieran ser las verdaderas y legítimas ilusiones del hombre. Cucarachas a  pesar de ser una obra amarga, es al mismo tiempo una pieza esperanzadora, que pretende despertar en nosotros la conciencia del lugar que ocupamos en el mundo y hacia dónde dirigirnos en la búsqueda de nuestras raíces.

El director y actor, Bernardo Menéndez, en su  acertada traslación del texto a la escena, otorga a la pieza una dinámica que nos sobrecoge por la complejidad de los recursos estilísticos utilizados y logra mezclar elementos de distanciamiento con rejuegos totalmente imaginativos en una creciente atmósfera de tensión que mantiene al espectador en un estado de atención permanente.

Las actuaciones, presididas por el experimentado actor Virgilio Valero en el “Walter”, junto a los jóvenes y talentosos Milton Gálvez en “Billy” y David Castro Mosquera en “John”, enriquecen las atmósferas con una sinceridad interpretativa y una organicidad escénica admirables. Mantienen todo el tiempo la complejidad de sus personajes, dotándolos de una rabiosa humanidad y, al mismo tiempo, nos los comentan en un enjuiciamiento narrativo. Esos asaltos de subjetivad y objetividad interpretativa deslumbran por el dominio de tales transiciones, verdaderamente teatrales. La identificación da paso a un efectivo distanciamiento interpretativo, y ese salir y entrar del personaje para ser también el actor que lo interpreta desde otra óptica, refuerza la coherencia y el carácter movilizador de la puesta en escena.

Es de destacar la funcional escenografía que permite una atmosfera opresiva, donde los personajes parecen entrar o salir del espacio como arrastrándose por un túnel o como una referencia visual a esa metamorfosis de la que son víctimas. Con este agudo y valiente espectáculo, Teatro Ensayo Gestus nos invita a reflexionar, desde un juego teatral no exento de imaginación y humor, sobre asuntos de apremiante abordaje, y nos enfrenta con seriedad y madurez al abordaje de una problemática que no solo hay que reconocer, sino evitar.  Es esta, indiscutiblemente, una propuesta escénica necesaria para afirmarnos en que hay otros caminos por donde buscar la satisfacción de vivir. Sin duda alguna, un hermoso compromiso popular desde el Arte.