El prestigioso escritor camagüeyano Emilio Ballagas Cubeñas nació el 7 de noviembre de 1908 y falleció en La Habana el 11 de septiembre de 1954; es considerado uno de los más importantes cultivadores del neorromanticismo y de la poesía negrista en Cuba.
Pertenece a la llamada segunda generación republicana de poetas, y conforma, junto a su coterráneo Nicolás Guillén y a Eugenio Florit, la tríada de poetas más representativos de la misma, pues limpiaron la poesía cubana de las trivialidades del vanguardismo y la encaminaron hacia la seriedad creativa.
Se graduó de Bachiller en Letras y Ciencias en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey, en 1926, y en 1928 comenzó los estudios de pedagogía en la Universidad de La Habana. Más tarde, en 1933, obtuvo el título de Doctor en Pedagogía y ocupó la cátedra de Literatura y Gramática en la Escuela Normal para Maestros de Santa Clara, donde se mantuvo hasta 1946, en que se doctoró en Filosofía y Letras.
Los inicios de su producción lírica fueron influenciados por los diferentes ismos de la vanguardia artística. Sus primeros poemas y libros evidencian estas huellas aunque desde el comienzo mismo puede verse en su quehacer y preocupación estética la impronta de un auténtico poeta.
Publicó sus primeros poemas y artículos de crítica en la revista local Antenas (1928-1929), y también en la Revista Avances (1927-1930).
Su primer libro de poesía, Júbilo y Fuga apareció en 1931, cuando el poeta aun estudiaba en la Universidad de la Habana.
El poeta transitó asimismo la poesía llamada negrista con un sentir legítimo que no atiende el espacio externo, como bien muestra su Cuaderno de poesía negra que aparece por primera vez en 1934.
En 1938 publicó Nocturno y elegía, y al siguiente año Sabor eterno, que marca indudablemente el momento de pleno dominio técnico de Ballagas que se revalida en sus consecutivas composiciones líricas.
La poesía pura que desarrolló en sus obras, está libre de anécdotas humanas, de elementos extraliterarios; es, a la par; dislocación en la disposición tipográfica de los versos, abandono de la mayúscula, y extrema libertad de metáforas. Constituye un anhelo de perfección para la obra lírica. En ella se busca la serenidad a través de un apartamiento de la realidad.
Ballagas asimismo colaboró en las más importantes revistas literarias de Cuba y de la América Latina, entre ellas Orígenes, Revista Cubana, Cuadernos Americanos, etc.
Desde 1935 fue redactor del periódico La Publicidad, de esa ciudad central, hasta 1943. A partir de 1942, trabajó junto con Gastón Baquero, Eliseo Diego, Fina García Marruz y Cintio Vitier, como editor de la revista Clavileño, y al año siguiente comienza a dirigir la publicación Fray Junípero. Cuadernos de la vida espiritual.
Igualmente realizó valiosas traducciones de poetas ingleses y franceses; compiló dos antologías de la poesía negra en el continente; escribió numerosos textos ensayísticos sobre temas literarios, y en particular acerca de la poesía.
Dictó además conferencias sobre el futurismo, la poesía afroamericana, y otras temáticas; dichas conferencias, y otros textos suyos recogidos y publicados póstumamente, constituyen un notable conjunto de ensayos críticos, entre los que se destaca el breve texto «La poesía en mí», en el que Ballagas realiza un lúcido autoexamen de su obra, en la que señala dos etapas: una primera que denomina «de los misterios gozosos», que reúne la llamada poesía pura y el negrismo, representados respectivamente por sus libros Júbilo y fuga, de indudable acierto en la expresión de la sensibilidad juvenil de su autor y Cuaderno de poesía negra (1934), que contiene notables aportes a la recitación popular de la época.
Y la segunda, «de los misterios dolorosos», donde se encuentra su poemario Sabor eterno publicado en 1938, que representa la superación de la orientación inicial en favor de una poesía autobiográfica de acento neorromántico, vinculada a autores contemporáneos como el chileno Pablo Neruda.
Sabor eterno incluye los poemas «Elegía sin nombre» y «Nocturno y elegía», que constituyen el núcleo temático y estilístico del libro y representan uno de los más perdurables aportes que se hayan hecho a nuestra poesía durante el siglo XX.
A partir de esta segunda etapa, la obra de Ballagas evoluciona, a través de las formas clásicas y del tratamiento de temas católicos de arraigo popular, como es el caso de Nuestra Señora del Mar (1943), hacia una expresión del sentimiento religioso que en Cielo en Rehenes, que estuvo inédito hasta un año después de su muerte, alcanza una notable individualización literaria.
Estos libros integran la tercera y última fase de su poesía, que el segundo, dividido en tres secciones bajo los títulos de Cielo gozoso, Cielo sombrío y Cielo invocado, resume y prácticamente concluye, pues en él Ballagas alcanza a asumir sus conflictos interiores, analizados ahora desde la perspectiva religiosa.
Ballagas fue muy reconocido y laureado por sus contemporáneos; en 1938, la Dirección de Cultura de la Secretaría de Educación de la República de Cuba le otorga una Mención Honorífica por sus obras Sabor Eterno y Sergio Lifar, el hombre del espacio.
En 1951, conquista el Premio Nacional de Poesía con su admirado cuaderno Cielo en rehenes, y luego en 1953, sus Décimas por el júbilo martiano en el Centenario del Apóstol José Martí son premiadas y editadas por la comisión organizadora de los actos y ediciones del Centenario y del Monumento de Martí.
En el ámbito internacional de igual forma fueron aplaudidas sus producciones literarias: en 1946 fue nombrado miembro del Instituto Internacional de Estudios Afroamericanos con sede en México.
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