¿Qué es lo cubano en arte? A juzgar por Don Fernando Ortiz, se podría comparar con el “ajiaco”, donde la combinación de ingredientes de variada procedencia genera un espeso caldo con un sabor característico, en el que cada fruto o carne mantiene su identidad flotando como islotes blandos. Es decir, no es ni lo negro ni lo blanco, sino la fusión histórica de todo ello y su derivación en productos super estructurales nuevos, capaces de estimular los sentidos…
Múltiples han sido las definiciones y opiniones en torno a la particular naturaleza del arte en nuestro país. Tratándose demanifestaciones plásticas como la pintura –cuyos parámetros se extrapolaron muchas veces al diseño gráfico y la escultura-, ha llegado a confundirse la exuberancia de la forma o la brillantez de los tonos, por ejemplo, con el CARÁCTER NACIONAL, olvidando determinantes históricas, sociológicas y culturales de mayor peso en su concepto.
Asimismo, la sola representación del bohío con palmeras (que hace tiempo no corresponde a nuestra dinámica habitacional), un cuadro de frutas cubanas (hasta copiadas en el estudio de un pintor de nacionalidad diferente) y la efigie de una mujer mestiza (similar a la de cualquier nación latinoamericana), independientemente de los propósitos estéticos y el estilo que los sustentan, eran suficientes para testimoniar la acepción común de cubanía artística.
Hay quienes, como consecuencia de prejuicios y superficialidades, equivocan lo cubano con alguno de sus elementos étnicos integrantes… que resulta como excluir el oxígeno y absorber hidrógeno, pensando que basta uno solo de los elementos para calmar la sed. Y también, ignorando el proceso destructor de la cultura plástica aborigen, pueden encontrarse representaciones “indigenistas” intentando significar valores autóctonos reales.
Arte aborigen en Chorro de Maita
Para Guy Pérez Cisneros –que no distingue entre lo artísticamente asimilable y los modos y modas actuantes como patrones importados, alienantes y desnaturalizadores- bastaba “…que la mirada sea siempre cubana y destiña siempre, con su propio color, todo aquello en lo cual se posa”, o que “el artista cubano tenga el poder de darle carta de naturalización a todo lo que precisamente no sea “típicamente cubano”.
Nicolás Guillén escribía: “Por lo pronto, el espíritu de Cuba es mestizo”. Mestizaje o síntesis dialéctica de contrarios, nuestra condición artística resulta el proceso de sedimentaciones etnológicas sucesivas, acumuladas y cualificadas en el crisol de contingencias económico-sociales diversas, devenida expresión sensible y simbólica de la conciencia de nación.
Nacidos de una transculturación y reelaboración interna ininterrumpida, al tiempo que constituimos un “complejo cultural”, poseemos producciones espirituales diversas y temporales unidas por una misma savia nutricia que, no obstante, trascienden por su sazón cubana y dimensión universal.
Obra de Carlos Enríquez
Al concluir la Guerra Grande y ya integrada la nación, estaban dadas las condiciones para que, en el momento oportuno, cierto acervo del arte criollo fuera transformándose, mediante el clima de luchas nacionalistas y actualización estética de los años 20 y 30, en realizaciones legítimas de la cubanidad.
Entonces, los recursos temáticos y formas provenientes de las dos culturas presentes, adquirieron el sentido del reflejo poético específico de la realidad en el hombre, surgiendo las dos maneras por las que –según Carlos Enríquez-, puede enfocarse el asunto plástico cubano: la “habanera” (un tanto cosmopolita) y “la del resto de la Isla, que incluye la vida pueblerina, campesina, montuna, saturada de mitos y leyendas fantásticas”…
Obra de Amelia Peláez
Si Amelia Peláez entrañó la percepción doméstica de la herencia colonial y Marcelo Pogolotti lo universal, y también nacional del conflicto entre burgueses y proletarios, Fidelio Ponce pintó el platanamiento de imágenes españolas de aquel su legendario Camagüey.
Pero, reunidos originaron versiones plásticas que, representativas de su espacio, tiempo y meridiano ideológico, equivalen a las expresiones cubanas que van naciendo con ajustado tono, de nuestras circunstancias y necesidades actuales, posibilidades tecnológicas y otras concepciones promovidas por los efectos de la Revolución en el arte.
La vida sigue su curso histórico y cada etapa evoluciona este concepto con el decursar del tiempo. Tiñéndose de formas/colores/experiencia, bebiendo siempre de las raíces para entroncar con el futuro.
Sirvan estos recuerdos artísticos para rendir homenaje, este 20 de Octubre al Día de la Cultura Cubana, acontecimiento histórico donde se expresa la reafirmación de nuestra identidad.
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