El 5 de noviembre del año 1978, Baracoa fue proclamada como primera villa de Cuba; el Adelantado Diego Velázquez la había fundado el 15 de agosto de 1511, con el nombre de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa.
En Baracoa comenzó todo. Cristóbal Colón fondeó las naves en su bahía en 1492; traía consigo La Cruz de la Parra que hoy se encuentra en la parroquia católica de la ciudad y que constituye la única reliquia del descubrimiento que se conserva en América.
Fue la primera población fundada por los españoles en Cuba; Baracoa es un vocablo arahuaco con el cual los aborígenes, llamaban al lugar, y que se traduce como « tierras altas».
Es la primera capital y obispado de la Isla, y el segundo sitio poblacional de América; Velázquez estableció en ella su residencia y la declaró capital política de la Isla, hasta 1515, en que se transfieren los poderes políticos, económicos y religiosos a Santiago de Cuba.
El 10 de febrero de 1516, por bula papal, se honró con el título de catedral a la Iglesia de Baracoa, aunque ninguno de los obispos nombrados tomó posesión del cargo.
Muchos años después, en 1838, la reina María Cristina de Habsburgo, confiere a esta ciudad su escudo, que versa: «Aunque pequeña entre las ciudades de Cuba, eres sin embargo la primera en el tiempo».
Baracoa, con una superficie total de 976 6 kilómetros cuadrados, está envuelta en macizos montañosos y rodeada de ríos: al oeste el Macaguaniguas; más allá el río Duaba, de mayor caudal; varios kilómetros más al oeste el Toa, grande y hermoso, con sus orillas de una vegetación espesa; hacia el este el río Miel, toda una leyenda a la entrada de la ciudad, y en los límites por el oriente el río Yumurí.
Uno de los símbolos naturales principales de la Ciudad Primada es el Yunque de Baracoa, montaña de 575 metros de altura, de forma semejante una gran meseta aislada de superficie horizontal y laderas casi verticales; fue declarado Monumento Nacional en 1979.
No pocas obras literarias mencionan o sitúan su acción en sus calles y casas coloniales, muchas de las cuales aún exhiben hoy sus hermosos techos de tejas francesas, sus balcones ornamentados y sus rejas caladas, pero sin dudas Alejo Carpentier, en su novela La Consagración de la primavera (1978), hizo un gran homenaje a la también llamada Ciudad paisaje, Ciudad de las aguas y Ciudad de las montañas, y a La Rusa, aquella siberiana de nombre Magdalena Menasses Rovenskaya que un buen día del año 30 del pasado siglo llegó a Baracoa y nunca más se fue y que todavía es una presencia robusta en el imaginario popular de la primera villa.
La que fuera otrora residencia de la protagonista de La consagración…, es hoy El Hotel La Rusa, ubicado junto al malecón baracoense; es una instalación íntima, con servicios variados, que ofrece el incentivo de su ubicación citadina y su cercanía al mar.
La Ciudad Primada es la única de las villas cubanas que conserva su trazado original, uno de los elementos que enriquecen su rico patrimonio histórico, que se ha beneficiado de un profundo y abnegado bregar por la conservación de sus altos valores culturales y que resultó en la declaración de la ciudad como Monumento Nacional en 1979.
Deje un comentario