En Cuba fue solo Rosita, no era necesario el apellido, pues nunca tuvo competencia; ninguna artista fue tan completa ni logró ser buena en todo lo que hacía y triunfar en cada faceta del arte musical; fue con absoluta certeza la gran vedette de Cuba.
Además, fue una artista arraigada en el pueblo, que siempre la respetó, admiró y quiso; fue una mujer íntegra, decente, sencilla, que reciprocó el afecto manifiesto del público siempre con amabilidad.
A diferencia de otras divas, que se encaraman en burbujas para estar por encima de la gente, Rosita siempre tuvo los pies bien puestos en la tierra cubana, la que adoptó como natal, a pesar de haber nacido en la Gran Manzana.
Rosita Fornés (Nueva York, 11 de febrero de 1923-Miami, 10 de junio de 2020) fue inscrita como Rosalía Lourdes Elisa Palet Bonavia, perteneció a la lista de las grandes intérpretes cubanas que alcanzaron prolongados éxitos fuera de la Isla en la primera mitad del siglo XX.
Incursionó durante más de seis décadas en la radio, el cine, la televisión, la revista musical, el cabaret, la opereta, la zarzuela, la comedia ligera y el drama clásico.
De padre catalán y madre madrileña, al divorciarse estos, su madre contrajo matrimonio con un hombre de apellido Fornés, al lado del cual se crió Rosita y del que tomó su apellido artístico.
El deseo de sus padres era que estudiara mecanografía o taquigrafía, y que supiera hablar un poco de inglés, pero la naturaleza y el carácter de la artista se impusieron y con solo 15 años, se presentó en el afamado programa radial competitivo La Corte suprema del Arte de CMQ, en Monte y Prado, con la milonga La hija de Juan Simón y arrasa con el primer lugar, el día 12 de septiembre de 1938 credencial que le valió para, unos meses después, participar en giras por el país junto al animador Germán Pinelli, amigo y guía.
También la ayudó ese galardón a debutar como actriz en el largometraje Una aventura peligrosa (1939) dirigido por Ramón Peón y sus primeros pasos en el escenario los dio en el Teatro Principal de la Comedia, donde debutó en 1940 con la opereta El asombro de Damasco. Allí conocería al gran músico Ernesto Lecuona, que la invitó a formar parte de su compañía lírica y con quien debutó en la zarzuela Cecilia Valdés en el Teatro Auditórium, e interpretó muchas veces sus temas antológicos.
La diva, era una mujer inteligente y sabía que solo las dotes naturales no aseguran el éxito artístico, por lo que desde su entrada al universo del arte, comenzó a recibir clases de canto, baile y actuación.
A los 22 años marchó a México, y su primer filme allí fue El deseo, de Chano Urueta, en 1945, y después vinieron Se acabaron las mujeres (1946), La carne manda (1947), Cara sucia (1948), Mujeres de teatro (1951), Del can can al mambo (1951), Piel canela (1953), Me gustan todas (1954) y No me olvides nunca (1956), entre otras muchas cintas.
A partir de este momento su carrera se consolida en el país azteca, donde residió por varios años; allí se casa con el actor Manuel Medel con quien tuvo a su única hija, la también actriz Rosa María Medel.
Fotos: Internet
Fue contratada como primera vedette por la Compañía de Roberto Ratti, y trabajó junto a las principales figuras de la Época de Oro del cine mexicano: Joaquín Pardavés, los hermanos Soler, Luis Aguilar, Cantinflas, Tito Guizar, Dolores del Río, Jorge Negrete, Pedro Infante, Tin Tan, Resortes, Miguel A. Mejías, Pedro Armendáriz, , entre otras muchas; también en múltiples ocasiones con el famoso compositor Agustín Lara, con quien mantuvo una entrañable amistad; con los argentinos Hugo del Carril, Luis Sandrini, Libertad Lamarque y Tita Merello; los españoles Lola Flores, Paquita Rico, Carmen Sevilla, así como con la gran Josephine Baker.
El público y la crítica la compararon con lo que en EE.UU. significó Marilyn Monroe, en Brasil Carmen Miranda o en México María Félix.
Compartió escenario con las grandes estrellas cubanas: Zoraida Marrero, Bola de Nieve, Benny Moré, María de los Ángeles Santana, y junto a los maestros Rodrigo Prats, Adolfo Guzmán, González Mantici y Armando Romeu.
Incursionó con igual éxito en varios géneros como la zarzuela, la opereta y la canción lírica; en los dos primeros, su ascenso definitivo llega en 1941, en momentos en que las carteleras estaban llenas de figuras de primera línea: Rita Montaner, Esther Borja, Marta Pérez, Maruja González y otras.
Marcaron hitos en la historia de la zarzuela en Cuba sus desempeños en los personajes de la duquesa Carolina de la zarzuela Luisa Fernanda y la irrepetible Anna de Glavari de La viuda alegre; asimismo en La verbena de la Paloma, Doña Francisquita o Las Leandras, presentándose en importantes teatros habaneros, como el Campoamor o el Martí.
Fue fundadora de la televisión cubana, y durante la década del 50 trabajó en los programas musicales de más alto rating de la televisión nacional como El Casino de la Alegría, Jueves de Partagás, y Desfile de la Alegría, entre otros.
Una pareja actoral y marital de gran popularidad fue la que formó Rosita con el galán de la televisión Armando Bianchi, junto al cual inauguró en Cuba las trasmisiones del Canal 2 con el programa Mi Esposo Favorito, el de mayor tele audiencia de la CMQ.
En el año 1953 fueron seleccionados como Miss y Mister Televisión.
En España en la segunda mitad de los cincuenta, debutó en el Teatro Cómico de Barcelona con la revista Linda Misterio, con música de Augusto Algueró. Posteriormente, en Madrid, protagonizó la comedia musical Los siete pecados capitales, de Algueró y Montorio, actuando también en el Teatro y en el Alcázar.
En febrero de 1959, luego del triunfo de la Revolución regresó a Cuba a pesar de tener un contrato firmado por varios años en la Península Ibérica.
Fue sin duda alguna, una de las más brillantes y populares artistas cubanas; sobresalió por sus dotes naturales, gran talento, carisma, versatilidad, disciplina profesional y, por si fuera poco la acompañó una belleza extraordinaria, una elegancia innata y una sensualidad que le permitió cautivar a varias generaciones de cubanos y mantenerse en la preferencia del público durante más de seis décadas.
Entró, desde sus inicios, en el pequeño grupo de artistas que con su sola presencia llenan la pantalla o el escenario; dominaba a los espectadores antes de hablar o cantar, luego, los seducía rotundamente.
Entre 1939 y 2002 actuó en más de 20 filmes, tanto en México como en Cuba; su presencia en la cinematografía nacional forma parte de imaginario popular pues nadie olvida su estelar actuación en la cinta Se permuta de Juan Carlos Tabío, ni sus intervenciones en Papeles secundarios, y Las noches de Constantinopla de Orlando Rojas, y Quiéreme y verás, de Daniel Díaz Torres.
Considerada una leyenda viva dentro del arte y la cultura cubana, una gran parte de la vida y obra de la vedette Rosita Fornés ha sido recogida en el libro autobiográfico Rosita Fornés (2000) escrito por Evelio Mora, y en el documental biográfico Rosita Fornés, mis tres vidas (1996), una producción cinematográfica de José Antonio Jiménez y dirigida por Luis Orlando Deulofeu.
La nómina de los reconocimientos que recibió en vida, por sus 65 años de actividad artística es impresionante, en correspondencia con su portentosa carrera; fue elegida Reina de la Radio en la década del 40 y Miss Televisión en la década del 50 del siglo XX; recibió los títulos de Primera Vedette de México, de Cuba y de España, respectivamente, y de América en 1947, condición que ostentó durante siete años consecutivos y de manera vitalicia.
Le fueron otorgados la Distinción Por la Cultura Nacional; la Orden Félix Varela de Primer Grado; la Medalla Alejo Carpentier; Premio ACTUAR por la obra de la vida; Artista de Mérito de la Radio y la Televisión cubanas y Premio Nacional de Teatro ( 2001), Televisión (2003) y Música (2005).
En febrero de 2011, Don Juan Carlos I, Rey de España, le concede la Orden del Mérito Civil, la cual le fue impuesta por Ramón Cacho, embajador del país Ibérico en Cuba.
Rosita Fornés, abandonó el mundo material en horas de la madrugada del 10 de junio de 2020 en la ciudad de Miami, víctima de una afección respiratoria; su última voluntad fue descansar en el Cementerio de Colón, por lo que fueron traslados sus restos hacia ese camposanto de La Habana.
El pueblo que tanto la amó la despidió con mucho pesar el 16 de junio de 2020 en el Teatro Martí de La Habana, un lugar por donde paseó su excelso arte en innumerables ocasiones y en el que recibió las grandes ovaciones con que el público acostumbraba a premiarla; fue enterrada, entre muestras de tristeza, veneración y amor por parte de sus familiares, amigos, colegas y admiradores, en el panteón de su familia.
Rosalía Palet Bonavia, Rosa de Cuba, tuvo una larga y fructífera vida de 97 años; su legado cultural es inmenso y por eso no debe ser nunca olvidada.
Deje un comentario