La
historia de Suriname, como de la mayoría de los países del Caribe, es una
historia de esclavitud. La emigración forzada de personas provenientes del
continente africano explica la presencia de esta cultura en el país, como la de
otros pueblos del mundo como India e Indonesia, además de una gran emigración
de judíos europeos cuando se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial.
Así, dentro de toda su mixtura, este territorio bañado por cálidas corrientes se consolida hoy día como un país multicultural donde coexisten armónicamente razas y religiones distintas.
En este sentido, la cultura, como el pretexto más efectivo para hermanar a dos países, ha constituido el nexo fundamental, principalmente en los últimos seis años, entre Suriname y la Mayor de las Antillas.
El Excmo. Sr. Ike Desmond, embajador de Suriname en Cuba, recordaba en un diálogo con nuestra publicación, los primeros acercamientos notables en el ámbito del intercambio entre los dos países.
Mencionaba de este modo a Santiago de Cuba como una de las ciudades cubanas del oriente cubano de una marcada tradición africana, elemento por el cual se produjo en este territorio el primer contacto diplomático en calidad de relaciones culturales.
Sin embargo, según el Sr. Desmond, ya desde enero del 2010 –dos años antes de las actividades en Santiago– el vínculo entre las dos naciones constaba en la apertura de la embajada de Suriname en la Isla. Resaltaba el Embajador que, a pesar de la no existencia en la Isla, de un espacio físico con un cuerpo diplomático surinamés antes del 2010, existía alguna reciprocidad precedente entre las naciones.
“En 1973, durante la Carifiesta III, celebrada en Santiago, hubo participación surinamesa, así como en los primeros años de los 80´s, cuando vinieron en varias ocasiones delegaciones de mi país a las Fiestas del Caribe”, mencionó el Embajador y agregó:
“Aunque el intercambio ha estado presente, existió en el período del 2002 al 2010 una disminución de actividades bilaterales. Cuando asumo esta responsabilidad de representar a mi país en Cuba, percibí que la cultura era el vínculo más directo para dar a conocer a Suriname e impulsar aún más los lazos entre ambos territorios.
Sin dudas, hemos podido contar con el apoyo de los dos gobiernos para construir este puente cultural que se ha consolidado con los años”.
Tanto es así que, en el 2013, Cuba envió su mayor representación artística a la Carifiesta XI, celebrada para esa ocasión en Suriname.
La cultura sortea obstáculos: Los Caribeños y “Dobrú”
Afirmaba el Sr. Ike Desmond que, a pesar de las diferencias étnicas y por demás lingüísticas entre las dos naciones, se han logrado productos culturales de interesante factura como lo conseguido por la agrupación cubana de música popular bailable, Los Caribeños.
Quizás no figuren entre las orquestas más escuchadas por el público cubano, aunque consabido es, que no todo lo popular precisa exactamente de una calidad artística loable.
Pero esta agrupación con cuarenta años de fundada y dirigida por Dayán San Emeterio, se ha convertido en el último quinquenio en un “fenómeno” representativo de la música del patio en Suriname.
La orquesta, que había tenido previo contacto con la cultura surinamesa en las actividades celebradas en Santiago de Cuba y luego mantuvo un programa musical en ese país, ya se había probado con la canción Suri Suriname que, cantar en uno de los idiomas más autóctonos surinameses, el Sranan Tongo, no era tarea imposible.
“Durante nuestras presentaciones –mencionaba el director de Los Caribeños– entregábamos parte de nuestra cultura y sentíamos cómo la música era recibida con entusiasmo por el público”.
Hace solamente un mes, Los Caribeños dieron a conocer en Suriname “la obra musical más rigurosas y difícil de la agrupación”, según Dayán. El árbol o Wan Bon, poema nacional, es el título del CD de esta orquesta cubana que recoge además el último escrito por Robin “Dobrú” Raveles, Poeta Nacional surinamés,
El compacto hace galas de una sonoridad complejísima, mediante la imbricación melódica, entre otras, del son cubano, la cumbia y el kaseko. Pero el valor del fonograma radica en la peculiaridad de la creación. Son cubanos, sí, cubanos cantando al país caribeño, en el idioma tradicional, a través de versos que hablan de amor a la patria y de profundos sentimientos nacionalistas.
Relataba Dayán que “el público no podía creer lo que en esos instantes de presentación presenciaban. Asombrados por nuestro esfuerzo de cantarles en su idioma y de despertar, aun siendo foráneos, emociones por la tierra que los vio nacer”.
Un año y medio, horas de desvelo, material monetario que faltaba en ocasiones para la producción discográfica, ensayos en un pequeño patio de una pequeña casa y lecciones de dicción e idioma, fueron el costo económico y humano tras el resultado de El árbol. Nunca antes en la historia de ese país, la creación poética se había musicalizado.
Se refería el director, gracias al reconocimiento del pueblo surinamés, la señora Nadia Raveles –durante la develación de un busto conmemorativo a su hermano y Poeta Nacional, “Dobrú”, en la ciudad de Santiago de Cuba– le pidió convertir uno de los poemas de su familiar en canción. “Asumí ese reto –develaba Dayán– y le propuse musicalizar además otras estrofas”.
El agradecimiento de Suriname por este honor al poeta y a su propio pueblo vive en las palabras expresadas por el Excmo. Sr. Ike Desmond: “Cuando uno escucha personas de otro país cantando sobre el propio, donde las letras se refieren al amor por esa patria, así como al agradecimiento por una experiencia cultural única, nos transmite a todos los surinameses un sentimiento de entera satisfacción”.
Solo resta la presentación y posterior divulgación de esta obra artística en suelo cubano, la tierra de Los Caribeños, y que se espera ocurra en el próximo mes de marzo en la Casa del Alba Cultural.
Deje un comentario