En los albores del cine revolucionario


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Fotograma de Simulacro de incendio, la primera película cubana dirigida, fotografiada, revelada, editada y proyectada por Gabriel Veyre.

Desde que en 1959 triunfó la Revolución cubana, muchos de quienes vivieron ese momento histórico olvidaron los detalles de infinitos procesos y acontecimientos que, por otra parte, desconocen las nuevas generaciones.  

En enero de 1897 —menos de dos años después de inaugurarse la exhibición fílmica en Francia— el galo Gabriel Vyre, representante del cinematógrafo Lumière, filmó en La Habana Simulacro de incendio, nuestra primera película.

Desde los años treinta del siglo pasado, la naciente Industria Cultural cubana fue impactada por la intensa campaña promocional de los Estudios cinematográficos norteamericanos que inundaron con sus anuncios, artículos y exhibiciones, las revistas especializadas y periódicos, las vallas y los volantes, la radio, la televisión y hasta el propio momento de la exhibición; mientras, intentaban convertir la red de teatros cubanos en salas cinematográficas. (1) Durante los cuarenta, el ejemplo cimero de esta última estrategia se produjo cuando la compañía Warner Brothers arrendó desde su inauguración a Radiocentro, la instalación de espectáculos más moderna del país.

Hasta 1950, cuando se funda la televisión cubana, el cine y la radio constituyen —respectivamente, en el audiovisual y en la radiofonía— las principales prácticas culturales colectivas de nuestros ciudadanos: la primera, en escenarios públicos; la segunda, en el  hogar. El video hace irrumpir en el espacio doméstico privado a las imágenes; es decir, programas de televisión, spots comerciales, variados productos fílmicos norteamericanos y de habla hispana. Nuestra condición de precursor televisivo en Iberoamérica creó el hábito de ver cine en el hogar, circunstancia que catapultó el consumo cultural en los ámbitos privados.

Al culminar ese decenio, nuestro cine no había logrado la notoriedad alcanzada por la radio o la televisión y en su quehacer predominaban sucesivas producciones independientes y numerosas coproducciones con cineastas o empresas foráneas. Pese al empeño de algunas individualidades, su gestión no poseía la necesaria continuidad o coherencia para ser considerada una industria nacional.

Mucho habría que decir de la gesta fundacional del cine cubano creado al triunfo de la Revolución. Sin embargo, la deficiente preservación de los archivos empresariales e institucionales que aún perviven, mucho atenta contra la obtención de datos precisos de la historia.

Por ello, cuando descubrimos un estudio riguroso sobre la producción mediática o el consumo cultural cubano de la época nos produce alegría. Así sucedió cuando tuve en mis manos el “Estudio de producción endógena: Filmes, discos, casettes y programas de radio y televisión”, realizado en diciembre de 1983 por el ICRT y el Ministerio de Cultura cubanos, en interés de la UNESCO. Hoy me permito compartir con ustedes algunos de sus reveladores datos. 

Para 1958, Estados Unidos controlaba la distribución de filmes en Cuba. La relación de los países que exhibieron filmes durante ese año muestra que ni los fuertes vínculos históricos y culturales que nos hermanan a España y México, los hacían acercarse al  liderazgo del mercado: Estados Unidos (54.95%), México (26.32%), Inglaterra (9.09%), Italia (5.17 %), Francia (4.96%), España (3.93%) y otros (5.58%).

Las generaciones de cubanos que soñaron con el cine nacional tuvieron que esperar al 24 de marzo de 1959, cuando se funda el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la primera organización cultural de la Revolución. Entre sus principales retos estuvieron: la creación de esta industria y arte, la aplicación de una política de exhibición que mitigara decenios de colonización cultural norteña (2), la educación de los públicos y la formación de cineastas.

Tras obtener el control de los medios de exhibición y de las distribuidoras de películas nacionales-extranjeras radicadas en el país, se aplicó una política diversificada de sus contenidos, estéticas, origen de las producciones, y se retiraron las obras que exaltaban la violencia y la discriminación racial, ideológica, partidista o de clases sociales.

En 1960 se crean la revista Cine cubano y la Cinemateca de Cuba (3); tres años más tarde, la proyección en nuestros cines se redujo de un promedio entre tres y dos filmes diarios a uno; lo cual favoreció su selectividad. 

La mayoría de las 494 salas de cine cubanas se concentraban en las zonas urbanas. En consecuencia, desde 1961, se crean en los más disímiles medios de transporte los cines móviles que suplen esta carencia, exhibiendo en instituciones o comunidades rurales —y hasta en agrestes y recónditas serranías—, las mismas propuestas ofrecidas en nuestras ciudades: un noticiero, un documental o dibujo animado y una película.

Gradualmente, la creación del ICAIC, diversifica y consolida nuestras ofertas fílmicas:

—Largometrajes:1960 (2),1961 (2),1962 (3),1963 (5),1964 (8),1965 (3),1966 (2),1967 (3),1968 (4),1969 (2), 1970 (2), 1971 (5),1972 (7),1973 (5),1978 (7), 1978 (7),1979 (6),1980 (3),1981 (4) y 1982 (6). 

—Cortometrajes: Hasta 1982 superaban las quince obras, la mayoría con colaboración de cineastas internacionales, en especial del campo socialista.

—Documentales: En 1960 se produjeron veinte. Hasta 1980 el promedio anual superaba los cuarenta; para 1982, la cifra total era de 775.

—Dibujos animados: Hasta 1982 se produjeron 180 dibujos animados orientados al público infantil.

—Series: Entre 1961-1963 la Enciclopedia popular realiza cuarenta y una obras  dedicadas a la divulgación científica-cultural.  

—Noticieros: Desde 1960 y por varias décadas —una vez por semana—, el Noticiero ICAIC Latinoamericano, dio testimonio excepcional de innumerables acontecimientos históricos cubanos y universales. 

Ya en los años 60, el ICAIC se volcaba a nuevos espacios habituales en nuestra televisión:

24  x segundo: De perfil didáctico y orientación cinematográfica, analizaba en sus estrenos los estilos, géneros y autores más importantes.

—Historia del cine: Analizaba y proyectaba las obras mundiales más importantes.

Cinemateca de Cuba en TV: Difundía obras provenientes de este archivo.

Para llegar a ser lo que es hoy, fue mucho el camino que recorrería desde entonces el cine cubano. Pero ya esa es otra historia.

 

 

NOTAS:

  1. Su voracidad no excluyó ni el Teatro Martí, solo salvado de ese destino por el reclamo popular.
  2. En 1959 —último año de preponderancia norteamericana— de los 484 filmes exhibidos 265 eran de ese país, 79 mexicanos, 44 ingleses, 25 italianos, 24 franceses, 19 españoles, 8 argentinos, 8 cubanos (de antes de 1959), 3 japoneses, 3 alemanes, 2 polacos, 3 brasileños y 1 sueco. Para 1982, del total de 102 filmes de ficción 55 provenían del área capitalista, 43 de la socialista y 4 eran producciones nacionales.
  3. Su único precedente, el Cine Club de La Habana (1948), tuvo una vida efímera por falta de recursos.

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