“En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo”, sentencia más imperecedera que ésta del Guerrillero Heroico Comandante Ernesto Che Guevara, acerca de su compañero y amigo, el también inolvidable comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán.
Muy ciertamente dicha sentencia pues, no obstante ser el tiempo juez principal implacable y más severo de los hombres, de sus actos, de sus épocas, de ciertos y determinadas figuras, personalidades y hechos siempre registra y registrará su recuerdo a la posteridad, al futuro, a la memoria histórica de un pueblo agradecido.
“Según cuenta su padre, muy pequeño aún, Camilo lo acompañaba a realizar colectas para socorrer a las víctimas de la guerra civil española; él mismo hacía economías, acopiaba sus centavos y los entregaba al padre para apoyar una causa que a sus ojos infantiles se revelaba justa. Junto a las primeras letras Ramón y Emilia enseñaron a Camilo los preceptos que hacen al hombre, al patriota y al ciudadano y le inculcaron los valores que una vez interiorizados, regulan la conducta y preparan para asumir posiciones de principio en todas las alternativas” (1).
Y es que evocar a Camilo es revivir las circunstancias y situaciones más difíciles y adversas de la Pseudo república burguesa que debía enfrentar todo un pueblo; es exaltar las gloriosas jornadas de la última etapa de la centenaria lucha liberadora, es enfrentar el porvenir con el optimismo que infunde la certeza de la victoria.
Es también vivir junto a él las hermosísimas epopeyas de la Sierra Maestra protagonizadas por su inefable valentía, y ya calificado como Héroe de Jaguajay; es jamás olvidar su amplia y sincera sonrisa de niño, su amor hacia los pequeños, su indescriptible lealtad a Fidel y la Revolución; su entrada a La Habana con los rebeldes barbudos, su inauguración como principal protagonista de la toma de Ciudad de Libertad, como cuartel convertido en escuela; su capacidad para evocar con voz grave y profunda y ante un pueblo enardecido los versos de Byrne dedicados a los mártires de la Patria levantados en armas, y a la Bandera más hermosa conocida: libre, soberana e independiente contra cualquier amenaza o sentimiento de anexión e intervención.
Al morir tan sólo contaba 27 años de edad, más cuando hombres como él desaparecen, la muerte puede suprimirlos físicamente, pero nunca impide ni impedirá que, en toda su dimensión de historia y leyenda popular, su figura y su legado trasciendan el tiempo y se proyecten con fuerza al porvenir.
“En Camilo siempre se personificarán las más elevadas cualidades del carácter nacional cubano, las más altas virtudes del combatiente revolucionario, de los méritos y las condiciones personales que convierten al luchador en un militante y al militante en un dirigente”. (2)
Camilo Cienfuegos está y estará eternamente en ese acontecimiento histórico-político y, en lo fundamental, social, porque fue la viva imagen del pueblo de Cuba.
Notas:
(1 – 2): Raúl Castro Ruz. Velada conmemorativa XX Aniversario de la desaparición física de Camilo Cienfuegos. La Revolución cubana (1953-1980). Selección de lecturas. Segunda parte. Editorial Félix Varela, La Habana, 2002.
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