“Existen muchas facetas de la Historia de Cuba que, aunque ligeramente conocidas, necesitan ser estudiadas e investigadas con más profundidad. Son los casos, por ejemplo, de los hechos conocidos con el nombre de La Reconcentración al igual que la Sublevación de los Independientes de Color. Ambas páginas de nuestra historia caracterizadas por sus terribles consecuencias, e incontables pérdidas de vidas humanas en nuestro país”.
Así expresó en el habanero Centro Cultural Dulce María Loynaz, el prestigioso escritor Enrique Cirules (1), tras la presentación del título de su autoría Hemingway, ese desconocido, y de estrenarse el documental Cirules, dedicado a su vida y su obra. Este último, fruto del trabajo de tesis universitaria de la joven estudiante de la carrera de Comunicación social Carla Rojas, bajo la asesoría del realizador y profesor Freddy Moros.
Conocido por sus libros referidos a la presencia de la mafia ítalo-norteamericana en la Mayor de las Antillas hasta los años cincuenta del pasado siglo, al igual que por ser el autor quien con mayor dedicación ha investigado y profundizado en la vida y la obra del novelista norteamericano Ernest Hemingway, Cirules destacó al periódico digital Cubarte acerca de “la necesidad que debe y tiene que tener un periodista, historiador u hombre de letras en general de investigar y dilucidar a fondo sobre incontables hechos y personalidades de nuestra historia que aún se mantienen algunos ocultos o por estudiar, y otros por desarrollar, caracterizar y profundizar documentalmente y con suma veracidad”.
Al referirse a La Reconcentración, rememoró algunos sucesos tratados por la mayoría de nuestros libros de historia, al igual que en el caso de la Sublevación de los Independientes de Color, expositiva del nivel de discriminación racial existente en la Cuba del pasado siglo y el apoyo que las medidas discriminatorias en general recibieron por parte de los gobiernos de la Pseudorepública.
Sobre La Reconcentración
Con el triunfo de la invasión de Oriente a Occidente llevada a cabo por las huestes mambisas al mando de los Generales Máximo Gómez y Antonio Maceo, y acampar (finalmente) con sus tropas en La Habana, el primero de enero de 1896 finalmente, el capitán general de la Isla, Martínez Campos, al ver frustrado su propósito de detener a la columna invasora, pide autorización a la Metrópli para entregar el mando. Es entonces que España echa mano a la política de mano dura y envía a Valeriano Weyler a hacerse cargo de la autoridad en las Isla.
Weyler dictó un bando por el cual consideraba traidor a todo aquel que propagara rumores favorables a la causa cubana y el que facilitara a los insurrectos cualquier artículo, entre otras medidas. No obstante, la población campesina continuó prestando ayuda a los insurrectos y es, entonces que el Jefe español dicta otro bando, el de reconcentración. En él se ordenaba a todos los habitantes del campo de la Isla, bajo pena de muerte, su traslado en el término de ocho días a los poblados donde existieran tropas hispanas.
Esta política tuvo efectos crueles para el campesinado cubano, en especial para mujeres, niños y ancianos, quienes fueron aglomerados en verdaderos campos de concentración rodeados de alambradas y en condiciones de vida infrahumanas. Según informaciones de la época, se calcula que entre el 25 y el 30% de la población reconcentrada murió —tan sólo en La Habana, de cien mil reconcentrados, 50 mil murieron—, y aquellos campesinos que se negaron a cumplir la orden de reconcentrarse fueron perseguidos como alimañas.
Sobre los Independientes de Color
A las elecciones de 1908 había concurrido un nuevo partido político: la Agrupación de los Independientes de Color, presidido por Evaristo Estenoz, el que agrupaba a los negros y mulatos descontentos por la discriminación imperante en el país. Era un hecho cierto que la llamada República había carecido desde el primer momento de aquel sentimiento de solidaridad hacia el hermano negro, del que tanto había escrito y hablado nuestro José Martí cuando se instaurase “la república futura”.
El 20 de mayo de 1912 los Independientes decidieron realizar una protesta armada. Evaristo Estenoz, líder del movimiento, se reunió en Santiago de Cuba con Pedro Ivonet y otros dirigentes, y entre los días 17 y 20 se lanzaron a la lucha. El movimiento tuvo repercusiones en otras provincias, pero se localizó en la región oriental. Washington se alarmó ante la situación prevaleciente en dicha zona donde existían tantos intereses norteamericanos, y el presidente Taft advirtió que de no tomarse medidas enérgicas por parte del gobierno cubano —José Miguel Gómez, presidente y Gerardo Machado, ministro de gobernación—, se vería forzado a la intervención. José Miguel Gómez decide enviar a la región oriental al general Jesús Monteagudo para iniciar “una campaña de limpieza” contra los insurrectos. Esta concluyó con un balance aproximado de más de tres mil muertes. Estenoz resultó muerto durante la refriega de Mícara, y Pedro Ivonet fue asesinado por el oficial del ejército Arsenio Ortiz, cerca de El Caney. El movimiento de los Independientes de Color fue ahogado en sangre. La amenaza de intervención desapareció, y Washington respiró aliviado.
Nota
(1)Nació en Nuevitas, provincia de Camagüey, en 1938; y desde muy joven se vinculó a la literatura a través de los talleres. Hizo periodismo cultural y trabajó en las Casas de Cultura de Nuevitas, Camagüey y Ciego de Ávila. Sus primeros cuentos y relatos se publicaron en la ciudad de Camagüey, en el periódico Adelante, en El Caimán Barbudo y en la Antología Punto de Partida. Durante varios años se desempeñó como profesor de Historia y Español. Posee además una larga experiencia como asesor en talleres literarios; y es un estudioso de la cultura cubana, de los siglos XIX y XX. Fue director de la Revista Revolución y Cultura (1971-1975), y miembro del Consejo de Redacción del Tabloide Literario El Caimán Barbudo.
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