Entre el 26 y el 29 de este Marzo se celebra en Cienfuegos la Fiesta del Teatro para Niños y Jóvenes con la presencia de trece agrupaciones teatrales y la muestra de quince espectáculos. El programa se inicia con la presentación de Ángel, obra del dramaturgo y director teatral René Fernández Santana, Premio Nacional de Teatro 2007; un texto destinado a los jóvenes espectadores. No existe, entonces, momento mejor para realizar esta entrevista.
¿Qué lugar ocupa Ángel en tu dramaturgia? ¿Qué te motivó a escribirla? ¿Cómo aparece?
Ángel o Cualquier día de la semana es una obra que escribí de un porrazo en el año 2008, junto con La comadrita y Los mangos encendidos. Las tres dan vida en su contexto a temas y contenidos que se convierten en necesidad de expresión en la literatura dramática dirigida a la infancia, los jóvenes y, por qué no, a la familia. Hoy estamos muy necesitados de compartir con ellos sucesos y acontecimientos de la realidad social de nuestra Cuba: esa nunca ha dejado de ser brújula de nuestro teatro.
Ángel se comunica en espacios de mi ideario con esos otros dos textos que me invitaron a rehacer los esquemáticos lenguajes en la escritura de la escena y los personajes: esto hizo surgir algo inédito en mi creación y, al escribirlos, sentí mucho bienestar.
Es paradójico: no sé si en esta trilogía se asoma el drama o la comedia o las leyes del género de la farsa, pero sí sé que quise iluminar desde su dramaturgia a niños que no vemos, que están ocultos entre las paredes de los apartamentos, niños que no son atendidos por el cariño, niños que abren las puertas a extraños vendedores que ofertan visiones enrarecidas por una pobre economía, niños que toman el teléfono e insultan a burócratas y funcionarios almidonados amigos de su padre, niños que sienten terror de la separación de la familia, niños que guardan más recuerdos que los adultos, niños ensordecidos por los gritos de sus madres, niños huérfanos que sueñan y los acompañan los perfumes de sus seres queridos, niños que juegan con los vicios, fallas y desperfectos de su hogar, niños que se enfrentan a la discrepancia, violencia e incomprensiones, niños que sustituyen realidades para vivir un mundo diferente, niños que envenenan a enemigos con polvo de alitas de mariposa, niños que facilitan a fantasiosos ladrones la sustracción de aquellos objetos que les roban la atención de sus vidas, niños que sienten amor, amistad y solidaridad en la diferencia de otro niño enfermo que no puede recibir en su cuerpo la luz del sol. Son textos duros, sinceros, conmovedores, abiertos, que hacen meditar. Antes, sólo sentí esa sensación cuando escribí Feo. Es lo insurrecto del verbo, la franqueza y la nobleza creadora, lo cotidiano, la inmediatez, los espacios comunes y las abstracciones de las realidades en lucha con la luminosidad del poder del arte teatral.
¿Otras obras de este tipo de tu autoría que permanezcan inéditas o no hayan llegado a la escena?
Esta trilogía fue publicada por Ediciones Matanzas en el año 2010 y, recientemente, el grupo Luces Teatro, de Cienfuegos, ha puesto Ángel en escena; no tengo información si lo han hecho otras agrupaciones. Son textos que invitan al riesgo, no solamente en el tratamiento de los contenidos o el diseño escénico, también en el trabajo de concepción de la dirección artística para la puesta y el trabajo actoral, son caracteres que no pueden ser minimizados. En nuestra escena no se ven muchos textos con enjundiosos contenidos, se respeta poco el diálogo serio que se puede establecer con los espectadores niños y jóvenes.
Existen textos que he escrito en diferentes momentos protagonizados por niños imaginados: Romance del papalote que quería llegar a la luna, Disfraces, La guitarra de Felipito, Gran misión científica de encontrar la redonda pelota, La alta montaña con su cima llena de nieve. Algunos de ellos se han representado por Papalote y otras agrupaciones cubanas en distintas décadas; Romance… se ha estrenado en buena parte de Latinoamérica, al menos, eso dice Google. Disfraces, en particular, es el texto que más se aproxima a los Niños escondidos por su abordaje abierto de las relaciones adulto-niño, donde la inconformidad de este último lo lleva a escapar del hogar y vivir realidades que lo conducen a un crecimiento interior. Su estreno en 1992 nos suscitó algunas interrogantes respecto a la comunicación con el público familiar que nos visita, pues nunca se había hecho algo así en nuestro teatro, pero hubo una aproximación íntima y un agradecimiento perceptible en las funciones.
Por otra parte, creo que en todo mi teatro se asoma un inquieto niño. Cuando escribo recuerdo la infancia de mi hijo Abdiel, siempre cazando aventuras, sus cómicas maldades, esas lagartijas criadas en gavetas que asustaban a Milagros cuando buscaba sus toallas, los cangrejos trepando la escalera para tocar con sus muelas a las puertas de los vecinos, los zapatos y el fango y sus fantasiosas inquietudes, y el cuidado de su sueño a los pies de su cama.
Se necesita en nuestros creadores romper el manierismo de los lenguajes con los cuales nos dirigimos a nuestro público, eliminar la poesía dulzona, los gastados remedios a conflictos, muchas soluciones y recursos en la dramaturgia que se ha vuelto rutinarios. No se pueden camuflar las exigencias de los niños y las niñas del ahora. Batallo por recrear la aproximación sin peluches, sin diminutivos ni ñoñerías. Me lo exige el niño que nunca me abandona.
¿Qué temas y asuntos faltan o cuentan con escasa presencia en la dramaturgia destinada a los adolescentes y su entorno?
Debemos reconocernos en los diversos espacios de la realidad social. Existen múltiples escenarios para contar las historias de los hijos. Una patada a una piedra y ahí hay algo que contar. Los niños y los adolescentes viven muchos fenómenos, los rodean, los comparten y no se puede negar su existencia, la ausencia de valores espirituales, pérdida de unidad en el hogar, el respeto a sus ideas, las religiones, el bajo nivel en la educación en la escuela y la casa, el tapaboca del sexo, la discriminación, las ostentaciones materiales, los desniveles económicos, la debilidad de la comunicación, las violencias, la agresión física y sicológica y otros temas que son fantasmas y existen y no se pueden convertir en soluciones de consignas. Creo en el teatro para aprehenderlos. Aproximarse a todos estos problemas de la realidad presente se convierte en una necesidad. También precisamos de una diversidad de voces en la crítica especializada de nuestra obra, honesta, profunda, analítica y capaz de ayudarnos a mejorar lo que hacemos sin subvalorar al público al que nos dirigimos.
¿Vale la pena incorporar a la agenda de encuentros teatrales cubanos un encuentro específico del teatro para la infancia y la juventud? ¿Por qué? ¿Qué objetivos cumpliría?
Por diversas razones, hemos abandonado el diálogo entre quienes hacemos teatro para niños y jóvenes. Sólo nos reunimos en espacio macro como los festivales de La Habana y Camagüey, dedicados al teatro en general. Como parte de su programa, la UNIMA-Cubaha generado y promovido conferencias y coloquios en sus espacios teóricos, también la ASSITEJ-Cuba ha concebido acciones.
Existe la experiencia consolidada del Taller Internacional de Matanzas, que sí propicia el compartir acerca del universo conceptual y los valores técnicos-artísticos que nuestro el arte precisa de la especialidad del títere.
La realidad escénica y los jóvenes nos demandanrelacionarnospara confrontar en torno a temas muy únicos que nos caracterizan y provocan inquietudes creadoras. Estas son cualidades heredadas de nuestra memoria teatral.
Muchos han hecho esta historia por más de medio siglo y pueden sirven de ejemplo para el debate en los espacios que se han perdido y que podemos ir a su encuentro en los diversos eventos que existen. Dialogar el presente en acciones, que rompan la falta de comunicación y movilidad de nuestro movimiento e inviten al pensamiento actual de nuestros jóvenes- creadores-teatreros se convierte en una necesidad: nuestro público precisa esa confrontación.
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