Sí, es el espacio y solo él. El espacio como teatro de operaciones, como campo imaginal de infinitos imaginarios. Espacio interior, o sea, que habita en lo íntimo, lo entrañable, lo particular, lo doméstico, familiar, oculto, recóndito, intrínseco y hasta medular e invisible del sujeto y sus objetos más próximos. Espacio exterior, o sea, que anida off, en lo externo, lo aparente, lo figurado, declarado, mostrado, extrínseco y hasta frontispicio anverso de lo visible. En esos múltiples territorios Adolfo Izquierdo Mesa enmarca sus espacios y la espacialidad de sus creaciones. Espacio interior el título de la exposición personal del artista que, dentro de la agenda del Mes de Europa, acogerá la galería del palacio de Prado, sede de la Alianza Francesa de Cuba.
Adolfo sabe que el (los) cuerpo(s) se mueve en el espacio y la movimentalidad que describe va reconstruyendo su aspecto visible. Como Laban, nuestro artista sabe cómo hacer para que el movimiento se vuelva espacio re-interpretado en su cambio-tiempo, mientras va conectado el saber hacer del (los) cuerpo(s) de manera eficaz y armónica con su espacialidad inmediata (interior) y también con la distante (exterior) para urdir una dramaturgia situacional clara, directa, sin afeites ni melindres, aun cuando la metáfora se puede volver antifaz que denuncia y encubre lo esencial: our bodies displace space, move in space, and motion in space exists within us (“nuestros cuerpos desplazan el espacio, se mueven en el espacio y el movimiento en el espacio existe en nosotros mismos”, Laban for actors and dancers). Así, Adolfo realiza un cauteloso estudio intensivo de la relación entre la arquitectónica del cuerpo humano y sus trayectorias figuradas y antojadas para re-enunciarnos desde el espacio físico (interior & exterior) nuevas búsquedas de sus patrones armónicos.
Aquí, en su apropiación del icosaedro labaniano, es sin ser, visión espacial aumentada de lo que Laban sintetizara minuciosamente; observamos cómo la labor del cuerpo bailante en él proyectado, habita poéticamente moviéndose a lo largo de determinados recorridos que le producen sensaciones insospechadas y cambiantes. La arquitectura del cuerpo/imagen es una especie de corpografía del ser humano, así como la posible danza que de él emerge, se presenta a manera rehecha de sentires cinéticos del cuerpo atrapado. El espacio es un vacío contrahecho hasta que se le atribuyen fronteras, se emplazan en él o frente a él, las personas (actantes y espectadoras) y los objetos, las lecturas y sus interpretaciones. Entonces comienza a tener propiedades, bordes y aberturas, primer plano y fondo, centro y periferia, interior y exterior, anchura y profundidad, liviandad y peso. El cuerpo (bailante y objetual) en el espacio es elemento escultural radical de la coreografía, como lo es en la estructura que Izquierdo Mesa revisita ahora. Los cuerpos están en el espacio y se mueven a través de él, con unas dimensiones que transforman el vacío en un espacio concreto. Direcciones: adelante, izquierda-adelante, derecha-adelante, atrás, izquierda- atrás, derecha- atrás. Niveles: alto, medio, profundo. Extensión: cerca, normal, lejos, pequeña, normal, grande. Trayectoria: directa, angular, curva, zigzagueante…
Espacio Interior, suerte de voyage a la memoria, a los pensamientos, al proceso creacional del artista. Quizás como mirada al espacio de la duda, de los sentimientos y las emociones: al dolor, los miedos, la incertidumbre; también hacia el amor, la bondad, la empatía y el ofrecimiento. Mirada al adentro y al afuera, a lo racional e irracional de la existencia. ¿Acaso la mirada como aquello que gravita fuera de la subjetividad del tiempo y sus espacios, del cuerpo y sus prolongaciones?
Espacio interior traza un itinerario descriptivo del quehacer de Adolfo entre el video-arte, la video instalación, entre lo bidimensional y lo tridimensional, lo estático y lo cinético. De lo externo a lo interno, el ser que habita en nuestro inside se manifiesta íntimamente en diversos espacios-tiempo; y estos pueden manifestarse al unísono, en montaje paralelo. Así como Laban buscaba la armonía del movimiento en el espacio, lo que significa que el cuerpo sufrague un modus operandi en sintonía con los patrones de la naturaleza en el espacio; en las piezas de esta muestra, la búsqueda de la armonía es diseño transparentado a través de las “escalas de movimiento”.
Parecería que, en las instalaciones, bocetos y croquis de proyectos, dibujos, escorzos, artefactos y planeación constructiva de Espacio interior está contenido el desafío de lo precario, del aquí y del ahora de la obra misma. Tal vez la morfología de los cuerpos aquí presentes determina las secuencias de movimientos naturales que unen sus diferentes partes siguiendo una estructura lógica. En Adolfo, las escalas, patrones, matrices, surgen a partir del estudio de las funciones/acciones físicas y mentales, interiores y exteriores, cotidianas y extravagantes que la propia armonía espacio temporal deja fluir en sus direcciones, niveles, extensión y trayectorias. Siendo y no siendo danza, siendo y no siendo instalación, siendo y no siendo creación pictórica, ni siquiera videodanza, documentation technologique o art numérique, la selección, el orden y el establecimiento de relaciones cruzadas entre estas creaciones audio/visuales consiguen armonía.
Adolfo Izquierdo, artista visual, fotógrafo, “realizador de audiovisuales hermosos”. Su mirada no conoce fronteras en el arte. La fotografía, el cine, el video, la danza, el teatro, la música, han sido plataformas para expresar sus inquietudes. Hoy propone una muestra instalativa donde encuadran sus cauces alrededor de la creación audiovisual y plurivalente. Hay en Espacio Interior, parte de sus mejores obsesiones: registros fílmicos de coreografías de Lorna Burdsall (su mentora) proyectados en pantallas digitales, un icosaedro por cuyos lados es posible seguir el rastro de un bailarín en movimiento, un enorme lienzo revelador del proceso de construcción del dispositivo; sus fotografías, dibujos, pinturas. Aquí el creador se revela como tenaz artesano que hubo de trabajar esforzadamente para construir una y otra vez sus enseres. Telas y varillas, estructuras acrílicas, cartulinas y papiros, sirven como soporte a la fecunda imaginería del artista. Proyección y obra (abierta) que exige la participación atenta del lector-espectador. Espacio interior ¿quizás como el container que carga marcas, luces y sombras, identidades?: 003313
Quizás lo interior de un multiespacio que, entre la parte y el todo, emparenta a Adolfo con Laban y a este con Platón. Sí, pues tal como asegurara el coreógrafo alemán Kurt Joos, otro colisionador del arte escénico occidental, Rudolf Laban fue instruido en el pensamiento clásico y el Timaeus de Platón fue la obra que más le influyó en cuanto a la concepción del espacio se refiere. Platón sostenía la idea de la existencia de una unión fundamental entre el macrocosmos y el microcosmos, es decir, entre el universo y el ser humano. Laban también consideró la relación entre la parte y el todo. Como el pensador griego, nuestro Adolfo, en pleno siglo XXI habanero distingue tipos de sólidos geométricamente perfectos (como hiciera Laban en el estudio de los cristales), y regresa sobre el icosaedro al considerarlo como la mejor de todas las figuras para, en su multidimensionalidad, presentar al cuerpo danzante que ahora procura enunciar las relaciones espaciales y proyectar todas las tensiones posibles que esa espacialidad le permite. La anatomía humana, la estructura celular y el cosmos se unen y relacionan en el icosaedro, así tal cual se muestra este “espacio interior” suyo y por extensión, nuestro.
Deje un comentario