Bailarines clásicos de Cuba, México y Estados Unidos conjugaron experiencia, gracia, valentía e inteligencia sobre la escena del Teatro Nacional de esta isla para confirmar la proclama de estrellas presentes y futuras del ballet.
Así lo anunciaba el programa de mano y no defraudó, el 23 Encuentro Internacional de Academias para la enseñanza del ballet tuvo un cierre de lujo ayer, pues los premiados en el XIV Concurso Internacional para jóvenes estudiantes y el IV Concurso Internacional Infantil brillaron técnica y artísticamente.
Saltan y giran en número y calidad no usual para sus tiernas edades, actúan personajes, transmiten emociones, se comportan en el escenario como en un entorno natural y, amén del talento, despliegan carisma.
Reunir en un mismo espectáculo a estudiantes laureados, jóvenes recién graduados de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso y experimentadas primeras figuras del Ballet Nacional de Cuba (BNC) fue un sueño de la profesora y Premio Nacional de Danza Ramona de Sáa.
La directora del 23 Encuentro y los concursos pudo hacerlo realidad y compartirlo con los representantes de una docena de países que llegaron a esta capital para participar en la jornada académica del 9 al 19 de abril.
El evento de este año estuvo dedicado al líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, reconocido por las principales autoridades del ballet en el país como el mayor garante de ese arte en la isla.
Cuando hace 50 años nació la Escuela Nacional de Arte, jóvenes bailarinas del BNC integraron el claustro fundador y los propios alumnos al graduarse se convirtieron en sus compañeros de escena.
Esa relación escuela-compañía arroja frutos continuamente y, en gran medida, funciona como garante del prestigio mundial de la escuela cubana de ballet.
Así quedó demostrado por parte del joven Carlos Patricio Revé, quien con solo 18 años de edad acompañó a la experimentada Viengsay Valdés en el pas de deux Don Quijote y no solo la ayudó a brillar a ella como de costumbre, sino que lució secuencias virtuosas propias en cada oportunidad.
Raúl Abreu también fue un príncipe digno y atento partenaire de la primera bailarina Sadaise Arencibia, varias generaciones mayor que él y muy poderosa en un pas de deux como el de La bella durmiente, donde combina serenidad y elegancia con piernas altas y hermosa línea de piernas.
Aunque son primeras figuras consumadas, Anette Delgado y Dani Hernández tampoco pertenecen a la misma generación, sin embargo, logran un empaste a dúo intachable que esparce seguridad y les permite a la vez destacarse como individualidades.
El pas de deux Muñecos, del coreógrafo Alberto Méndez, interpretado por Grettel Morejón (la más joven de las actuales primeras bailarinas del BNC) y Julio Blanes, emocionó hasta las lágrimas, como suele lograrlo esta pieza cuando está bien bailada.
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