Este sábado 20 de agosto la Fototeca de Cuba inauguró la muestra expositiva “PATERNA: EL PAREDON DE ESPAÑA. Las mujeres herederas de la memoria de los fusilados por el franquismo”, de la fotógrafa española Eva Máñez.
Hay un drama pretérito y real en la España de hoy y en la historia contemporánea y está documentado en un registro de pulcritud estética y humana ahora en Cuba. Esta es la tragedia de un país y de un pueblo que comparte muchos vínculos con el nuestro. La memoria es quien hace que entendamos el presente y podamos diseñar el futuro: “Cuando la memoria cobra relevancia en las agendas públicas y cotidianas de los pueblos y las mujeres como lugares de ella, se abren nuevos propósitos de sostenibilidad humana”, reza la nota de prensa de la exposición.
Y es que no hay nada más poderoso que la memoria.
Esta es la primera vez que en nuestro país se muestra un trabajo así. La exhibición se divide en dos partes: la primera versa sobre los procesos de exhumación -con extensos pies de fotos para poder entender en profundidad estos hechos- a través de 16 imágenes; y en la segunda se le mostrarán al público retratos en una pieza de papel de 18 metros colocados en una pared con testimonios de 60 mujeres que miran a la cámara. Mientras, enseñan y denuncian quiénes fueron sus familiares desaparecidos a través de retratos.
En una caja sostenida por las manos de una de tantas de estas descendientes se encuentra una cuerda. Con ella se amarró a su abuelo antes de ser fusilado. Apenas un 10 por ciento o menos de los restos pueden ser identificado con técnicas de ADN; muchos de los hijos o hijas ya han muerto.
Con un montaje sencillo y de una manera sobria y minimal, la Fototeca de Cuba situada justo junto a la Plaza Vieja logra hacer un homenaje a la memoria humana de una nación con la necesidad de cerrar una herida terrible. La autora, Eva Máñez, es fotoperiodista y trabaja desde hace más de 20 años en Valencia como free lace para unos cuantos medios de comunicación y un puñado de agentes internacionales. Cuando habla de estos hechos se refiere a tres generaciones: la primera, la que sufrió las represalias y fue fusilada de forma fascista; luego, sobre una generación del silencio que tiene que acallar la herida para sacar hacia adelante a su familia; y la tercera, de nietas y bisnietas que necesitan de esa memoria vicaria y de entender qué pasó para poder crecer como personas y, en consecuencia, como sociedad.
Hoy se diseñan planes para crear mausoleos donde depositar los cuerpos exhumados y enterrados en espacios comunes; sin embargo, el cementerio de Paterna, hoy llamado el Paredón de España, es considerado por especialistas en memoria histórica como un rincón de horror. El gobierno de Franco fusiló en Paterna a seres humanos hasta el año 1957, y en España –el segundo país con más fosas en el mundo- ocurrieron hasta la década de los 70. Estos hombres y mujeres permanecen en fosas 85 años después. El muro para fusilar todavía está en pie.
Maribel Acosta, curadora y periodista, vinculada a la investigación desde Cuba sobre el archivo de la República Española, cuenta de primera mano al periódico Cubarte los antecedentes que la atan a Eva Máñez y cómo llega esta traza de dolor histórico a nuestro país para ser documentada.
Desde hace años yo vengo investigando todos los temas que tienen que ver con la memoria y realizando una secuencia que ha venido tomando digamos una estructura en el mundo del arte con la artista peruana Sonia Cunliffe, invitada a esta última Bienal de La Habana pero que con la que ya en otras ocasiones he trabajado de conjunto; todo relacionado con el programa humanitario de los niños de Chernóbil en Cuba. Esa experiencia derivó en una exposición de arte de archivo en el 2016 en la Feria de Arte de Lima, cuando se cumplían los 30 años de la explosión de dicha central electronuclear. Después se inauguró en la Biblioteca Nacional en el 2017, la repusimos en el 2019, salió el documental “Sacha: Los Niños de Chernóbil” y en todo ese recorrido me he mantenido trabajando con Sonia y también para este último proyecto de la Bienal de La Habana relacionado con la construcción de la utopía en la Revolución, utilizando una mirada feminista que se sintetiza en la Campaña de Alfabetización.
Todo esto me ha llevado a explorar un área que para mí es fundamental como es la República; algo que está altamente conectado con los cubanos desde el punto de vista personal, del arte y de las raíces humanas ancladas a ese periodo. En 2017 hice una estancia de investigación en la Facultad de Bellas Artes de Málaga con un tema que exploraba un personaje que fue parte de las Brigadas internacionales en la Guerra Civil española, el médico canadiense Henry Norman Bethune. Él implementó en la Guerra Civil los servicios de transfusión sanguínea móvil e hizo los registros fotográficos. En el 2019 la Universidad de La Habana se integra a un proyecto financiado por la Unión Europea que tenía que ver con arte, cultura, comunicación y nuevas tecnologías, desde un enfoque cultural, donde participaron instituciones culturales de distintas partes del mundo, fundamentalmente europeas, y nuestra Facultad de Comunicación, y siguiendo estos caminos académicos llegó entonces a la Universidad de Valencia, la capital de la República Española. Es ahí donde me hablan de una periodista que viene investigando temas de memoria histórica con un enfoque feminista, ligado en particular a Valencia y a todas las exhumaciones de los fusilados del Franquismo y que iba a exponer además en Castañón el trabajo que venía haciendo: Eva Máñez.
Por su parte, Eva Máñez nos comenta:
En el año 2016 me entero que iban a exhumar una fosa en Paterna y empiezo a documentar este hecho y les ayudo a hacer público lo que allí está sucediendo. Era una de las primeras fosas que se exhumaba con la nueva Ley de Memoria Democrática del 2022. A partir de aquí me involucro muchísimo más con estos temas, documentando los procesos de identificación con ADN y publicando más allá de los medios valencianos.
En el 2020 en Castellón me piden que haga una exposición con los trabajos que yo creía más representativos y pensé que este era fundamental. Yo fui al Colegio en Paterna: mi abuelo en la República llegó a ser alcalde de la ciudad de Valencia. Entonces estas historias para mí y para muchos otros jóvenes de mi generación estaban ahí y las habíamos escuchado, pero como un relato oculto.
Cundo me dediqué a seleccionar las fotos me di cuenta que era un trabajo muy de prensa y de la fotonoticia y necesitaba entonces esas gafas de mirar violetas del feminismo para buscar un enfoque de género. Pienso entrevistar a una o dos mujeres y colocar sus historias junto a las fotografías como pies de fotos, porque las presidentas de fosa eran en su mayoría féminas muy valientes. Sin embargo, todos esos relatos empiezan a crecer y a crecer y me encuentro que el verano del 2021 tengo más de un centenar de entrevistas. En España hay más de 10 mil personas desaparecidas por el Franquismo y en Paterna fueron fusiladas 2238 personas y es el segundo lugar donde más fusilamientos hubo en España. Me interesaban particularmente esas historias: cómo al ser fusilados los hombres, las abuelas siguieron echando hacia delante; las mujeres cuando el franquismo no podían tener una cuenta corriente, propiedades y estaban estigmatizadas como rojas. Las rapaban y le daban aceite de resino para que poco a poco se descompusieran, además de que las abusaban. Muchas de estas féminas sufrieron cárcel o estuvieron en arrestos domiciliarios, por lo tanto, fueron años y años de vejaciones sobreviviendo en silencio. Nunca nadie le dio importancia a esto. Estas mujeres que resistieron había que reivindicarlas ahora. Esta tercera generación, las nietas e hijas, son las que están haciendo suya esta proclama que tenemos las personas memorialistas de “Verdad, Justicia y Reparación”.
El Franquismo ya se encargó de exhumar y darles prebendas y ayudas a todas las viudas; pero luego está toda esa gente que fue represaliada en tiempos de paz. Las personas fusiladas de las fosas de Paterna provienen no solo de Valencia, sino de toda España que las llevaban a las cárceles de San Miguel de los Reyes, donde iban los presos políticos. En Paterna muchas de estas fueron alcaldes, concejales, actores, maestros, directores de periódicos, gente en general de la cultura o la política y no militares. Sus familias llevan 85 años para poder tener esos restos y poder llevarlos a su pueblo y enterrarlos en paz. También hoy con las nuevas leyes se pueden acceder a los sumarios con las sentencias de esos juicos políticos, lo cual ayuda a cerrar muchas heridas.
Estas fosas no se están exhumando de oficio; el gobierno no fue a exhumarlas. Son los familiares los que se tienen que unir legalmente, con sus estatutos, en un proceso muy lento y caro donde solicitan subvenciones y buscan una empresa de arqueólogos. Cuando en Paterna retiraron las fosas para hacer un cementerio común fueron las mujeres las que pagaron a perpetuidad para poder mantener esos espacios y crearon unas baldocitas para poder marcar el lugar de los encierros. La memoria no olvida y es muy poderosa.
La muestra expositiva “PATERNA: EL PAREDON DE ESPAÑA. Las mujeres herederas de la memoria de los fusilados por el franquismo” estará abierta al público hasta el 13 de septiembre. Desde el 2016 Eva Máñez viene realizando el registro documental del cementerio valenciano pues hay historias de silencio y búsquedas que ahora reclaman verdad, justicia y reparación. El fotoperiodismo las convierte así en arte, a través de imágenes y documentos orales, y con ellas, la voz de un hecho terrible que cruza el Atlántico y nos revela la dimensión de la tragedia ibérica hasta hoy.
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