¿Existe invisibilidad de los museos municipales en La Habana?


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En Cuba, la mayoría de los museos son municipales, y son sin dudas, las instituciones educativa-culturales más integrales de la comunidad.

Las inobjetables evidencias de la afirmación anterior serán mostradas más adelante. Sin embargo, estos museos son poco conocidos y aún menos reconocida su trascendencia ideológica, custodios de lo mejor de la cultura del territorio, emergen como formadores de pensamiento y valores de vecinos y visitantes, y, a su vez, poseen grandes potencialidades económicas para el desarrollo local.

La invisibilidad de estas fortalezas limita no solo el aprovechamiento de las oportunidades que ofrecen en el campo de la conciencia y las finanzas, sino además en el pobre apoyo que se le brinda en recursos para estar, como agencias educativas a la altura de su tiempo.

La creadora histórica de todo el sistema de patrimonio en Cuba, Marta Arjona, expresó en 1977: “Un museólogo no puede ser indiferente a los fenómenos sociales. Un museólogo… debe ser, además, sea cual fuere su especialidad… un maestro”.

En los museos municipales se concentra, como en el buen perfume, lo mejor de la cultura territorial y, por tanto, en su integración múltiple, la nacional, que, en todos los casos, sin excepción, emerge desde un espacio geográfico determinado, lo cual se refleja en el museo. Y si en algún lugar no es así, algo anda mal y no es precisamente el concepto de lo que debe ser, sino en la ejecución práctica, en la conducción del proceso.

No obstante, se debe entender que para un alto vuelo se necesita la entrega de apropiadas alas, que no acaban de aparecer y llevan los museos a cuesta, como pesada carga y pésimo ejemplo, la incomprensión de las autoridades locales de su significado, cuyo nombre fue inspirado, según algunos, por el templo de las musas.

Museo Municipal del Cerro

Ilustrando tan solo algunos casos: los museos de los municipios Cerro, Centro Habana y La Lisa llevan decenas de años sin poder abrir sus puertas y sus salas expositivas, el primero por más de 30 años, y los otros no tienen tan siquiera su local para mostrar y educar con los valores de sus objetos museables a la población.

Y, aun así, los museólogos, con grandes esfuerzos y alto sentido de pertenencia defienden el patrimonio y continúan cada día trabajando con la comunidad a la cual están integrados. Es increíble la cantidad de aspectos culturales de todo tipo que desarrollan, a los que se suman otros de salud, políticos entre otros muchos.

Ya los museos no son fríos mausoleos de antigüedades, lo verdaderamente antiguo es esa idea, aunque custodian también lo antiguo y revelan sus valores, la manera de llevarlo al público es distinta. Desde los 70 del pasado siglo surgió un cambio de paradigma: de aquel museo tradicional que consideraba un edificio, una colección, un público, ahora el nuevo museo define y defiende un territorio, un patrimonio y una comunidad.

Es entonces un momento apropiado para presentar el necesario análisis constructivo, pero riguroso acerca de la subvaloración que muchas veces se tiene sobre estas instituciones culturales de la comunidad y para la comunidad.

La comunidad ha resultado un elemento decisivo en el desarrollo del país, lo cual es señalado reiteradamente por la máxima dirección de la Revolución.

El pasado 2 de octubre el periódico Granma titulaba un artículo: “En las comunidades vive la base social de la Revolución”.

Se afirma que la célula fundamental de la sociedad es la familia, y entonces, también se puede considerar que la célula fundamental de la cultura es la comunidad. Allí nace, allí se forma y se desarrolla el sentido de pertenencia y la identidad.

Si es cierto que el museo municipal es la institución más integral de la comunidad, entonces resulta que hoy, en el proceso de transformación necesaria, de enriquecimiento y empoderamiento ciudadano, el museo se erige como una institución educativa cultural que hay que privilegiar, cambiando la mentalidad de institución cenicienta por la de institución de excelencia.

Pero, por qué se afirma que esto es estratégico.

Qué nos dice la dirección del país, cuáles son sus mensajes principales. Entre un grupo de ellos se pueden señalar:

La atención a la comunidad, el fortalecimiento de la identidad y el cuidado del patrimonio, la preservación de la memoria histórica, la cultura del detalle, el encadenamiento productivo, las sinergias correspondientes y sus enfoque sistémico, transdisciplinar y holístico, así como potenciar  las ciencias y la integración de las universidades y centros de investigación científicos en todos los procesos de desarrollo del país y el desarrollo de las ciencias sociales, la información, la informatización de la sociedad y la comunicación.

Cuando se analizan estas directrices, sin dogmatismos, sistémica y holísticamente y con pasión por la excelencia, se puede demostrar que en todas están de manera decisiva los museos municipales y si no lo están más es por las precarias condiciones en las que se encuentran muchos de ellos para los estudios teóricos y las aplicaciones prácticas de la ciencia museológica.

Sus instalaciones y medios de trabajo son ciertamente precarios. La inmensa mayoría ni siquiera disponen de una computadora. No se ha podido “echar a andar” en lustros una biblioteca general en el sistema de patrimonio donde enriquecer y actualizar el acervo cultural y científico, nacional e internacional de los especialistas o interesados sobre estos temas.

En todo ello es imprescindible la visión de quienes toman decisiones. No es solo “pasarle la mano a las edificaciones”, que cuando ocurre, no pocas veces alcanzan resultados de cuestionable calidad. Es mucho más que eso, es transformar, primero la mente acerca del gran rol social de estas instituciones y en consecuencia transformar materialmente el alcance del sistema bajo el mencionado enfoque holístico.

¿Dónde, en qué institución se objetiviza la memoria histórica de manera masiva?

¿Dónde deben guardarse celosamente y recrearse ideológicamente las evidencias del por qué la sociedad es así y no de otra manera?

Para alcanzar grandes metas hay que pensar y actuar en grande, no se hacen revoluciones soñando con reformas.

Al analizar el papel que le ha asignado la sociedad cubana a los museos municipales, y lo que hacen en la práctica y al evaluar si juegan su rol a la altura de lo que se necesita y merecen estos atesoradores de la identidad local, forja de la nacional, se puede afirmar que hacen mucho aún con todas las limitaciones que poseen, pero que podrían hacer significativamente más.

¿Qué hacen entonces?

Todo el trabajo que implica la colección, clasificación, estudio, investigación, organización, mantenimiento, restauración de todo el patrimonio dentro y fuera del inmueble de los museos y con ello contribuyen a la educación del público que los visita y de sus comunidades con la que están en permanente diálogo y a la que ellos visitan sistemáticamente.

En sus sinergias con el sistema educativo desde círculos infantiles, primarias, secundarias y preuniversitarios, hasta universidades como la de La Habana, la del Deporte, la de Ciencias Pedagógicas y la del Adulto Mayor, así como escuelas especiales y de conducta, en las cuales ofrecen charlas, conferencias, intercambios, y otras acciones diversas.

También realizan recorridos patrimoniales, llamados Rutas Arco iris con las escuelas, casas de abuelos y la comunidad en general, mostrando los valores patrimoniales culturales y naturales presentes en su municipio, tanto de manera directa o mediante fotos, realizando acciones de educación patrimonial y ambiental.

En sus locales ofrecen información documental y verbal a los estudiantes según las tareas docentes asignadas por maestros y profesores.

En los jardines y otras áreas propicias de los museos municipales o en el barrio se efectúan actividades infantiles; peñas como la del Bolero y el Danzón, se desarrollan tertulias, se habla de literatura, se realizan tardes de concierto, noche cubana, noches de los museos, y otras actividades, siempre acompañadas de momentos educativos con información, noticias, efemérides y otros aspectos del patrimonio.

Es permanente la atención a la comunidad en los conocidos programas especiales.

La atención a personas con atenciones especiales, con distintas discapacidades, la colaboración con asociaciones como ANSOC, ANCI, ACLIFIN. Se participa en los programas relacionados con ITS, VIH, SIDA, con los de educación antidroga y antitabaquismo. Se trabaja con centros penitenciarios, en la prevención y atención a comunidades de tránsito y comunidades especiales. Otras acciones están comprometidas con el Programa Educa a tu hijo, con el hogar materno, el hogar de ancianos, hospitales y Centros de Salud e Higiene Mental.

También participan en el Sistema de Atención a la Familia, y en acciones para la protección del medio ambiente, y atenuar los efectos del cambio climático.

El Programa Martiano tiene atención permanente y para ello se han incluido en las Rutas Arco iris las martianas.

Ese universo de actividades les lleva a ser instituciones de amplias sinergias con las diferentes instituciones del municipio, por lo que el espectro de influencias en la educación en valores es amplia y pudiera ser mucho mayor.

En resumen, los museos están en el centro de la memoria histórica, de lo primero que hay que salvar, la cultura. Ellos son centros educativos y culturales integrales. Sus exposiciones son muestras de lo mejor de la obra humana, entendida en lo material y en lo espiritual, también llamada inmaterial o intangible y abarcan lo cultural y lo natural.

En sus salas se exhiben obras de arte y literatura, pero también otros objetos culturales y significativos de la obra de la naturaleza. En sus galerías y salas se promueven artistas locales de diferentes manifestaciones. Estos museos atesoran, cuidan y exhiben lo mejor de la obra humana local.

Entonces ¿merecen o no una atención especial? Los medios de divulgación debieran mostrar más lo que hacen en la comunidad. Esas comunidades que, entre paréntesis, no son solo la de mayores problemas sociales actuales. La vital atención a estas es una política trascendental de la Revolución. En Cuba, cuando se dice comunidad se dice pueblo.

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