Exitosa mirada retrospectiva sobre la obra de Agustín Bejarano en Camagüey


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En las palabras al catálogo de la exposición El silvido del silencio, presentada por el maestro de las artes visuales  Agustín Bejarano en la Galería de Arte Universal Alejo Carpentier, de Camagüey, el crítico Maikel José Rodríguez apunta que aunque en nuestro imaginario colectivo y a nivel académico e institucional, a este artista se le identifica con Los ritos del silencio, su obra trasciende con creces los límites de esta serie, la más conocida y una de las más extensas.

“En Los ritos… aparecen, ciertamente, los principales fundamentos técnicos e iconográficos que serán explayados con posterioridad, pero hay un antes y un después: un devenir fundamentado en el aprendizaje y la experimentación asociado principalmente al grabado, y un amplio número de series posteriores, de propuestas, de sistemas de pensamiento transustanciados en pinturas ya exhibidas o que en muchos casos aguardan la oportunidad de ser disfrutadas por espectadores y especialistas. Pocos sabemos, por ejemplo, del Agustín dibujante e ilustrador, y somos menos los que conocemos cuanto produjo durante su estancia en los Estados Unidos: período en el que, según me consta, elevó el dibujo a niveles difícilmente alcanzables para la mayoría de los mejores ilustradores del patio, en particular, y de los artistas cubanos contemporáneos en general, con propuestas de una profunda carga emotiva y personal”, expresa Rodríguez.

El silvido del silencio, curada por Ángel Olazábal Fariñas y el propio artista, está integrada por 20 pinturas e igual cantidad de grabados y estará expuesta hasta el mes de enero de 2025. Fue organizada con motivo de los 40 años de vida artística de este reconocido maestro de las artes visuales, quien anunció que la exhibición será reinaugurada el venidero 12 de diciembre en ocasión de celebrarse ese día su cumpleaños 60.

El proyecto constituye una breve mirada retrospectiva sobre la profusa obra de este artífice, y en este se incluyen varios de los cuadros exhibidos en el Centro Hispanoamericano de Cultura (Los ritos del silencio. La austeridad del Jolgorio, 2022) y en la galería Collage Habana (Los alcanos del Demiurgo, 2023); en tanto por vez primera se ponen a consideración del público y de la crítica varias piezas de pequeño formato.

De la primera exposición, incluida en el programa de la 14 Bienal de La Habana, seleccionó algunos de los cuadros hechos en el 2021, en los que sobresalen valoraciones y puntos de vista que ya no solo tienen que ver  con categóricas reflexiones sobre el equilibrio entre el ser y el no ser, el bien y el mal, lo conocido y lo desconocido…; sino asimismo con determinados procesos relativos al desarrollo personal del artífice, así como a transformaciones socio-culturales, políticas, religiosas e históricas de las que saca hondas conclusiones mediante un arte desprovisto de trivialidades, ausente de guiños festinados que intenten el fatuo encantamiento, para tratar de buscar la estética de la concreción humana.

Igualmente escogió otras obras entre las pinturas y grabados que conformaron la exhibición Los arcanos del Demiurgo, concebida como colofón de las celebraciones por las dos décadas de su antológica serie Los Ritos del Silencio, propuestas que también son reflejo de su concepción humanista, cuyas tesis echan anclas en sus orígenes y en la cultura universal a través de una simbología con representaciones diversas que derivan, por lo general, en obras que lo sitúan como un ensayista de su tiempo, y también del espacio vivido por sus antepasados. 

Poco antes de finalizar el año 2008, en ocasión del Salón Fidelio Ponce de León, el prestigioso pintor, grabador, escultor y dibujante revitalizó el memorable Taller de Grabado de Camagüey (TGC), fundado por él en el año 1989, al concluir sus estudios en el Instituto Superior de Arte (ISA), suerte de laboratorio artístico instalado en la pintoresca Plaza del Carmen —una de las zonas más antiguas de la legendaria ciudad de Camagüey—, centro que, en poco más de tres años, hizo allí historia en el arte y la cultura y que desapareció ante las adversas consecuencias que para la Isla  constituyó el denominado período especial, tras del derrumbe del campo socialista en Europa. Al reabrir sus puertas, los estudiantes propusieron que este lugar llevara el nombre de Harakiri, en homenaje a una de las obras más emblemáticas dentro de su prolífica creación; que es “símbolo de amor y entrega, pero también de sacrificio y dedicación” y que también forma parte de El silvido del silencio.

Desde aquella edición del Fidelio Ponce de León de finales de la década de los años 80 del pasado siglo, el artista se vinculó muy estrechamente con la Galería de Arte Universal Alejo Carpentier, inaugurada con su muestra personal titulada La levedad de lo eterno, en la cual puso a consideración del público y de la crítica locales sus suntuosas bolas pictográficas con luces, pertenecientes a la serie Eclipse. Pasados 35 años, Bejarano expone de nuevo en esta prestigiosa sala camagüeyana ubicada en la céntrica calle Luaces, número 153, entre Independencia y San Pablo, escenario de muchos de sus proyectos artísticos durante todas estas décadas.

Como parte del programa colateral previsto por la inauguración de El silvido del silencio, se realizó un conversatorio sobre la obra artística de Bejarano en el espacio cultural Cartón Creativo, que dirige el también reconocido creador de las artes visuales José Antonio Echevarría, oportunidad en que igualmente fue presentado el video Agustín Bejarano, obra gráfica, realizado por Arte Video Producción, bajo la dirección de Juder Laffita.

Durante ese encuentro, que contó con la asistencia de numeroso público, en su mayoría estudiantes de la enseñanza artística en Camagüey, se ofrecieron detalles sobre el desarrollo artístico (cronológico) de este artífice, cuya trayectoria se divide en cuatro etapas fundamentales: la primera comprende los años desde 1983 hasta 1987, periodo  de estudios y aprendizaje en la Escuela Nacional y el Instituto Superior de Arte; la segunda abarca desde 1987 hasta 1989 (etapa de Los Huracanes, como él le llama); la tercera, desde  1989 hasta 1993, la cual comienza tras graduarse en el ISA y llega a Camagüey con la misión de abrir el taller de grabado adjunto al  Fondo Cubano de Bienes Culturales.  

El último período en su evolución como creador se ubica entre el año 1993 hasta 1999; durante el cual el maestro experimenta significativos cambios en su obra, desviando su interés en la abstracción. Al respecto apuntó: “La nueva realidad de mi país me mostraba  otros caminos donde la figuración iba cobrando protagonismo, por eso la exposición Corte Final (Colografías de la serie Nidando Cerca del Jardín de Miel, exhibidas en 1993 en el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño, en La Habana), porque de alguna forma intuía que no iba a ver regreso, mi creación se veía una vez más comprometida con el cambio”.

En el año 1987 Bejarano obtuvo Premio (conjunto de Punta seca) en el Encuentro Nacional de Grabado, realizado en el Museo Nacional de  Bellas Artes. En 1993 alcanzó Premio en el Encuentro Nacional de Grabado, evento en el que todos sus grabados presentados fueron figurativos.  Cuatro años después alcanzó el Gran Premio en el Salón Nacional de Grabado con un conjunto de tres grabados sobre plástico de la serie Brisas del alma. Una de las piezas premiadas fue la icónica Harakiri, y el premio consistió en una exposición en la Galería Gan, de Tokio, Japón.

Fotos: Cortesía del artista


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