Exposición Leyendas Ancestrales: La energía y los colores del viaje


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A Iris Leyva (Las Tunas, 10 de julio de 1950) la encontramos en muchos sitios de internet con este calificativo común: pintora humanista, profundamente identificada con temas asociados al Hombre y su existencia. Lo cierto es que ella es una creadora que prefiere reflexionar sobre la condición humana más allá de las nuevas tecnologías, y que ha sabido aprovechar las oportunidades que la vida va presentando, en su propósito -logrado- de estar presente en múltiples universos. 

 

-¿Cuál es su primer acercamiento a las artes visuales?, extendí una primera interrogante.

 

-Llego a La Habana a estudiar ciencias,y por embullo realizo las pruebas de ingreso a la Escuela de Arte y las apruebo. Hasta ese momento yo era una muchacha que pintaba por “mi cuenta”. 

 

Los condiscípulos de Iris llegaron a la escuela con cierta preparación de escuelas elementales. Casi todos eran jóvenes procedentes de entornos rurales. Ellos eran la expresión de que la Revolución cubana, entre otros sucesos, fue una invitación a dibujar la belleza. 

 

 Iris Leyva es una creadora que prefiere reflexionar sobre la condición humana más allá de las nuevas tecnologías.

 

Iris Leyva se graduó, en 1985, de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Cubanacán; y descubrió en sí la vocación por enseñar. Entonces, matriculó Licenciatura en Educación Plástica, en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, de donde egresa en 1993, sosteniendo a la par su carrera incipiente como artista e Instructora de Arte de cultura comunitaria.

 

Guarda en su memoria, con orgullo, su servicio a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), donde organizó múltiples talleres, proyectos y exposiciones. “Todavía conservo el pase de la Comandancia de El Príncipe. Esos muros fueron mi primera galería”, dijo en este diálogo. 

 

En un tema de particular relevancia para la artista, concerniente a México, se impuso una pregunta: ¿Cuál fue su primer viaje a esa nación?

 

Su primer viaje, dijo, “no fue precisamente a exhibir mis obras. Fui invitada a restaurar una pieza en Zacatecas. Después regresé a La Habana, junté mis cuadros, y hasta el día de hoy he compartido mi vida entre Cuba y México, involucrada en múltiples proyectos de intercambio cultural”.

 

Iris ha expresado en una entrevista que sostuvo hace un tiempo: “La restauración es compleja, porque cuando una obra pierde su contenido original, desapareció. Lo que queda es su historia y el recuerdo de que alguna vez existió. Desde el primer momento en que le pones tu mano, por mucho que trates de imitar el trazo del artista, la intención no es la misma. Como restaurador, estudias al artista. No es pintar color por encima”. 

 

-¿Puede afirmarse que restaurar ha sido esa otra zona invisible de su ocupación?

 

-En 1994, en el Museo de Bellas Artes de La Habana, pasé un curso sobre los secretos de la restauración. Por encargo, he restaurado obras de Fidelio Ponce, de Carlos Enriquez; y en México, de Diego Rivera, de Frida Kalho, de Leonora Carrington, entre otros grandes maestros. 

 

 “No se trata solo de imágenes sino de mapas simbólicos que conectan conocimientos antiguos con ideas del presente”.

 

Un precioso elogio hizo el historiador Eusebio Leal Spengler a la pintora Iris Leyva: en su libro Poesía y palabra (volumen I), él afirmó: “Como en los libros que suelen colocarse en las salas de exposiciones, donde dejan sus impresiones los que la visitan, deseo apuntar unas líneas a Iris Leyva, quien con manos delicadas lleva alas de sueño a quienes sin temor de hallarse a sí mismos, asisten ante sus cuadros, a un hallazgo, como si cada obra fuese –en verdad- espejo mágico donde habitan, en el instante del éxtasis, los deseos contenidos que nos deslumbran o atormentan”.

 

-¿En qué consiste su exposición más reciente?

 

-Son 19 obras que expongo en la Galería Collage Habana del Fondo Cubano de Bienes Culturales, en la céntrica calle de San Rafael, de La Habana del centro, la ciudad que nunca me abandonó.

 

Sobre una saga creativa marcada por el amor, la memoria y la gratitud, vale cerrar este diálogo con palabras aparecidas en el Catálogo de esa reciente exposición de la artista: “La pintura de Iris Leyva nos invita a mirar más allá de lo visible. Cada obra es una puerta abierta hacia universos donde ciencia, mito y espiritualidad se entrelazan. No se trata solo de imágenes sino de mapas simbólicos que conectan conocimientos antiguos con ideas del presente. En sus lienzos, lo ancestral no es una nostalgia, sino una energía viva que se transforma. […] Leyendas ancestrales no pretende explicar el misterio, sino celebrarlo”.


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