La radio arriba a su centenario en Cuba este 22 de agosto. Al músico y mambí Luis Casas Romero le debemos el acontecimiento, logrado entonces en un país subdesarrollado, con una economía estructuralmente dependiente del capital estadounidense y una elevada pobreza. Esa era la Cuba de 1922 administrada por el gobierno corrupto del presidente Alfredo Zayas Alfonso.
A los cien años, Cuba exhibe una potente red de cien emisoras radiales nacionales, provinciales y territoriales e incluyendo las ondas internacionales de Radio Habana Cuba, aunque ahora, con el audio real en Internet y los sitios web de cada radioemisora, prácticamente todas son internacionales, lo que multiplica la voz de la Isla de la Libertad hacia todos los confines.
La audiencia radial está en el epicentro del debate contemporáneo acerca de qué sobrevive y qué no, en esta quinta etapa de la Revolución Científico-Tecnológica en que se impone la imagen, el audiovisual y lo digital versus lo analógico en lo referente al consumo cultural y la comunicación social.
¿Desaparece el libro impreso y la prensa escrita? ¿Se leen los libros digitales o sólo los textos digitales de pequeño formato? ¿Se escucha la radio? ¿El disfrute de las salas cinematográficas con su pantalla grande son excepcionales y no parte de la vida cotidiana? ¿El llamado por algunos “periodismo ciudadano” es verdadero periodismo? ¿El reino de la televisión ha cedido ante las redes sociales? ¿La fotografía profesional y/o artística es ahora un exotismo y lo habitual es cualquiera con un teléfono celular fotografiando o filmando? ¿En el caso cubano, “el paquete” o “la mochila” es lo único válido? ¿Para qué visitar museos si existen las visitas virtuales? ¿Ceden los conciertos y recitales en vivo ante la música grabada? ¿Muere el correo postal con sus cartas, giros postales y telegramas ante el correo electrónico, las transferencias bancarias, los SMS y todo tipo de mensajes por redes sociales?
El ser humano de esta tercera década del siglo XXI se hace estas y otras preguntas y las respuestas son disímiles, pues existen muchos puntos de vista. No se trata de una simple contradicción entre analógicos y digitales, entre nativos informáticos y alfabetizados informatizados, entre mentalidades conservadoras y anquilosadas y mentes avanzadas y abiertas. Es el propio desarrollo quien nos va dando las respuestas. ¿Han cedido los viajes marítimos ante la aviación? Definitivamente no, pero sí han disminuido ostensiblemente. Es lógico por tanto que las formas de comunicación evolucionen, pero, por ahora, la radio llega a lugares donde no ha llegado otro medio y llega a todos los lugares cuando por condiciones climáticas o sismológicas no posibilitan que llegue otro.
Además, la radio tiene el encanto de la imaginación, de lo sugerente, una magia peculiar. Si fallece o no con el tiempo, sólo el tiempo lo dirá, pero no parece que suceda ahora mismo, tampoco me parece que sucederá nunca. A falta de radiorreceptores de la señal, que no aparecen hoy en el mercado, se escucha por los telerreceptores digitales o los que poseen cajas decodificadoras, también se alcanza la señal en algunos teléfonos inteligentes y por demás, las radioemisoras han avanzado a convertirse en multimedios trasmitiendo no sólo en onda corta, onda media o frecuencia modulada sino también con audio real en sus sitios de internet. La radio se adapta al progreso tecnológico para no morir.
En Cuba, la radio cumple cien años… ¿cuántos centenarios más cumplirá?
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