La tarde de este 6 de julio despidió al destacado arquitecto José Linares Ferrera, conocido por muchos como Pepe, quien a sus ochenta años de edad ha dejado una valiosa e importante obra en la museología cubana, y en la cultura nacional en general. Formado como arquitecto, se nutrió de la sabia de importantes exponentes de esta especialidad y de compañeros de renombre, para transmitir sus conocimientos con el paso de los años a nuevas generaciones como los que se forman en el Colegio de San Gerónimo de La Habana y otras instituciones que llevan la huella de este consagrado museólogo.

Con Marta Arjona conoció el fascinante mundo de museografía y junto a ella emprendió un arduo trabajo en la conformación de un importante proyecto que sería la génesis de la fundación de la red de museos del país que posibilitó a cada municipio contar con estas instituciones para resguardar y atesorar valiosas obras históricas y patrimoniales de sus territorios. Junto a Marta creó programas de formación y superación que dotaron a los especialistas de estas instituciones de herramientas útiles para llevar a cabo los trabajos de museología y museografía en estos nacientes centros que posibilitaban un mayor acercamiento am público con la historia.

José Linares Ferrera, o simplemente Pepe, constituyó un nombre puntal de la cultura cubana, y su huella queda palpitante en esa basta obra desarrollada a través de sus más de cincuenta años de entrega y constancia a la investigación, la docencia y la decencia de los valores de la cultura cubana . Fundador de la primera organización Regional de Museos de América Latina y el Caribe adscripta al Consejo Internacional de Museos, ICOM, al cual se mantiene vinculado hasta su fallecimiento, ocupando el cargo vitalicio de Presidente de Honor. Representó a Cuba en numerosos eventos de esta organización y participó en varias Conferencias Generales.

Impartió conferencias de la especialidad y acerca de sus numerosas publicaciones e investigaciones en centros culturales y educativos. Su inmensa obra le mereció el reconocimiento en nuestro país y fuera de nuestras fronteras. Y múltiples condecoraciones como la Distinción por la Cultura Nacional, Orden Juan Marinello, la Medalla Alejo Carpentier, o el Premio Nacional de Patrimonio Cultural, entre muchas otras, avalan la entrega y constancia de este hombre que hasta sus últimos días apostó por la defensa y salvaguarda de los valores de la cultura cubana.