Daniel Chavarría, autor de una obra que revolucionó la literatura policial en América Latina, falleció este viernes en La Habana a los 85 años de edad.
Reconocido en su patria de adopción con el Premio Nacional de Literatura en 2010, el destacado creador se consideraba a sí mismo como «un escritor cubano que había nacido en Uruguay».
Al hacerlo subrayaba su vínculo esencial con Cuba, adonde llegó en 1969 y comenzó una carrera literaria con paso firme en 1978 cuando publicó la novela Joy, ganadora tres años antes del Concurso Aniversario de la Revolución de literatura policial convocado por el Ministerio del Interior.
Desde entonces logró el fervor de los lectores y el aval de la crítica tanto en Cuba como en otros países mediante novelas de intrigas detectivescas como La sexta isla, El ojo de Cibeles, Allá ellos, El rojo en la pluma del loro, Viudas de sangre, Príapos, Una pica en Flandes y El último room service, aunque también publicó textos de fuerte carga evocadora como Aquel año en Madrid.
Varios de esos libros merecieron importantes premios literarios, entre los cuales destacan el de la Casa de las Américas, el Dashiell Hammet a la mejor novela policíaca en lengua española y el Edgar Allan Poe, otorgado por la asociación profesional norteamericana Mystery Writers of America.
Otro notable éxito editorial resultó la publicación de sus memorias Y el mundo sigue andando, que puso de relieve una vida personal de aventuras y su toma de conciencia revolucionaria.
Entre sus más recientes obras, dedicó especial atención a una que le debía a su país de origen y a todos los que defienden el ideal emancipatorio de los pueblos del continente: Yo soy el Rufo y no me rindo, biografía novelada del fundador de los Tupamaros, Raúl Sendic.
Mucho le hacía ilusión, además, publicar con frecuencia crónicas inéditas en las páginas de Juventud Rebelde. El periodismo ardía en sus venas.
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